Friday, March 16, 2012

EL MINÚSCULO ACÁ, EL MAYÚSCULO ALLÁ

En: Recibido por email


                                                                                  Enrique Viloria Vera


En los tiempos de mi General Gómez los mamadores de gallo caraqueños, los sempiternos capitalinos jodedores del parque, acuñaron el término Minúsculo para referirse a los presidentes títeres -  verdaderos testaferros del Caudillo  andino de turno -  que hacían, entre el calor y el polvo del camino,  el pesado viaje que los llevaba de Caracas a Maracay para ejecutar el besamanos correspondiente y recibir las inequívocas e incuestionables órdenes que les daba en la Ciudad Jardín Juan Vicente Gómez , el Mayúsculo.

Caravanas de coches negros recorrían el agreste camino cargados de fieles seguidores del general, vestidos con palto levita y botines oscuros de ocasión. Sudorosos y perfumados llegaban a la verdadera Casa de Gobierno para  esperar atentos y jubilosos las órdenes del Benemérito. En esos coches azabaches se trasladaron José Ramón Ayala, Victorino Márquez Bustillos, Juan Bautista Pérez, Víctor Rodríguez, Emilio Constantino Guerrero, José Gil Fortoul y muchos otros acólitos de El Bagre para testimoniarle su respeto y admiración, y recibir expectantes instrucciones y bendiciones. ¡Nada se movía si no lo había aprobado el Mayúsculo caudillo tachirense!

En pleno siglo XXI venezolano las cosas no han cambiado sino de formas y estilo, los viajes del actual  único Minúsculo  - que ni de vaina se desprende de la Presidencia  - son en avión de lujo; el testaferro de marras va vestido de rojo y verde, aunque como los del pasado espera igualmente la aceptación, el beneplácito  y las instrucciones del Mayúsculo de turno – esta vez cubiche -  que además considera como su Padre ideológico y espiritual.

No viaja solo el Minúsculo -  ahora verdirojo  militar y no lóbrego civil   - , lleva consigo a toda la familia golillera, a unos pocos voceros entrenados para no decir nada, a sus más inmediatos aduladores, a un ejército de cámaras y reporteros, y cinco Blackberrys en las manos.  Allá lo espera el barbudo   Mayúsculo,  frotándose las manos de codicia cada vez que el avión de su Minúsculo aterriza en el aeropuerto de la Revolución, cargado de convenios y divisas.

El Minúsculo nuestro de cada día baja con dificultad las escalerillas del avión patrio, besa la Tierra Prometida antes de arrodillarse ante el Mayúsculo Superior.

¡Viva el Mayúsculo Caribeño!

¡Viva nuestro Minúsculo Sabanero!

¡VENCEREMOS!

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