ELIDES J. ROJAS L. | EL UNIVERSAL
miércoles 6 de marzo de 2013 12:00 AM
El fallecimiento del presidente Chávez deja abierto el camino para Nicolás Maduro, como el mismo jefe del Estado lo había pedido. Y Maduro, muy claro, estaba en campaña desde hace rato. Si ocurre una eventualidad que me inhabilite para regresar al cargo, entonces les pido de todo corazón que voten por Maduro. Más o menos eso dijo.
La opción de nuevas elecciones está abierta. ¿Cuándo? Debe ser muy pronto, pues el oficialismo todavía tiene la estela de las dos victorias que obtuvo en octubre y diciembre. Y además está el mandato constitucional.
Pero, hay otras cosas que influyen en la toma de decisión del CNE, el TSJ o la AN y del gobierno, que son, como todo el mundo también sabe, la misma cosa. Veamos. Maduro en los tres meses que tiene haciendo el papel de emergente ha demostrado que es una de las peores opciones para el oficialismo y para los cubanos. Sin carisma, con gran facilidad para mentir torpemente y, por tanto, para que las mentiras queden al descubierto casi que al mismo tiempo en que las suelta. En eso Chávez si era un maestro. Engatusaba, pero creíble. Maduro no. Sin oratoria fluida, repetitivo, tono es aburrido y cubanizado. Ni siquiera insultando o amenazando genera emociones. Es seco como el Sahara y con fama de flojo desde que trabajaba en el Metro. Se dice que no tiene personalidad y lo ha demostrado. Es una copia muy mala de su guía y líder. Pero mala de verdad. Intenta hacer los gestos de Chávez y lo que sale es una caricatura. Inventa palabras como "necrófitos", "feisbul" o frases como "la periferia ideológica de la derecha corrupta". Ya Venezuela, es lo menos que se espera, debe haber superado la época de los bachilleres a empujones en la presidencia y la de los militares golpistas también. Eso, si se apunta al progreso y desarrollo. Pero si el empeño es seguir en este machorreo empobrecedor y mandados por un comunismo cubano fracaso y arruinado, pues, señores, Maduro es la vía.
Ya Chávez hizo su trabajo. Y bien hecho. Mientras exista petróleo debajo de esta tierra hay margen para recuperar la vía del progreso relativamente rápido. Pero en un proyecto como ese no caben los Castro ni sus tarifados criollos. Pero si la mayoría del país insiste en la ruina y el ladronismo, pues no lo pelen. Maduro, arriba y a la izquierda.
¿Qué garantiza esta candidatura? Más inseguridad, más criminalidad, más pobreza, más crisis eléctrica, menos empleo y empresas, menos libertad, menos medios de comunicación independientes, más devaluaciones, más deuda interna y externa, más entrega del país, menos inversión, más cubanos metidos en el país. Eso es seguro. Es Chávez, pero menos diestro y más cubanizado.
La opción de nuevas elecciones está abierta. ¿Cuándo? Debe ser muy pronto, pues el oficialismo todavía tiene la estela de las dos victorias que obtuvo en octubre y diciembre. Y además está el mandato constitucional.
Pero, hay otras cosas que influyen en la toma de decisión del CNE, el TSJ o la AN y del gobierno, que son, como todo el mundo también sabe, la misma cosa. Veamos. Maduro en los tres meses que tiene haciendo el papel de emergente ha demostrado que es una de las peores opciones para el oficialismo y para los cubanos. Sin carisma, con gran facilidad para mentir torpemente y, por tanto, para que las mentiras queden al descubierto casi que al mismo tiempo en que las suelta. En eso Chávez si era un maestro. Engatusaba, pero creíble. Maduro no. Sin oratoria fluida, repetitivo, tono es aburrido y cubanizado. Ni siquiera insultando o amenazando genera emociones. Es seco como el Sahara y con fama de flojo desde que trabajaba en el Metro. Se dice que no tiene personalidad y lo ha demostrado. Es una copia muy mala de su guía y líder. Pero mala de verdad. Intenta hacer los gestos de Chávez y lo que sale es una caricatura. Inventa palabras como "necrófitos", "feisbul" o frases como "la periferia ideológica de la derecha corrupta". Ya Venezuela, es lo menos que se espera, debe haber superado la época de los bachilleres a empujones en la presidencia y la de los militares golpistas también. Eso, si se apunta al progreso y desarrollo. Pero si el empeño es seguir en este machorreo empobrecedor y mandados por un comunismo cubano fracaso y arruinado, pues, señores, Maduro es la vía.
Ya Chávez hizo su trabajo. Y bien hecho. Mientras exista petróleo debajo de esta tierra hay margen para recuperar la vía del progreso relativamente rápido. Pero en un proyecto como ese no caben los Castro ni sus tarifados criollos. Pero si la mayoría del país insiste en la ruina y el ladronismo, pues no lo pelen. Maduro, arriba y a la izquierda.
¿Qué garantiza esta candidatura? Más inseguridad, más criminalidad, más pobreza, más crisis eléctrica, menos empleo y empresas, menos libertad, menos medios de comunicación independientes, más devaluaciones, más deuda interna y externa, más entrega del país, menos inversión, más cubanos metidos en el país. Eso es seguro. Es Chávez, pero menos diestro y más cubanizado.
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