Pablo Aure
La trampa contra la honestidad, la mentira contra la verdad, el terror contra la tolerancia, así se nos presenta esta campaña relámpago que nos envuelve.
El régimen continúa abusando groseramente del poder y utiliza todos los recursos del Estado para imponer la hegemonía de continuar con Maduro en el proceso de destrucción de la soberanía que sostenidamente discurre desde hace 14 años.
No hay dudas de que en esa contienda estamos en franca desventaja, dado que no funcionan las instituciones encargadas de ejercer el control de poder y ponerle freno a la arbitrariedad. Pero eso no implica que nos hayamos rendido. Al contrario, luchamos llenos de optimismo para revertir esa situación y tener la Venezuela que todos soñamos.
Este fin de semana hicieron lo imposible para que Capriles no recorriera los pueblos de Venezuela: cerraban los aeropuertos, mandaban turbas de mercenarios a infundir terror en la gente, colocaban sonidos estridentes cerca de sus actos. Pero Henrique Capriles, como en anteriores ocasiones, pudo superarlo todo y llegó adonde lo esperaban. Lamentablemente, eso seguirá ocurriendo, pero nuestra mística también se acrecenta, porque nos acompaña la juventud estudiantil y una gran masa de compatriotas que cada día ven frustradas sus expectativas de vida con las pésimas políticas del gobierno.
El candidato del continuismo socialista y de la injerencia cubana a quien nos enfrentamos, no tiene ideas ni planes que defender. Su discurso es vacío y basado en la imitación y repetición de lugares comunes. Por eso ni debate ni se expone. Tiene miedo a que se le descubran las costuras.
Ayer, desde los estados Falcón y Zulia, Capriles le habló a Maduro de manera directa, dijo cosas como esta: “El pueblo quiere debate, pero los cobardes le tienen miedo al pueblo” Henrique Capriles está por el camino correcto, debe seguir hablando sin ambages. Ya basta de cohibirse de llamar al pan, pan y al vino, vino.
Nacionalismo de pacotilla
No se cansan de decir que Pdvsa es de todos, y que además ya basta del colonialismo e intervención extranjera en los asuntos internos de nuestro país. Constantemente ese discurso de que ahora sí es verdad que Venezuela es libre y soberana nos lo recalcan; que el Estado venezolano es ahora el que tiene dominio en las empresas básicas.
Esa cantaleta la han venido manejando desde hace varios años para embarbascar al pueblo, exactamente al mismo ritmo en que se ha venido devaluando la moneda. Pero han acabado con lo que teníamos y en lo que habíamos avanzado en la prestación de los servicios básicos, electricidad, agua, gas, transporte, entre otros. Es decir, el discurso de la “desprivatización” es directamente proporcional a la destrucción de nuestro país.
Evidentemente esa incomodidad que carcome al gobierno, de que capitales privados estén presentes en las empresas venezolanas, es una gran farsa. Todo el mundo sabe que el Estado es ineficiente a la hora de la prestación de los servicios públicos, y, además, muy mal administrador. Es más, todas esas empresas que han sido estatizadas en estos últimos años no solo es que están improductivas y quebradas, sino que la corrupción se ha apoderado de ellas. Pdvsa es la máxima ejemplificación de esta podredumbre socialista del siglo XXI.
Pues bien, vuelvo, esos capitales privados que Maduro y compañía dicen detestar, son los que pudieran estar en manos de otros distintos a sus socios, testaferros o familiares; y esas trasnacionales que lo enloquecen, también son aquellas distintas a las que pudiera tener participación. Cuando habla de patriotismo o nacionalismo, es otro lugar común, que carece de sentimentalismo o verdadera defensa de los intereses de nuestra nación y del pueblo.
Se opone al imperialismo, pero no le ha dejado de vender ni una gota de petróleo a los EEUU. Ah, lo que Maduro no dice es que lo que le molesta no es el imperialismo, sino los estadounidenses; porque lo que sí es verdad es que este gobierno nos ha entregado a otro imperio: el de los chinos. Le acaban de adjudicar Corpoelec. Se la quitaron al capital privado venezolano, para ahora entregársela con envoltorio de seda a los asiáticos.
Maduro demolerá sector laboral
Los chinos precisamente no son el mejor ejemplo a seguir en materia de respeto de los derechos laborales. Pero es que, no solamente en su país tratan como a un trapo a los trabajadores, sino que se los traen para acá y desplazan de sus puestos de trabajo a las familias venezolanas.
Los puertos, ya lo hemos denunciado, están en manos de los cubanos, lo mismo con otras empresas estratégicas u organismos de seguridad interna, entre ellos los registros, notarías y todo lo que tiene que ver con la identificación.
Averigüen cuántas convenciones colectivas de trabajo se han discutido en el sector público. Mentira que este régimen defiende a los trabajadores. Falso.
Son embusteros que están destruyendo todo lo que representa progreso y estabilidad para el sector laboral. Recuerden: al régimen lo que le interesa es tener un país de limosneros que siempre dependan del gobierno. Quitarnos la libertad de decidir en qué trabajar y dónde vivir.
El gran retroceso
En estos últimos años, Venezuela ha experimentado lo que pudiéramos denominar un gran retroceso. En todo.
A fuerza de mentira propagandística nos han hecho creer que hemos logrado muchas cosas. Lo que han hecho es asaltar el poder para llenar sus morrales con el erario público.
Lamentablemente algunas personas del sector democrático piensan que las “misiones” han sido un gran logro de este gobierno, y temen hablar mal de ellas porque eso ha cautivado a muchos. Precisamente también han caído en la trampa, en el engaño. Esas “misiones”, primero, no son nada nuevo. La única novedad es la denominación; pero lo más detestable es que son usadas para evadir controles y cometer los más feroces actos de corrupción. “Las misiones” son competencias constitucionales que tienen los ministerios en sus distintas áreas. Estas “misiones” que ha implementado este gobierno han empobrecido al pueblo y lo ha convertido en una sarta de mendigos.
¿Díganme ustedes cuál misión no es un cometido de la Administración Pública?
Entrando en razón
Hace catorce años caímos en un hueco y ciertamente nos ha costado salir. No es fácil, aunque creo que ya estamos aprendiendo, desunidos jamás lo lograremos. El daño que han infligido al país es demasiado grande. Inclusive desde nuestro lado también nos hemos visto afectado, por ese odio y por ese malvado resentimiento que nos divide.
Después de tanto traspié, creo que hemos entrado en razón. El 14-A nos presentaremos con un solo candidato. Y lo más importante es que lo haremos con una sola tarjeta. Todos trabajaremos por Venezuela y apoyando la misma tarjeta. En eso debemos reconocerle a los partidos políticos que han dado un paso al frente para reencontrarnos con la unidad de propósitos, que no puede ser otra que el bienestar y progreso de nuestro país.
Claro que estamos en desventaja. No podemos mentir. Claro que será difícil lograr sacar a esta gente que hoy está en el poder a fuerza de votos. Pero, lo que no podemos es renunciar a nuestras armas democráticas así nos enfrentemos a un escuadrón de bandidos.
Claro que siento pena y vergüenza por nuestro Tribunal Supremo de Justicia pero más aún, por el Ministro de la Defensa de nuestra nación, que de manera indigna y miserable acepta que el régimen cubano le domine y lo comande. Contra eso también luchamos.
Algo que también debemos asimilar es que lo importante es sumar. No podemos reprochar a quienes le exigen condiciones transparentes al CNE, nada de eso, a ellos también tenemos que acompañar, pero, insisto, sin dejar de votar a sabiendas que estamos en desventaja.
Repito una y mil veces, lo que está prohibido para nosotros es rendirnos o resignarnos a seguir siendo una colonia de los Castro. A votar y a luchar.
Los muertos no salen
La providencia nos ha dado a los venezolanos otra oportunidad. Por cuestiones del destino, el 14 de abril volveremos a tener una cita con las urnas. Nuevamente tendremos que elegir al Presidente de la República. Desde este lado arrancamos con más de seis millones y medio de votos. El Sr. Maduro arranca con cero votos. Recordemos: el candidato que ganó el 7-O se murió. Ellos, pretenderán hacerle ver a la gente que es a él a quien nos enfrentamos, y eso no es sustentable. Así lo exhiban y lo zarandeen por todas partes, la realidad es que el candidato de carne (viva) y hueso es Maduro. Si quieren hablar de respeto, primero tienen que comenzar por casa, y permitir que el fallecido descanse en paz; y sobre todas las cosas rezar por su alma.
Maduro intenta asustarnos en nombre del muerto. Pero debemos estar claros: los muertos no salen. A lo único que le debemos temer en este proceso electoral es a la abstención
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