I.
Desde que tengo uso de razón futbolística, me ha ocurrido siempre lo mismo después de cada Mundial y desde que me dio por ser un escribidor de artículos lo convierto en relato público, con las variaciones lógicas propias de cada momento, pero manteniendo siempre el desánimo como tono general.
Repito, entonces, como lo he hecho unas cuantas veces, tantas que no recuerdo bien, que el lunes después de la final del domingo uno amanece igual a cualquier lunes común y corriente. Se levanta y no tiene, como programa único e inevitable el fútbol, escoger dónde ver los partidos y con quiénes. Inventar excusas para no ir a reuniones y postergar la entrega de trabajos, sin que importe que todos sospechen en lo que andas. Averiguar qué tal van las apuestas, si las posibles ganancias permitirán disimular por unos días los desacomodos de la vida de un profesor universitario. Mirar, pues, todos los partidos y estar pendiente de Rusia todo el día......
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