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Es con ustedes.
No los voy a mencionar, porque en estos tiempos de locura, muchos lo ven todo en blanco y negro y no quisiera que algún exaltado, de cualquier bando, los ponga bajo sospecha solo por estar entre mis contactos o los insulte, haciéndolos destinatarios, quizás injustamente, de la ira general que está generando el exceso de represión y el ignominioso abuso reciente en nuestro país.
Pero yo sé que entre mis amigos y seguidores en las redes sociales tengo a civiles y militares que están relacionados o que trabajan en la justicia militar venezolana.
Algunos de ustedes fueron mis compañeros de clase en las dos especializaciones en Ciencias Penales y Criminológicas que cursé hace más de 20 años en la UCAB y en la UCV, otros han sido mis alumnos, a otros los conocí cuando me tocó defender a personas que fueron procesadas injustamente ante la justicia militar. Incluso en esas terribles circunstancias, siempre nos tratamos con respeto. Con muchos de ellos, aunque sé que evitan compartir conmigo porque les da miedo que los etiqueten como "enemigos del proceso", hice amistad.
A todos ustedes, con todo respeto, los llamo a la reflexión. Incluso a riesgo de que me encarcelen por estas líneas que escribo no tanto como jurista, sino como ser humano.
La justicia militar no es para civiles. Ustedes lo saben. Utilizar a los tribunales militares para llevar a proceso a civiles por delitos militares tan graves como el de "Traición a la patria", cuando además no existe ninguna evidencia de que esos civiles hayan hecho nada más que estar en desacuerdo con el gobierno actual, es mucho más que deshonrar su uniforme.
Es, con todas sus letras se los digo, un crimen.
Y no importa en esto si eres de izquierda o de derecha. Ustedes saben que históricamente las dictaduras de una u otra tendencia siempre, siempre, cuando quieren darle el zarpazo final a los derechos de esa ciudadanía a la que ustedes juraron proteger, contra cualquier enemigo interno o externo, recurren a la justicia militar para encarcelar a todo el que se les oponga o piense diferente.
Especialmente si tu corazón está con el socialismo o con el comunismo, tú sabes o debes saber que eso de utilizar tribunales militares contra civiles es un pecado muy grave que se cometió en otras latitudes y otros tiempos contra quienes pensaban entonces como tú piensas ahora. Y también debes saber que esos delitos no quedaron impunes, y dejaron para siempre en quienes los cometieron la marca de la ignominia.
¿Te acuerdas de los presos de Franco en España? ¿De Víctor Jara y de los presos de Pinochet en Chile? ¿De los presos de la Junta Militar y de Videla en Argentina? ¿Recuerdas a los presos de Castelo Branco y de la Junta Militar en Brasil? ¿Hacen eco en ti los presos de Bordaberry en Uruguay? ¿Los de Hugo Banzer en Bolivia? ¿Los de Stroessner en Paraguay? ¿Has olvidado a los presos de la dictadura de Trujillo en República Dominicana? ¿Los de Velasco Alvarado, Morales Bermúdez y luego Fujimori en el Perú? ¿Los de Rodriguez Lara en Ecuador? ¿Te acuerdas de la represión de Rojas Pinilla en Colombia y de cómo usó a sus cuerpos de seguridad y militares como esclavos de sus anhelos personales de poder? ¿Te acuerdas de Tacho Somoza y del asesinato de Sandino en Nicaragua? ¿De Desi Bouterse en Surinam? ¿Te has olvidado de los abusos de Torrijos y de Noriega en Panamá?
¿Te has olvidado, o has preferido olvidar, toda esa historia y las decenas de miles de personas que en todos esos países sufrieron los abusos que ahora se cometen contra los venezolanos?
Te repito, aún si tu corazón está con la "revolución", ¿te has olvidado también de Pérez Jiménez, de su represión contra la disidencia y contra las fuerzas de la izquierda, y de lo que le costó después a las Fuerzas Armadas recuperar su prestigio y el respeto de la ciudadanía, tras haber servido, sumisas, a un proyecto que se ocupó sistemáticamente de torturar, asesinar y encarcelar a disidentes y opositores?
Si ayer era un crimen prestarse a reprimir, a perseguir y a encarcelar solo por el anhelo de unos pocos de permanecer en el poder "como sea", hoy también lo es.
Ustedes lo saben, y por eso, de nuevo, los llamo a la reflexión. En esto no cabe la excusa de las "órdenes superiores", la acción para perseguir estos crímenes no prescribe y la jurisdicción para investigar, procesar y condenar a los responsables de estas felonías es universal.
¿Quieres contarle a tus hijos, mañana, cuando la oscurana pase -que siempre pasa- que tú estabas del lado de los que encarcelaban a civiles violando la Constitución y portando tú un uniforme que juraste que jamás deshonrarías?
Por el bien de todos nosotros, espero que no.
Si este escrito me hace blanco de la cárcel o de la represión, que así sea. Es un precio que estoy dispuesto a pagar. Pero yo no podría ver a los ojos a mis hijos en el futuro si, ante este oprobio judicial vestido de verde oliva, yo me quedo ahora callado.
Ustedes saben quién soy y dónde encontrarme. No me voy a esconder ni voy a huir. Igual nos estaremos viendo, lamentablemente, allá en los tribunales militares, en esos en los que no quisiera tener que trabajar ahora.
Que Dios los y nos ilumine a todos. Recuerden su juramento.
Gonzalo Himiob Santomé
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