GLORIA CUENCA
Un estimado amigo, lamentablemente fallecido, fue el creador de esa
expresión. (Dr. Bernardo Aguilera, qepd). Se refería a esa mezcla de emociones
que son la frustración y la rabia, expresada a la manera caraqueña. No creí por
mucho tiempo que la palabra era adecuada. Se ve que no conocía muy bien a mis
compatriotas venezolanos. Detrás de la frustración está la tristeza y el miedo;
detrás de la arrechera, una rabia explosiva y constante, pero que no es
asertiva. Eso pasa con los venezolanos: no saben canalizar la rabia hacia la
obtención de los objetivos concretos. Cuesta trabajo concentrarse en algo que
produzca resultados efectivos. Lo primero, no lo digo yo, lo dicen los grandes
de la gerencia, es tener claro: el objetivo. Por ejemplo, en el caso nuestro:
el objetivo, creo yo, debe ser ganar las elecciones de la Asamblea Nacional.
Sabemos, ya son más de 16 años que “lidiamos y aguantamos” a estos
neocomunistas y neofascistas. Si de algo saben, es de mortificarnos la vida.
Cada momento inventan algo nuevo para hacernos perder el norte; es decir,
“desnortarnos” y hacer perder el foco a un sector. ¿Cómo lo hacen? Inhabilitando
a gente nuestra, persiguiendo a quien ven potencialmente poderoso, quitando la
posibilidad de la información veraz, oportuna e integral, intrigando entre
nosotros por la vía de las redes sociales, estimulando los “superegos” de
algunos de quienes están en la disidencia, difamando e injuriando, amenazando,
manteniendo ocupada a la ciudadanía mientras buscan las medicinas, hacen colas
para conseguir alimentos o cumplen con la terrible burocracia, tipo cubana,
impuesta por “nuestros colonizadores” (por cierto, habrá que escribir una nueva
Teoría de la Dependencia Ideológica y un nuevo Retrato del Colonizado para
explicar cómo Cuba manda y nosotros ponemos los reales, pero ese es otro
punto), cuidarnos de la delincuencia, lo que implica un “toque de queda” a
partir de las cinco de la tarde, con lo que la vida la tenemos bien
mortificada. La terrible inflación, donde los reales no le alcanzan a nadie.
Dicho de manera resumida, son algunos de los “regalitos planificados que los
neocomunistas” nos hacen para que no tengamos tiempo de fijar objetivos ni
trabajar por ellos. A eso agreguemos la irresponsabilidad constante de quienes
están resignados a ser parias de la tierra por sus historias personales y por
el resentimiento, por supuesto, estimulado por los que desgobiernan a diario.
Que pasa Margarita
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