Sunday, June 11, 2017

Editorial El Nacional: Prostituyente vil y vengativa

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 Como si no fueran suficientes todas las tracalerías que han cometido para tratar de llegar a unas tramposas elecciones para instalar definitivamente un narcoestado en Venezuela, el vicepresidente Tareck el Aissami, sirio-venezolano, se quitó una de sus tantas máscaras y le puso fecha de destitución a la fiscal general Luisa Ortega, como si él fuera el dueño de nuestra nación.
Hay que advertirle a este muchacho que con la soberanía de un país no se juega y que las instituciones democráticas deben ser respetadas por todos los venezolanos. Él, como simple funcionario nombrado a dedo por una camarilla civil y militar, carece de potestad para intentar destituir a la fiscal Luisa Ortega porque su propio nombramiento como vicepresidente es una vil jugarreta de Miraflores y no obedece siquiera a un consenso de la mayoría del país, como debería ser en estos graves momentos de crisis social, económica, política y moral.  
Por lo demás, meterse con una integrante del Poder Moral son palabras mayores, porque esto traería consigo no sólo más desprestigio nacional e internacional para la dictadura de Maduro sino que, a la larga, obligaría a El Aissami a dar respuestas claras e inmediatas sobre la violencia oficialista, cruel y sanguinaria que, cuando era gobernador de Aragua, los cuerpos represivos ejercieron contra civiles desarmados. Hasta hoy no se conoce un simple policía que haya sido llevado a juicio  por estos hechos que, sin duda alguna, maltratan abrumadoramente los derechos humanos.
Como vicepresidente, El Aissami debería servir de puente para que las tensiones en su propio partido y en el resto del país se pudieran solucionar por vías sensatas y democráticas. De esa manera amainaría esta violencia que tanto dolor y desgracia nos causan por la manera bestial con que actúan los cuerpos represivos contra los manifestantes.
Los mismos voceros del madurismo no hacen sino echarle leña al fuego, al punto de amenazar a la fiscal y a la ex defensora del Pueblo, dos mujeres a las que los machos del madurismo no les perdonan que tengan el coraje de criticar públicamente lo que a todas luces es un acto contrario a la Constitución.
De igual forma, en un momento como el que vivimos, un vicepresidente debe estar sujeto, supuestamente, a una actitud equilibrada y no puede estar signado por un fanatismo que tanto daño le ha hecho al país y al mundo entero. Habría que preguntarse si este vicepresidente que hoy pretende neutralizar a la fiscal Luisa Ortega puede viajar libremente al exterior y visitar países democráticos sin correr el riesgo cierto de ser detenido. Si alguien pone en la balanza las dos personalidades en juego entiende cuál es la que ha sido señalada en repetidas ocasiones por la prensa mundial por sus presuntas vinculaciones con el terrorismo fundamentalista.
Que este señor en cuestión asegure que luego de la elección de la asamblea constituyente habrá “un nuevo fiscal general” nos dice mucho sobre los futuros  planes golpistas de la fracción fascista del PSUV. 

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