Enrique Meléndez / especial Noticiero Digital / 31 ago 2015.- Cuando la ciudad de Cumaná arribe a sus 500 años el próximo 27 de noviembre, día en que fue fundada por una congregación de franciscanos en el año de 1515, se encontrará, según lo señala el escritor y abogado Jesús Torres Rivero, con una situación de colapso de su estructura urbana.
Torres Riveros destaca el hecho de que la capital del estado Sucre vino a ser la primera ciudad que se funda en tierra firme por parte de la conquista española en Sudamérica, y la primera en la que se va a oficiar una misa, y que su nombre deriva de una de las etnias que habitaban la zona, los Cumanagotos, un pueblo muy belicoso que no permitía que en ese lugar se establecieran intrusos.
La historia cuenta que para poder levantarse el convento en esa zona del Golfo de Cariaco conocida como El Puerto de las Perlas, los franciscanos, quienes por ese entonces se encargaban de la colonización de aquellas tribus, necesitaron contar con refuerzos militares. Y a medida que pasaban los años y se terminaba de reducir la resistencia de aquellos aborígenes, en cada refundación del poblado adoptaba un nombre nuevo; pues, primero se llamó Nueva Toledo; luego, Nueva Andalucía y, por último, Cumaná.
Se cuenta que una vez establecido el monasterio, allí se hospedó Bartolomé de las Casas cuando entonces andaba en el afán del reconocimiento a la condición humana de los indígenas, y de donde nacería la famosa Leyenda Negra. Cumaná, por lo demás, cuenta con un procerato bastante importante que se destacó durante nuestro proceso de independencia, a la cabeza del Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre; además de una pléyade de poetas y escritores, entre los que sobresalen Andrés Eloy Blanco y José Antonio Ramos Sucre.
Según un estudio equipo de especialistas de la Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles del BID que trabaja en Cumaná, la ciudad se ha ido degradando a medida que más y más habitantes han ido ocupando el terreno sin una adecuada planificación; lo que ha causado diversos problemas como contaminación de los cuerpos de agua; escasez de los servicios domiciliarios, altos índices de pobreza y exclusión, y congestión de vías públicas.
De acuerdo al informe, Cumaná se ha expandido en los últimos 10 años en un 60%, afectando sus reservas naturales, y que como resultado de este crecimiento anárquico, el 80% de la población se ve afectada por cortes en el servicio eléctrico; aparte de como no existe un plan vial secundario. Como ejemplo se menciona que desplazarse de forma rutinaria de una parte a otra de la ciudad puede tomar hasta una hora y media ya que las principales vías no se conectan fácilmente entre sí.
“Después del auge petrolero, gran parte de la ciudad ha caído en abandono. Muchos monumentos han sido demolidos, abandonados o deformados, por lo que la fisonomía original de la ciudad ha ido desapareciendo y el centro histórico está perdiendo su identidad. Si nada cambia, la calidad de vida de las generaciones presentes y futuras puede quedar muy comprometida”, dice el informe.
A ese respecto, el informe concluye que “para revertir este proceso, es importante comenzar a planificar la ciudad de forma integral, con un concepto de identidad propia y de visión a futuro con una vocación turística que le permita atraer ingresos. Pero no solo turismo de playa, sino también turismo cultural y turismo naturalista donde el epicentro sea la gente. Para ello, es fundamental tener una ciudad más inclusiva y equitativa”.
De allí la presencia de este equipo de especialistas de la Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles del BID en Cumaná elaborando un proyecto en ese sentido; siendo precisamente la aspiración de los cumaneses el que sea aprobado para este cincuentenario.
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