Thursday, June 29, 2017

El siglo de Santos Yorme; por Tomás Straka

Muere Pompeyo Márquez en el contexto de una rebelión popular. Lúcido y activo hasta el final de sus noventa y cinco años, lo hace del mismo modo en que vivió su largo tránsito por este mundo: militando en las causas que consideró justas. Tal vez ya no estaba para las acrobacias de Santos Yorme, su alter ego de conspirador que lo hizo legendario en los cincuentas, o para faenas como su espectacular fuga del Cuartel San Carlos, pero aún participaba en foros, hablaba en los medios, seguía escribiendo con regularidad, en plena sintonía con las luchas actuales. Para todos, pero en especial para los más jóvenes, tenía el encanto de las leyendas vivas. Muchachos que no han conocido otra cosa que el chavismo, se encontraban con el conspirador de la Resistencia que jamás pudo ser capturado por la Seguridad Nacional; políticos, periodistas, académicos que sólo sabemos por libros de la apertura que siguió a la muerte de Juan Vicente Gómez y de los años fundacionales del Partido Democrático Nacional, hablábamos con uno de sus miembros. Cuando el Estado glorifica la insurrección guerrillera de la década de 1960, Pompeyo Márquez, uno de sus impulsores, hacía acto público de contrición, diciendo que aquello había sido un error. En momentos en que se intenta imponer una versión criolla del socialismo real, ahí estaba Pompeyo Márquez, con la autoridad moral que le daba haber abjurado de él en 1970, mucho antes de la Perestroika y Gorbachov, denunciando el gran fraude histórico que fue.

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