Sunday, May 14, 2017

William Baumol, el economista que explicaba cómo funciona el mundo

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El hombre que acuñó la teoría de la enfermedad de costes
ha muerto este jueves a los 95 años

La Vanguardia
Redacción, Barcelona
Mayo 5, 2017

El economista norteamericano, William Baumol, que acuñó la teoría de
la enfermedad de costes ha muerto este jueves a los 95 años. Durante
su carrera se dedicó al estudio del mercado laboral y de otros factores
que repercuten en la economía. Hizo especial hincapié en cómo en los
países ricos, como Estados Unidos, la mano de obra en servicios de
baja productividad arrastra la tasa de crecimiento de toda la economía.
Según explicaba, el aumento de la productividad de los trabajadores en
otros sectores de la economía, como la manufactura, impulsa los
salarios. Como consecuencia, el aumento productivo en este sector
empuja hacia arriba el costo de los servicios de mano de obra de otros
campos de la economía.
En un mundo de rápido progreso tecnológico, el coste de los
productos manufacturados desciende y el de los servicios de baja
productividad crece
El aumento de la productividad permite a las fábricas reducir los
precios y aumentar los salarios al mismo tiempo. Pero cuando los
salarios aumentan, el resto de ámbitos no tienen otra alternativa que
aumentar los precios para cubrir los costos más altos.
Esto se conoció como la enfermedad de costes de Baumol. Según este,
en un mundo de rápido progreso tecnológico, el coste de los
productos manufacturados descienda, mientras aumenta el de los
servicios de baja productividad.

Crecimiento desequilibrado
y mal de Baumol
Antonio Pulido
Blog
http://blog.antoniopulido.es/crecimiento-desequilibrado-mal-baumol/

Es un hecho empírico incontestable que, a largo plazo, unos sectores
productivos crecen más que otros. Múltiples son las causa por las que
los servicios en general van aumentando, a través de décadas, su área
de participación en el VAB y en el empleo, en detrimento de la
industria; tal como esta lo hizo, siglos atrás, con la agricultura. ¿Existe
un peligroso crecimiento desequilibrado sectorialmente? ¿Hay una
cierta ley estructural de descompensación, una especie de enfermedad
incurable,en que los sectores más productivos son los más
perjudicados, como defiende el economista norteamericano William
Baumol?
A pesar de que los primeros trabajos de Baumol sobre estas cuestiones
se remontan a casi 50 años, el tema es de plena actualidad y está
vinculado a las polémicas sobre nuevo modelo productivo, política
industrial o sostenibilidad del estado de bienestar.
Como recoge el Informe Mensual de Noviembre de Caixa Bank
Research (http://www.caixabankresearch.com/la-industria-como-ejede-
transformacion-pasado-presente-y-futuro), en los últimos 20 años
la industria en España, en plena revolución tecnológica, perdió un 15%
de puestos de trabajo, mientras el resto de sectores ganaron un 37%; la
contribución del valor añadido industrial al PIB se redujo entre 1995 y
2015 de casi el 20% al 16%.
Con una visión temporal más amplia, en los últimos 160 años y referido
ya a EEUU, la participación del empleo industrial aumentó hasta
mediados del pasado siglo, llegando a suponer uno de cada tres
puestos de trabajo; ahora se acerca a uno de cada 10. Mientras, los
servicios han aumentado, ininterrumpidamente, su cuota de empleo
desde menos del 20% hacia 1850 a casi el 70% en el momento actual.
El esquema sectorial evolutivo a largo plazo que diseñaron Allen
Fischer y Colin Clark hacia 1940 se ha confirmado en las economías
más avanzadas. Durante el pasado siglo, “el factor tecnológico
adquiere una importancia creciente y las ganancias de productividad
del sector manufacturero se aceleran. A medida que este patrón se
consolida y el nivel de renta de los trabajadores se eleva, aumenta el
peso de las actividades ligadas al sector de los servicios, como las
relacionadas con el ocio, la sanidad y la educación”
El mecanismo que se encuentra detrás de estos cambios es el que trata
de explicar Baumol: la enfermedad de los costes, conocida también
como el mal de Baumol. En 2o12 publica un libro con un título muy
llamativo, The cost disease: Why computers get cheaper and health
care doesn’t. La revista The Economist le dedicó artículo en el que lo
calificaba de “enfermedad incurable”
Su diagnóstico comienza en 1967, cuando William Baumol publica un
interesante artículo sobre las razones y consecuencias de un
crecimiento desequilibrado, que se produce al convivir sectores
tecnológicamente estancados frente a otros fuertemente progresivos.
El tema de la heterogeneidad de sectores y su incidencia sobre el
crecimiento y los excedentes de trabajo, ha sido un tema habitual de
análisis. En particular se ha insistido en la dicotomía entre sectores
expuestos al comercio (la mayor parte de la industria) y los noexpuestos
(en particular parte de la agricultura, algunos servicios y
parte de la pequeña industria).
Un desarrollo equilibrado exigiría que los progresivos excedentes de
renta de los sectores no-comercializados se dedicasen a invertir en
tecnología y en acumulación de capital en el resto (sectores
comercializados), con mejoras de productividad y relocalización de
factores. En particular, el equilibrio exige que el volumen de
trabajadores liberados en los sectores con incrementos de
productividad, no esté muy lejos de las oportunidades de nuevos
empleos en los restantes.
El trabajo de Baumol desplaza la tradicional separación entre sectores
expuestos o no a la libre competencia de los mercados, a la de sectores
estancados o progresivos en términos de cambio tecnológico, que
traslada la habitual dicotomía agricultura/industria a la de
industria/servicios. En su análisis, una economía podía representarse,
de forma simplificada, por dos grandes sectores: uno, en que los
incrementos de productividad son sólo esporádicos (como en una
amplia variedad de servicios tales como los de gobierno, educación,
restaurantes y actividades para el tiempo libre), en que el trabajo es su
propio producto más que un factor adicional de producción; otro,
compuesto por “actividades tecnológicamente progresivas (como las
manufacturas), en las que las innovaciones, acumulaciones de capital y
economías de escala, tienen un efecto acumulativo en la producción
por hora trabajada”.
La consecuencia de una economía con un sector estancado y otro
progresivo, es un crecimiento desequilibrado. El sector estancado verá
aumentar, comparativamente con el progresivo, sus costes y precios. Si
las proporciones de la producción entre ambos sectores se mantienen
relativamente constantes, el área de inputs utilizados por el sector
estancado (y el área de gastos de consumo dedicado a la compra de
sus productos), tiende a aumentar progresivamente. Es decir, el sector
progresivo mejora productividad, reduce mano de obra y aumenta
salarios por persona y todo ello es compatible con reducciones de
precios. Por su parte, el sector estancado, mantiene productividad (o al
menos tiene unas ganancias más reducidas) pero tiene que hacer
frente a las elevaciones salariales provocadas por el sector progresivo,
con lo que verá incrementados sus precios relativos y la proporción de
empleo.
En un trabajo posterior en la misma línea, Baumol, Blackman y Wolff
(1985), revisan el modelo inicial partiendo de la incorporación de un
tercer sector, el «asintóticamente estancado», que utiliza parcialmente
inputs del sector progresivo y en otra parte del estancado.
Con datos de EEUU, incluyen como sectores progresivos los
manufactureros y algunos casos espaciales de servicios, tales como
comunicaciones, comercio y alquiler de edificios. Entre los estancados
consideran minería, construcción y una gran parte del sector servicios,
tales como finanzas y seguros, gobierno y diversos servicios generales
como los educativos, sanidad, hoteles, esparcimiento y servicios a
empresas. Es decir, el sector servicios incluye alguna de las actividades
más progresivas junto con las más estancadas tecnológicamente. La
evidencia empírica que aportan, apunta hacia los siguientes hechos:
Aumento de los precios relativos y área de gasto de los servicios, tanto
en el tiempo como por países, al aumentar el grado de desarrollo.
Se confirma, por tanto, el denominado mal de Baumol (“Baumol cost
disease of the stagnant services”): los diferenciales de productividad se
trasladan a los costes unitarios de los sectores tecnológicamente más
estancados que aumentan continuamente con relación al coste de los
productos progresivos.
Además, este subsector tecnológicamente estancado de los servicios,
ha venido absorbiendo principalmente los excedentes de fuerza
laboral.
Dado que un sector de los servicios característico de ese posible
estancamiento de la productividad es el público, no es de extrañar que
el enfoque de Baumol se haya concentrado en este sector en particular,
a la hora de encontrar una justificación para el crecimiento relativo del
gasto público que se observó durante una amplia época, en particular
en sanidad y educación.

William Jack Baumol (Nueva York, 1922;+2017).
Economista por la Universidad de Nueva York. Ph.D por la
Universidad de Londres. Profesor en la Universidad de
Princenton. Profesor de Economía y Director del Starr Center
for Applied Economics, New York University.
Considerado uno de los grandes economistas de la historia y
autor de numerosos libros y estudios sobre diversas ramas
de la economía. ty of London (aunque también estuvo
afiliado a la Universidad de Princeton) que escribió sobre la
economía laboral y otros factores económicos. También
realizó valiosas contribuciones a la historia del pensamiento
económico y a la teoría de la organización industrial y la
regulación, siendo uno de los creadores de la teoría de los
mercados contestables o desafiables.
Profesor emérito de Princeton University y del C.V. Starr
Center for Applied Economics, de New York University, el
cual dirigió por muchos años. Llevaría mucho espacio hablar
de las contribuciones de éste neoyorquino a la Economía. Por
eso, aquí se destacan dos áreas que han sido especial objeto
de atención: el modelo de Tobin-Baumol y su teoría del
crecimiento.
El modelo matemático de Tobin-Baumo . Ideado por
James Tobin y reformulado por William Baumol, es el
ejemplo por excelencia que explica la demanda de dinero,
con el fin de intercambiarlo por bienes y servicios, teniendo
en cuenta a la vez un motivo "especulación".
Señalan éstos autores que mantener dinero en líquido (es
decir, en efectivo), tiene un coste de oportunidad,
consistente en el monto de intereses que se deja de ganar
por no tenerlo colocado en activos. Pero también un aspecto
positivo, ya que tener dinero líquido permite hacer frente a
cualquier transacción de una manera rápida.
Suponiendo que un señor recibe sus ingresos en la cuenta
corriente de un banco, cada vez que quiera retirar dinero
tendrá unos costes de tiempo empleado y desplazamiento.
Por eso no nos debe extrañar que a este modelo se le
conozca como... "El Modelo del Coste de la Suela de los
Zapatos".
Minimizando una expresión matemática que considera todos
éstos costes, se obtiene el número óptimo de veces que al
señor le interesa ir al Banco y el saldo promedio de demanda
de dinero óptimo.
Esta demanda será mayor cuanto:
 Mayores sean los costes de acudir al Banco.
 Mayores sean los pagos que el agente prevé que tendrá
que realizar.
 Menores sean los tipos de interés que se pueden obtener
colocando el dinero.
Y el número de veces óptimo que el señor va al Banco
depende inversamente de la demanda óptima de dinero.
El crecimiento económico. La otra aportación esencial de
Baumol es explicar cómo se genera el crecimiento.
Apoyándose en autores clásicos, Baumol explica el
crecimiento como efecto de la innovación, considerando al
empresario una figura clave cuya misión principal no es
inventar y ni siquiera la asunción de riesgo, que hoy día
correspondería al socio capitalista, sino saber atender las
necesidades de los demandantes de forma rápida y
adecuada.
El lector interesado en Baumol, también debería consultar
sus contribuciones matemáticas, muy interesantes, acerca
de la teoría de juegos y programación lineal.

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