Wednesday, June 7, 2017

Enrique Viloria Vera: LOS ROBOCOP BOLIVARIANOS

EN: Recibido por email


Enrique Viloria Vera

Perdónalos porque no saben lo que hacen» (Evangelio de Lucas, 23, 34)

No le digas a nadie tu nombre verdadero. / Escóndete, reniega de tu origen, / no vuelvas la cabeza / Tu mundo se acabó ¿era tu mundo? // Sal a la luz. Hay luz, es clara y tibia. / Deja que la sonrisa te visite de nuevo. / Haz con el miedo el último gazpacho / y bebe a tu salud //. Pero no le perdones, porque sí sabe lo que hace.

Enrique Gracia Trinidad

 No me refiero al film estadounidense RoboCop de 1987, película del género ciencia ficción y acción, dirigida por Paul Verhoeven.  RoboCop trataba crudamente temas amplios y variados como la manipulación mediática, la resurrección, la gentrificación, la corrupción política, la privatización, el capitalismo, la masculinidad y las vilezas de la  naturaleza humana.

No, me refiero más bien a un bochornoso, ignominioso, vergonzoso y ofensivo hecho en Socialismo que, con ojos de estupor, de no puede ser, de no me lo puedo creer, contemplan -  atónitos, estupefactos, pasmados -, la sociedad venezolana y la comunidad internacional: como nuestras fuerzas represivas oficiales se han dedicado de manera descarada y verdulera a robar las pertenencias de los que asisten a las marchas de la oposición…son verdaderos Robocop que hacen del robo, del atraco, su divisa.

De manera vil y cobarde se han ensañado especialmente contra las valerosas mujeres venezolanas que demandan democracia, justicia y libertad en las calles, autopistas y avenidas de esta ensangrentada patria. Les roban los celulares, los relojes, las joyas, los zapatos y cualquier objeto de valor que portan. Brabucones los guardias y policías nacionales se saben impunes, amparados y protegidos por la alta oficialidad chavista, que aplaude y celebra en los cuarteles y salas situacionales, estas continuadas atrocidades cometidas por aquellos llamados a preservar el orden y defender al ciudadano común.

Las fotos y videos son elocuentes, hablan por sí solos, son la expresión del más cruel agavillamiento, cayapa, aprovechamiento colectivo de los más débiles e indefensos. Mientras el gobierno se jacta de tener ministras para defensa de la mujer: las calles registran todo lo contrario: atropellos de género, violencia machista patrocinada y apadrinada desde las altas esferas gubernamentales.

Profunda razón tiene el poeta peruano - salmantino Alfredo Pérez Alencart cuando sostiene que:

La razón no entiende; la emoción no soporta más descargas de feminicidios a la diestra y a la siniestra del mundo, abusos y agresiones allende y aquende … Las normas legales contra la violencia de género y protección de las víctimas pueden ayudar, pero resultan insuficientes: conmueve saber de otra y otra muerte (luto enorme, lágrima donde se cuelga media humanidad). Apedreada antes y hoy –literalmente en ciertos países–, la mujer remonta el caudal de las libertades, es cierto, aunque todavía encalla en el muro mental de los violentos, incansables a la hora de no disfrazar su cobardía.



 





















   




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