Quizá por eso la alternativa de los partidos y electores de la oposición a participar en esta convocatoria no parece tan dilemática. Para comprender los dramáticos alcances de la perversa maniobra “bolivariana”, basta tener presente el desconocimiento progresivo y sistemático de la Asamblea Nacional desde el día siguiente de su instalación hasta el por ahora su último episodio, la grosera burla del 30 de julio para designar a dedo la llamada constituyente, cuya única finalidad ha sido usurpar las muy pocas funciones constitucionales que todavía conservaba el legítimo Poder Legislativo y poner en las manos de Nicolás Maduro todas las riendas del poder más personal y absoluto que haya ejercido jamás mandatario venezolano alguno.
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