Tuesday, June 20, 2017

Editorial El Nacional: El heroísmo de los fiscales

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Mientras en la reunión de la OEA se daba inicio a una batalla histórica por la democracia en América Latina, aquí en Caracas cientos de funcionarios de la Fiscalía salían a la calle para apoyar a Luisa Ortega Díaz, la fiscal general que se enfrenta a los sectores más fétidos del madurismo y del narcoterrorismo internacional con el objetivo de evitar que una camarilla de civiles y militares asesinen la Constitución.

No se trata de un vulgar enfrentamiento entre corrientes contrarias del oficialismo que combaten por el poder, sino de una lucha con objetivos más justos y democráticos: evitar que una fracción de hamponcillos disfrazados de líderes revolucionarios sigan hundiendo la República en un inmenso pantano de corrupción, violencia e impunidad.

Al verse derrotados por la historia y por el rechazo de sus propios militantes que sufren hambre y sed, que se sienten desprotegidos ante el auge del hampa y que están cansados de la complicidad de los cuerpos de seguridad con las bandas criminales que operan en las barriadas, el gobierno de Maduro inventa un chaleco antibalas como lo es la asamblea constituyente, popularmente conocida como la prostituyente.

La verdad es que lo de prostituyente le viene como anillo al dedo porque su intención evidente es la de prostituir la carta magna que, entre tantas cosas malogradas en estos años, es lo único que se mantiene –entre zurcidos y remiendos– como lo respetable de los comienzos de la hegemonía bolivariana, tanto por el énfasis que le dio Chávez al pregonarla en sus mitines, programas de televisión y radio, entrevistas en la prensa escrita, avisos publicitarios a montón, afiches y hasta sobrenombres populares que calaron en la gente: la Bicha.

Quiérase o no, el librito azul que Chávez se sacaba del bolsillo a cada rato se hizo popular y quedó sembrado en la conversa popular. Pero la Bicha ahora resulta inconveniente para las acciones delictivas de las bandas de malhechores que manejan el supuesto socialismo bolivariano, o mejor dicho, que se roban con urgencia cada vez mayor y de las más increíbles formas y maneras el tesoro nacional. La prostituyente aspira (o aspiraba) a ser un escudo protector de corruptos que no soportan un cambio en el gobierno, pero que ha terminado por ser la guillotina de sus vilezas y el fin de sus fechorías.

Falta recorrer un largo camino en el transcurso del cual se irán separando los dos cuerpos del oficialismo: aquellos que han tenido la valentía de enfrentarse a las vilezas del poder y que han respondido a Maduro ante el quiebre de la historia y la firmeza de que no cuenten con ellos. No es una traición porque si no asumieran su verdadera condición de chavista terminarían siendo un clon de Diosdado, o de Tareck o, peor, de Reverol.

Los venezolanos han descubierto, en esta ruta, que cuando un general en jefe es capaz de decir con cara de póker que está dispuesto a respetar los derechos humanos y no disparar, se olvida de que la Constitución lo obliga. Quiérase o no. Siempre lo hemos dicho: si le preguntas a una jinetera en Cuba si está dispuesta a hacer el amor por dinero, ¿qué te dirá? No se rehúsa porque el G-2 le quita el trabajo.

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