MARCOS CARRILLO | EL UNIVERSAL
viernes 25 de enero de 2013 12:00 AM
El sometimiento a Cuba del gobierno que usurpa el poder es deliberado y carece de todo recato. Sobran ejemplos, pero entre los más vergonzosos está la reunión a puerta cerrada entre el presidente encargado, el de la AN y el de Pdvsa. (Vale la pena preguntarle a quienes apoyan este despropósito qué hubieran dicho si en la época de la democracia una reunión similar se hubiera llevado a cabo con el presidente de EEUU). El írrito canciller no se quedó atrás, esta semana fue a rendir honores y a coger línea directamente de la oligarquía que allá gobierna.
No hay ni siquiera un intento de disimulo, lo que quedó corroborado con la intervención del limitado Darío Vivas en la AN. Dijo el diputado que los venezolanos "aman la revolución cubana, se sienten expresada (sic) con la revolución cubana, aman a Fidel Castro". La frase pronunciada en el palacio legislativa es el equivalente de las banderas cubanas que oscilan en fronteras, dependencias gubernamentales y cuarteles a lo largo y ancho del país para que no quede duda de la sumisión del PSUV a la orden cubana.
Las implicaciones de la confesión son importantes:
En primer lugar, el Vicepresidente de la AN miente. Todas las mediciones han comprobado reiteradamente que más del 80% de los venezolanos rechaza la decadencia cubana. Es decir, inclusive la mayoría de quienes han votado por el PSUV se desmarca de ese despropósito.
Por otro lado, el diputado asume que son venezolanos sólo quienes apoyan el comunismo antillano y aman a los gestores de las atrocidades en ese pedazo de tierra, de donde la gente escapa desesperada por los abusos y el hambre. Según la frase quienes rechazamos esa ideología no somos venezolanos. Exclusión fascista y violenta, por lo tanto inaceptable.
En tercer lugar, no se trata al gobierno cubano y a sus manejos con un lenguaje de estadista sino con uno de pareja en éxtasis de subordinación erótica: se usa la palabra "amor" como muestra de un apego dócil y sin cuestionamientos a un hombre. Lo que ellos practican es lo que esperarían de quienes defienden la democracia y rechazan el vasallaje. Por eso se exasperan al no lograrlo. Por eso el lenguaje abyecto contra quienes los contradicen, los golpes del diputado Farías a Julio Borges o las persecuciones y vejaciones a los funcionarios públicos que se atreven a disentir.
Las reverencias y declaraciones de amor al castrismo por parte de la dirigencia chavista van dirigidas no sólo a tratar de promover sus principios en el país. Son también un salvoconducto para la supervivencia política de quienes se saben sometidos a escrutinio de fidelidad por los órganos de inteligencia de los Castro. Como en todo totalitarismo, quien sea tibio con los mandones es sospechoso y debe ser excluido. De allí el apasionado campeonato de adulación que presenciamos entre las filas del partido de gobierno.
Partidos políticos, sociedad civil y fuerza armada deben articularse, con templanza y razón, para enfrentar, con los mecanismos que la democracia ofrece para su propia defensa, el colonialismo cubano y el fascismo de quienes gobiernan.
No hay ni siquiera un intento de disimulo, lo que quedó corroborado con la intervención del limitado Darío Vivas en la AN. Dijo el diputado que los venezolanos "aman la revolución cubana, se sienten expresada (sic) con la revolución cubana, aman a Fidel Castro". La frase pronunciada en el palacio legislativa es el equivalente de las banderas cubanas que oscilan en fronteras, dependencias gubernamentales y cuarteles a lo largo y ancho del país para que no quede duda de la sumisión del PSUV a la orden cubana.
Las implicaciones de la confesión son importantes:
En primer lugar, el Vicepresidente de la AN miente. Todas las mediciones han comprobado reiteradamente que más del 80% de los venezolanos rechaza la decadencia cubana. Es decir, inclusive la mayoría de quienes han votado por el PSUV se desmarca de ese despropósito.
Por otro lado, el diputado asume que son venezolanos sólo quienes apoyan el comunismo antillano y aman a los gestores de las atrocidades en ese pedazo de tierra, de donde la gente escapa desesperada por los abusos y el hambre. Según la frase quienes rechazamos esa ideología no somos venezolanos. Exclusión fascista y violenta, por lo tanto inaceptable.
En tercer lugar, no se trata al gobierno cubano y a sus manejos con un lenguaje de estadista sino con uno de pareja en éxtasis de subordinación erótica: se usa la palabra "amor" como muestra de un apego dócil y sin cuestionamientos a un hombre. Lo que ellos practican es lo que esperarían de quienes defienden la democracia y rechazan el vasallaje. Por eso se exasperan al no lograrlo. Por eso el lenguaje abyecto contra quienes los contradicen, los golpes del diputado Farías a Julio Borges o las persecuciones y vejaciones a los funcionarios públicos que se atreven a disentir.
Las reverencias y declaraciones de amor al castrismo por parte de la dirigencia chavista van dirigidas no sólo a tratar de promover sus principios en el país. Son también un salvoconducto para la supervivencia política de quienes se saben sometidos a escrutinio de fidelidad por los órganos de inteligencia de los Castro. Como en todo totalitarismo, quien sea tibio con los mandones es sospechoso y debe ser excluido. De allí el apasionado campeonato de adulación que presenciamos entre las filas del partido de gobierno.
Partidos políticos, sociedad civil y fuerza armada deben articularse, con templanza y razón, para enfrentar, con los mecanismos que la democracia ofrece para su propia defensa, el colonialismo cubano y el fascismo de quienes gobiernan.
No comments:
Post a Comment