En: http://www.lapatilla.com/site/2011/06/26/carlos-blanco-mas-sobre-la-transicion/
Carlos Blanco
El país ha comenzado desde hace algún tiempo una transición política. Ésta deviene de la voluntad de un sector excluido política y civilmente, que sabe que no puede vivir bajo el mandato de Chávez y está decidido a sustituirlo, y la situación de otro sector, los nuevos dueños de Venezuela, –ahora minoritario- que sabe que no puede sostenerlo a troche y moche. De acuerdo a Lenin los requisitos para un cambio están presentes: “una revolución exitosa contra un poder establecido sólo se alcanza si se da la siguiente combinatoria: los de abajo no quieren, y los de arriba no pueden” (seguir viviendo de la misma manera). En la Venezuela de hoy ni los de abajo quieren ni los de arriba pueden.
La misteriosa enfermedad presidencial obliga a cavilar sobre hipótesis de las cuales se desprenden escenarios diversos, aunque deberá tenerse presente que bajo una institucionalidad descompuesta como la actual, sin fuerzas políticas sólidas, sin liderazgos establecidos fuera del menguante de Chávez, y con un país roto, las predicciones casi imposibles. Más aún si la enfermedad presidencial permanece en la caja negra capturada por los cubanos sin que se sepa nada que no sea el cretinismo aducido por sus voceros según el cual el jefe sigue en su cargo, como si nada, como si estuviera de vacaciones en La Orchila.
Número 1: No pasa nada
Supóngase que el Presidente se recupera en los próximos días y viene a su puesto de trabajo. Nadie salvará a los venezolanos de las interminables cadenas sobre cómo tenía engurruñado el corazón al pensar en sus compatriotas. Sin embargo, desde el punto de vista político los asuntos de la República seguirían en la misma pendiente de deterioro sin más sobresaltos que los derivados del autoritarismo rampante conocido. Se volvería a las andadas, con desfiles monumentales propios de la apoteosis del caudillo, con tanques rusos a todo meter. Sin municiones, claro.
Número 2: Lenta recuperación en Venezuela
El Presidente se viene al país del cual huye, pero el asunto pélvico deja sus secuelas de dolor y clama por una demorada recuperación. En este caso el hombre estaría allí, como testigo de su propia ausencia, con intervenciones singulares, sin la omnipresencia de estos 12 años, pero apto para tomar las decisiones fundamentales del bochinche que inspira y maneja. En esta situación, los que tengan más acceso al espacio donde convalece el jefe serán los que administren el poder y no la más amplia gama de actores con la que solía hacerlo. Obsérvese que en los días recientes el verdadero portavoz de Chávez ha sido Nicolás Maduro y no el que está como Vicepresidente. Así sería, con unos pocos más, la administración del poder. Una suerte de liderazgo interruptus que depende de estados de salud, de ánimo y de decisiones médicas que, sin duda, funcionarían como restricciones a la reconocida hiperactividad del paciente. Por lo pronto los lugartenientes toman posiciones.
Número 3: Lenta recuperación en Cuba o acá
Este escenario crea una crisis institucional cantada. Si Chávez se queda en Cuba o se recluye en Venezuela por mucho tiempo, las contradicciones existentes dentro de su movimiento, que sólo él ha podido manejar, explotarán. Obsérvense los pasos hacia adelante y hacia atrás de diputados, ministros, asomados y demás dolientes: repiten que el caudillo está muy bien y que ya viene, pero ni habla ni viene lo cual crea incertidumbre en sus filas. En este caso la crisis de gobernabilidad se acentuaría sin que ningún factor político esté en capacidad de conducir la crisis a menos…
A menos que la lucidez tomara por asalto algunas mentes demasiado satisfechas de sí mismas tanto en el gobierno como en la oposición. Esto requeriría un entendimiento de amplio espectro para que la transición a un nuevo gobierno sea pacífica, democrática y sin que nadie sea excluido o disminuido. El liderazgo de Chávez ha sido demasiado fuerte. Sus partidarios y sus oponentes han vivido (o padecido) alrededor de su figura; su mutis temporal pero demorado obliga a pensar en un país no dominado por él.
Si Chávez necesita un tiempo para su salud que no marche al ritmo del despeñadero en el que ha puesto al país, a los efectos prácticos reinará pero no gobernará. Será una referencia como lo es ahora a través de mensajeros, intérpretes, exégetas y emisarios, pero no será él, y si no es él, no es.
El PSUV
Hablar de estos temas no es expresar un deseo sobre el destino del Presidente sino abordar el más grave asunto institucional que Venezuela tiene en sus manos y en su destino. La ausencia de Chávez, sea que ésta entristezca o alivie, es un hecho político que el silencio no disminuye sino que hace más relevante porque levanta sospechas que no existían hasta hace pocos días.
El PSUV tiene que admitir que ninguno de sus dirigentes calza los puntos para sustituir a Chávez y seguir con las políticas agresivas, de exclusión y de violencia contra las fuerzas democráticas. No tienen liderazgo para lanzar al chavismo en la calle contra la oposición; sólo cuentan con la agresividad de algunos jefes militares bajo su mando y pocas unidades represivas –aunque feroces-. Carecen de la fuerza de Chávez para hacer lo que hace Chávez.
Una decisión sabia sería –en la hipótesis número 3- que se busquen los puentes para entendimientos que prevengan desarrollos caóticos y violentos ante los múltiples desafíos existentes. Tómese lo de las cárceles como sangriento ejemplo de los temas inmanejables por un gobierno unilateral, mermado pero violento.
La oposición
El silencio opositor, con pocas excepciones, es asombroso. La disidencia democrática tendría que prepararse para una situación en la cual el Presidente esté ausente por un largo período, incapacitado para manejar los asuntos cotidianos, que son los momentos en los cuales le crecen los colmillos a todos los circunstantes. Una situación como ésta requeriría lanzar una fuerte ofensiva democrática que obligue a los de aquel lado a debatir el asunto.
¿Puede admitirse la ausencia del Presidente por tiempo indefinido? ¿Puede el Presidente gobernar desde una camilla en La Habana? ¿Quién es el vocero de las decisiones de Chávez? ¿Qué papel tiene el gobierno cubano en su permanencia en Cuba? ¿Será posible que sean médicos o militares cubanos quienes tengan la última palabra sobre las condiciones de Chávez para regresar a Venezuela? ¿Qué médicos venezolanos pueden dar la cara para explicar las circunstancias reales en las que se encuentra el paciente? ¿Serán los ministros venezolanos portavoces de diagnósticos, decisiones y recomendaciones de médicos controlados por la jerarquía del Partido Comunista de Cuba?
La gravedad de los asuntos es tan enorme como la del paciente. Tanto, que hay abandono en masa de la fragata escarlata. Créanme.
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