En: http://www.lapatilla.com/site/2012/03/04/alonso-moleiro-pdvsa-eslabon-superior-del-fracaso-industrial/
Alonso Moleiro
Los nuevos accidentes industriales de Pdvsa, con su impacto ambiental al remolque, convenientemente disimulados por el gobierno nacional y sus medios de comunicación, deberían servirle de muestra a la nación para evaluar con serenidad la profundidad del daño al aparato productivo hecho a la nación en estos 13 años de ininterrumpida administración.
No se trata sólo de la responsabilidad política; del largo estancamiento del PIB petrolero; de la eterna posposición de los planes de expansión y de la conversión del mentado Plan Siempre Petrolera en una consigna sin contenido. Venezuela es hoy el país petrolero que menos produce en relación de su volumen total de reservas.
La crisis de Pdvsa, que hace mucho rebasó el marco sensorial de las especulaciones y tiene una ración de costados palpables, le tiene que servir a la nación de marco para pasarle revista a la desastrosa administración de nuestro aparato productivo en manos de los actuales gobernantes.
Adelantando una eficaz estrategia comunicacional cruzada de toda suerte de presupuestos falaces, la administración de Hugo Chávez ha hecho realidad, con un ingreso petrolero diez veces superior a la media de los años 90, la más corrosiva y destructiva de todas las estrategias industriales.
Tiene el país, en este momento, un parque nacional industrial deslavado y ha acentuado la más secular de todas sus desdichas: ser una nación monoexportadora que dilapida todos sus recursos en cargos, consignas banales, coimas y toda suerte de hechos de corrupción, viviendo de una artificiosa sensación de bienestar merced a los precios del crudo, sin lograr diversificar su economía y consolidar una auténtica estrategia de desarrollo.
El chavismo ha convertido en chatarra a las empresas de Guayana; ha fracasado en todos sus planes agroindustriales; tiene todos sus planes petroquímicos pospuestos; no ha logrado sacar un nuevo pie cúbico de gas de las reservas inventariadas en los proyectos costa afuera y consolida una torpe estrategia cambiaria y fiscal que le complica a cualquiera los pasos para adelantar estrategias productivas y encarece hasta limites inconcebibles cualquier bien con valor agregado nacional. Por si esto fuera poco, espanta cualquier tentativa de inversión y le pone toda suerte de trabas a la producción independiente.
Textiles, válvulas, autopartes, cemento, cabillas: difícil, por no decir imposible, encontrar algún rincón de la gesta productiva nacional que presente un costado alentador.
Los activos estatizados manejados con los criterios más estúpidos e inconducentes que pueda concebir cualquier manual de gerencia, ofreciendo todos los días resultados descorazonadores –Friosa, la Electricidad de Caracas, Sidor, Agroisleña, y aportando, a quiera verlo, insumos concluyentes en torno al los tóxicos efectos de cualquier estrategia colectivista, que prescinda deliberadamente del sector privado en cualquier estrategia productiva.
Esta es la realidad: 13 años de oportunidades y un cuantioso volumen de recursos malbaratados. Dilapidados usando una ridícula y falaz postura patriotera que intenta disfrazar el más rotundo de todos los fracasos.
No hay en el país un sólo experimento productivo, una sola suma de siglas, un sólo ensayo gerencial vinculado a la gesta oficial del cual valga la pensa recordarse.
Venezuela es hoy, dolorosamente, como nunca antes, un pobre país rico.
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