Thursday, January 10, 2013

Regresa por favor

En: http://www.eluniversal.com/opinion/130110/regresa-por-favor
 
RUBÉN DE MAYO |  EL UNIVERSAL
jueves 10 de enero de 2013  12:00 AM
Ante el tragicómico espectáculo dado por Nicolás Maduro, vicepresidente de la República, y Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, que regrese Chávez es el deseo de todos los venezolanos, opositores y chavistas.

Hablemos de Maduro. Todos hemos tenido que padecer su tono melodramático, propio de la más cursi telenovela, y ese semblante estreñido, de cejas fruncidas y aire de severidad solemne.

Su tono melodramático lo adquiere cuando se expresa de Chávez; aquí, el hombre flaquea, sus ojos lagrimean y la voz se le proyecta entrecortada por el más hondo pesar que hombre alguno haya sentido. Todo su discurso está impregnado de la benignidad y el amor de nuestro santo comandante, a quien él ha canonizado y elevado a los cielos.

Al escuchar a Maduro, cuesta creer que habla de un hombre de carne y hueso como Chávez; y su devoción nos recuerda a la santa devoción y entrega espiritual de los apóstoles por Jesús de Nazaret. Tan impregnado está su discurso del santo comandante que no puede pronunciar más de dos frases seguidas sin nombrarlo (nos imaginamos que alguna lección le ha tenido que dar, a este respecto, Félix Osorio, el ministro para la Alimentación), sin mentarlo con ojos amorosos y como observando al cielo, a ver si el luminoso rostro de Chávez se le aparece felizmente entre las algodonadas nubes celestiales donde él lo ha entronizado. Yo, con estos oídos, lo he escuchado hasta suspirar lánguidamente por nuestro santo presidente al pronunciar su nombre.

Francamente, a mí tanto amor me pone como nervioso, por su excesiva melosidad. Ese amor amelcochado, hecho todo él de suspiro y algodón de azúcar aparte de empalagarme por pregonarlo tan ruidosamente a los cuatro vientos, para que todo el mundo se entere de ese amor inmarcesible, que sobrevivirá más allá de la muerte, según el mismo Maduro ha confesado cuando ha dicho que su lealtad hacia Chávez es a prueba de muerte. El amor de Maduro es tan grande que él mismo no lo puede contener en su corazón, de forma íntima y discreta, haciéndolo público hasta el hartazgo y el fastidio (¡y qué fastidio, la verdad!), desbordándose en adjetivos amorosos y frases embadurnadas de miel hacia Chávez. Y uno se pregunta, respetuoso del sentimiento privado de nuestros semejantes: ¿no será mejor que estos bellísimos sentimientos sean profesados más discretamente? ¿Acaso usted, querido lector, anda gritando por la calle, sin pudor alguno, su amor y veneración a tal o cual persona? ¿Eso no es un asunto suyo, que le atañe nada más a su corazón? ¿No duda usted de este desenfreno de amor que se empeña en convencer a los demás, a todo un país, del propio amor?

Y en relación al aire de severidad solemne de Maduro, no es un secreto para nadie que Maduro no tiene una personalidad jovial y magnética, que nos haga sentir en un ambiente distendido y relajado. Por el contrario, Maduro es ceñudo y acartonado, sin la graciosa anécdota en la boca y las salidas jocosas del amor de su vida, nuestro comandante.

Y ahora hablemos de Diosdado. Visto a Maduro de cerca, natural que a la oposición le caiga mejor Diosdado. Además, él sí que podría ser el candidato de la patria, en el sentido de sustraer al chavismo de la vergonzosa tutela de Cuba. Otra cosa que se agradece es que, como las relaciones de Diosdado con Chávez han estado signadas por la horizontalidad, han hecho caminos juntos, no se evidencia, por mucho que nombre a Chávez, esa subordinación y servilismo que tan mal caen a un espíritu libre y digno. Sin embargo, Diosdado no tiene simpatía popular: el chavista de a pie lo percibe camaleónico y traicionero, nadando en un mar de dinero, más preocupado por su parcela de poder que por el interés general.

Visto todo lo anterior, observando la mezquindad de Maduro para que Diosdado no sea Presidente encargado (hasta se atrevió a decir que si Diosdado, es decir, el presidente del Congreso, era designado Presidente encargado de la República, ante la ausencia temporal de Chávez, como reza la Constitución, eso podía considerarse un golpe de Estado); y la aprehensión de Diosdado por el liderazgo de Maduro y su probable candidatura presidencial. Hartos todos (opositores y chavistas) de esta mala e infame pelea por el poder, camuflada de amistad, y de ambos personajes, debemos orar fervorosamente porque nuestro comandante Chávez se recupere y pueda asumir lo antes posible el ejercicio efectivo de su presidencia. Que llegue el Comandante y mande a parar, como dice la canción. Chávez, regresa por favor.

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