Decir que el objetivo es otro, es de algún modo apoyar, sea desde la torpeza o desde el complicidad, uno de los más devastadores proyectos surgidos en el siglo XX: el castrismo. Hay quienes prefieren llamarle neocastrismo, poscastrismo, neocomunismo. Pudiéramos escribir en piedra varios sinónimos posibles, muchos le vienen como anillo al dedo, pero sin duda su cordón umbilical, anzuelos, intereses, fábula, modus operandi y hasta sus convulsiones siguen manteniendo y defendiendo la esencia del castrismo, lo que siempre ha hecho y lo que nunca dejará de hacer, aunque a veces pareciera que cambia de disfraz. Y Venezuela lo está demostrando cada vez más.
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