Friday, March 8, 2013

Chávez, el peor adversario de Maduro

En: http://www.eluniversal.com/opinion/130308/chavez-el-peor-adversario-de-maduro

ARGELIA RÍOS |  EL UNIVERSAL
viernes 8 de marzo de 2013  12:00 AM
Finalmente, ocurrió lo inevitable. Chávez se ha ido y con él también ha llegado a su fin el acento personalista que el comandante, con su potente liderazgo, le imprimió a la revolución bolivariana. Llegan ahora nuevos tiempos para el proceso que él pudo liderar con mano de hierro, y sin el refuerzo de la dirección colectiva por la que tantos abogaron en su momento. Nos gobierna ahora una suerte de politburó cívico-militar del que Nicolás Maduro, al menos por ahora, representa apenas una pieza ornamental. "La junta" -si se prefiere- congrega a los rostros más importantes de la nomenclatura política, al lado de la oficialidad castrense más comprometida con el proyecto ideológico del difunto mandatario. A su irrepetible liderazgo no podía reemplazarle una sola figura, pues ningún otro hombre está en condiciones de administrar por sí solo el legado del jefe único.

La herencia que Chávez ha dejado es en realidad un enorme desafío, cuyos riesgos también podrían alcanzar al mismo politburó que tutelará las actuaciones del presidente Maduro. El ensamblaje del campo cívico y militar nunca constituirá un matrimonio enteramente estable: mucho menos en ausencia de componentes civiles fuertes, amparados en el respaldo y la benevolencia de la opinión pública... Surgido de las entrañas de la FAN, y patrono de una impresionante masa de fanáticos, el comandante no tuvo que hacer grandes esfuerzos para asegurarse una relación de superioridad con sus hermanos del ejército, a los que también hoy ha dejado huérfanos. Aquel esquema de dominación que Chávez construyó frente a sus compañeros de armas, ha concluido tras su desaparición física, por lo que resulta fácilmente vislumbrable la emergencia, tarde o temprano, de fisuras y desencuentros entre los factores cívico-militares de la junta de gobierno conformada en estas duras horas de suspenso y del proceso, en general.

La vitalidad de la revolución no sólo la definirá el pueblo que Chávez manejó con la maestría de un fabuloso mago: depende en mucho de la confianza que se profesen los accionistas civiles y militares del proceso y, muy especialmente, del desempeño político del factor castrense del politburó, cuyos modos cuartelarios pudieran producir cismas de inapreciable relevancia en un futuro no muy distante. El gobierno de Maduro estará acechado por amenazas que no provendrán del mundo opositor, sino de su propia plataforma de respaldo: su estabilidad está en los hombros de esa junta de gobierno que custodiará su gestión y que, inevitablemente, junto al pueblo, lo expondrá a la comparación permanente frente al comandante originario de la revolución. Es curioso que, en adelante, sea Chávez y su sombra el adversario más poderoso del nuevo presidente venezolano.

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