En: http://www.lapatilla.com/site/2011/05/23/alonso-moleiro-el-crecimiento-de-la-economia-alegria-de-tisico/
Alonso Moleiro
Algunos voceros del gobierno -y ciertos periodistas serviles que trabajan para su causa- parecen especialmente alborozados por las cifras que ofrece el comportamiento de la economía en el primer trimestre de este año.
Escenario este que constituiría, de acuerdo al alborozo que queda evidenciado, la máxima expresión del éxito económico, prueba palpable de los resultados de una estrategia acertada, punto de partida sin regreso en la construcción del socialismo. Argumentos esgrimidos por personas que no entienden nada del tema pero que tienen demasiada prisa por cazar en el aire alguna evidencia que les permita convencerse de las maravillas del entorno auspiciado por el presidente Hugo Chávez.
Veamos. Nada habría que objetar al dato en sí mismo: la economía venezolana presentó una recuperación trimestral que nadie tiene porqué desconocer y que, en rigor, no tiene nada de particular.
Lo verdaderamente significativo era lo contrario: sentarnos a contemplar como, en plena era del auge en los precios de las materias primas, y con un barril de petróleo que supera casi siete veces la media histórica nacional, la economía nacional tenía dos años sumergida en una recesión espantosa, con un aparato productivo que sigue en ruinas y en un contexto en el cual nadie, salvo que tenga una garantía personal del presidente Chávez que sea presentada como prueba en contrario, se anima a colocar un bolívar sin correr un serio riesgo de ser expropiado.
Una recesión que iba a contracorriente del entorno de todas las economías latinoamericanas, casi todas viviendo un período excepcional de prosperidad y expectativas positivas.
Situación ésta que no deja de presentar paradojas para desglosar: mientras algunas naciones de la región, como Colombia, Chile o Perú, han tenido que fijar parámetros muy exigentes para ordenar el ingreso de capitales al país, en vista del contexto expansivo de años en el actual se desvuelven sus economías, en la actual Venezuela Bolivariana del control de cambios, no sólo están desaparecidas las inversiones extranjeras, sino que se han evadido por cualquier parte toneladas métricas de millones de dólares. Mientas, por otro lado, sigue siendo este, cuatro cuerpos más delante de su competidor más cercano, el país con la tasa de inflación más alta de la región.
Lo del precio de las materias primas es sencillamente para echarse a llorar. Quiere decir que más allá del petróleo, los precios del oro, del hierro; los precios de los metales preciosos, las oportunidades para expandir la producción y conquistar los mercados en el aluminio y el acero, por ejemplo, se han perdido mientras la actual administración empantana al tejido industrial nacional en una viscosa sucesión de consignas tan rimbombantes como inútiles. Otra oportunidad perdida para hacer realidad el siempre postergado reto de diversificar nuestra economía.
Lo de siempre: nóminas infladas, tráfico de influencias, corrupción, mermas en la producción. Una ruina general que puede ser vista con claridad en la piratería del “control obrero” que tiene lugar hoy en la CVG. No hay, a estas alturas, una sola muestra convincente de productividad, un solo caso de empresa confiscada que hable por sí sola de rentabilidad, un solo rubro de la economía nacional que presente algún nivel de producción alentador.
Y entretanto, los dos sectores fundamentales del comportamiento en el histórico del Producto Interno Bruto Venezolano, el sector petrolero y el de la construcción, continúan sin arrancar. El primero tiene ya varios años postrado, producto de una inoperatividad en Pdvsa que ni siquiera los estratoféricos precios petroleros de esta era han podido esconder. El segundo, acusando los efectos de la indiscriminada persecución a empresarios y empresas constructoras del tiempo reciente.
Volvamos al comienzo. Es cierto: después de cruzar el desierto con una política de tierra arrasada en el cual no hay disparate que no se lleve a cabo, los precios del petróleo de este momento lograron reactivas el consumo y produjeron un rebote estadístico que tiene un punto de condensación. El 4, 5 por ciento anunciado por el BCV.
Es una cifra que a todos nos alegra, porque nadie está apostando a entrar en el club de la ruina, pero que es francamente pírrica con el precio pagado a tenor de lo descrito anteriormente. Presentarla como una evidencia de progreso es francamente risible. Las distorsiones de la economía venezolana son alarmantes -sus niveles de riesgo país, su endeudamiento interno- y su aparato productivo sigue gravemente lesionado.
Siga el gobierno confiscando empresas y verá como no habrá precio petrolero que pueda con un Aló Presidente
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