Son casi un millar las víctimas de la vil injusticia, algunos superan 13 años en prisión, como el comisario de la Policía Metropolitana Erasmo Bolívar, la mayoría meses desde la inquina desatada luego de la victoria de la representación democrática para la Asamblea Nacional. Son mujeres, militares, docentes, servidores públicos, activistas de derechos humanos, diputados, alcaldes, profesionales y la gran mayoría jóvenes estudiantes menores de 25 años.
Los casos o causas van desde el atrevimiento a caminar en manifestaciones, entonar una canción, tocar un violín o repartir agua y alimentos a protestantes.
Las razones para su detención poco le importan al dictador, como sus deplorables condiciones tampoco. Los ergástulos pueden ser el Helicoide, Ramo Verde, La Pica o sótanos como “la Tumba”.
Los procesos se disfrazan de la justicia de Kafka o la orden del sargento del Tirano Banderas; son juzgados indistintamente en tribunales civiles, militares o apresados por los infames servicios de ¿inteligencia? military.
El trato es tan variado que se acomoda al antojo del carcelero, hay quienes alimentan o quienes asemejan a los esbirros de Auschwitz.
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