Si las arenas movedizas son peligrosas, las fronteras movedizas lo son aún más. Mientras que las arenas movedizas se tragan gente, las fronteras que se mueven se tragan sociedades enteras. Hace setenta años Hitler quiso cambiar las fronteras de Europa y el Imperio japonés las de Asia. Esos intentos le costaron la vida a 3% de la humanidad. Al terminar esas guerras millones de sobrevivientes se encontraron dentro de nuevas fronteras, algunas de las cuales eran asfixiantes e infranqueables. El muro que dividió Berlín fue la más famosa de las fronteras de la posguerra construidas para encarcelar a una nación.
Después de la Segunda Guerra Mundial vino un periodo durante el cual muchas colonias se independizaron, cambiando así las fronteras de los imperios que aún sobrevivían. En la segunda mitad del siglo XX el movimiento de líneas fronterizas a gran escala disminuyó, pero los intentos de redefinir fronteras no desaparecieron.
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