MARITZA
IZAGUIRRE.
Los
indicadores no mienten: el derrumbe del aparato productivo, el continuo aumento
en los precios de bienes y servicios, la inseguridad y el desaliento ante la
incapacidad gubernamental para enfrentar los problemas conduce cada vez con
mayor frecuencia al rechazo de la gestión gubernamental, lo que se traduce en
el recrudecimiento de quejas y protestas, algunas de ellas violentas, como
recogen los medios locales e internacionales.
La
ansiedad y angustia, vinculada al deterioro progresivo en las condiciones y
calidad de vida del venezolano, consecuencia del fracaso del modelo productivo
adoptado, exige reconocer de una vez por todas sus limitaciones y
enfrentar la realidad, caracterizada por una fuerte caída del producto interno
bruto, acelerada inflación y escasez pronunciada de los bienes indispensables
para satisfacer las necesidades básicas, tales como alimentos, medicinas,
productos de limpieza, sin olvidar repuestos, partes y equipos que
inciden en el transporte y movilización, de personas y bienes, contribuyendo
así al desabastecimiento.
Más aún,
los elevados precios señalan la pérdida del poder adquisitivo del salario, que
cada vez compra menos productos, como consecuencia de la alta inflación. A ello
hay que agregar el tiempo invertido en su búsqueda, que obliga al
desarrollo de toda una estrategia, en la que intervienen amigos, conocidos,
miembros del grupo familiar. Responsables en primera instancia de ubicar el
producto, luego identificar a quién de acuerdo con el número del documento de
identidad podría dirigirse al local y adquirir el producto. Tarea que debe ser
cubierta con celeridad para que, luego de ocupar su lugar en la cola, puedan
ingresar y finalizar con éxito la operación. Pero con frecuencia ocurre lo
contrario: el producto ya no está disponible, lo que obliga a buscarlo en
el mercado informal. Este siempre surge en situaciones de
desabastecimiento al responder con eficiencia a la escasez en el mercado
formal; de esta manera, a un mayor precio se satisface la demanda. Las reglas
del mercado operan superando los controles arbitrarios y la represión.
Esta
situación se repite día a día y conduce a la angustia y ansiedad de la
población, de allí que se hace necesario corregir el rumbo de las políticas
aplicadas. Es urgente rectificar y adoptar el conjunto de políticas que
faciliten la recuperación del crecimiento, generando empleo y riqueza
para todos y no pobreza y desaliento.
De allí la importancia de votar
masivamente el 6 de diciembre en busca de los cambios en la composición de la
Asamblea Nacional que permitan generar la presión necesaria para que el
Ejecutivo asuma la responsabilidad en el diseño y aplicación de los ajustes
necesarios, a fin de recuperar al golpeado aparato productivo interno, eliminar
la escasez y abatir la inflación, verdadero cáncer que destruye el poder
adquisitivo del venezolano.
Vía El
Nacional
Que pasa Margarita
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