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Amalio Belmonte Mayo 23, 2017
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“No basta con pensar de otra manera; en la vida hay momentos en los cuales hay que actuar también de otra forma.”, Sandor Marai (“Liberación”)
Elías Jaua deambula como un poseso, armado con el proyecto Constituyente en mano y con algunas frases del Doctor Escarrá Malavé, procurando apoyo, que le ha resultado esquivo e infructuoso, para cumplir la orden de Maduro por la ilegalidad y arbitrariedad de la empresa. Imitando al filósofo Diógenes, quien caminaba por las calles de Atenas con una lámpara en una mano y parte de la razón extraviada buscando, sin éxito alguno, la existencia de “hombres buenos” para Constituir una nueva Sociedad.
Elías Jaua, como si el cinismo fuera parte inherente a su personalidad y la conciencia estuviera confinada a los límites de la obediencia, solicita aquiescencia para el Proyecto Constituyente en las instituciones donde tal propósito es considerado como la pretensión oficialista para confiscar la soberanía popular, y condicionar la Democracia a la discrecionalidad caprichosa de la burocracia gubernamental. No repara este Ministro en el rechazo generalizado contra una Constituyente que le otorgaría valor constitucional a las disparatadas decisiones sociopolíticas y económicas del Gobierno.
Para el Oficialismo es un reto casi suicida, dada su reticencia a enfrentar el juicio democrático de los ciudadanos, someter la cuestionada Constituyente a los espacios naturales de la política: Parlamento, los partidos, los sindicatos, autónomos, gremios, las mismas Universidades y finalmente requerir el juicio universal de los ciudadanos, porque en esos espacios es indispensable debatir, respetar la disidencia y poseer capacidades para la defensa discursiva de posiciones e ideas. Aristóbulo, menos puntilloso, la concibe como el instrumento para establecer la “Revolución de verdad “, la Dictadura del proletariado del Siglo XXI, evidenciando que en este momento sólo la Dirigencia oficialista cree en la repetición de las fatalidades. Y la Revolución Socialista es una de ellas.
Así, el proyecto constituyente es el último recurso para prohibir el derecho a pensar e impedir mantener incólume la soberanía intelectual de los ciudadanos , que junto al valor de elegir constituye para el Oficialismo una amenaza que están dispuesto a reprimir con todo el poder agresivo de sus aparatos policiales y el uso de tribunales militares contra los opositores civiles . Como si ello no bastare, han hecho de la cárcel el único lugar donde son tolerados aquellos que piensan y opinan sobre lo que ocurre en el país, igualmente con respecto a los dirigentes políticos democráticos. Todo ciudadano, especialmente joven, es considerado un factor de riesgo.
Elías Jaua no debería ignorar el proceso , indetenible, que ha hecho del país un inmenso espacio donde los debates sobre la Constituyente y la situación política ha permitido a los ciudadanos alcanzar su forma más alta y pura de autoexpresión, que no están dispuestos a someterla o restringirla a una ideología vencida por la historia. Esa masa ferviente, y esperanzada no son plañideros del pasado son auspiciadores irreductibles del future.
Maduro y sus visires, cegados por una irrefrenable avidez de Poder, no pueden entender lo que ocurre porque en ellos hay ausencia de todo sentimiento de democracia y tolerancia. Han subestimado la capacidad de lucha y resistencia de la civilidad activa que manifiesta dolor por cada víctima y preocupación por sus detenidos, pero también los considera acicates para continuar defendiendo la democracia , Contrario a ello el Gobierno exige , en su afán por militarizar a la sociedad, la obediencia y la subordinación como los soportes esenciales de la relación gobernantes -gobernados.
Valdría la pena que Elías Jaua aprendiera lo que significa buscar lo que la mayoría rechaza , aun cuando en el caso del filósofo Diógenes se trataba de un hombre bueno, distinto al Gobierno que representa el promotor de la Constituyente, su proyecto de vida se trasformó en una anomia que la sociedad ateniense no podía tolerar. Por sus ataques a la vida social aceptada, sus contemporáneos lo apodaron El Cínico y murió en el ostracismo con muy poco seguidores.
Una Constituyente debe ser el paradigma de un gran acuerdo social, soportado en el mayor consenso posible, contrario a la imposición mediante funcionarios tarifados y colectivos armados, quienes carentes de mejores atributos sustituyen la facultad de razonar por agresiones. Si fuere así se le concedería legitimidad constitucional al odio y a la exclusión política, provocando una Anomia Generalizada que correspondería resolver a la misma sociedad con los recursos y desobediencia de la civilidad activa. Impermeables al desaliento.
Amalio Belmonte Guzmán. Sociólogo, egresado de la UCV en 1974, Profesor asociado, Investigador y Magíster Scientarum en Ciencias Políticas e Historia Contemporánea de Venezuela. Es Doctor egresado del Postgrado de Ciencias Políticas de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Fue Director de la Escuela de Sociología de FACES UCV. Actualmente es Secretario de la Universidad Central de Venezuela
Ha centrado sus investigaciones en el Sistema Político Venezolano, la Educación Superior y las relaciones civiles -militares.
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