Enrique Viloria Vera
Perdónalos porque no saben lo que hacen» (Evangelio de
Lucas, 23, 34)
No le digas a nadie tu nombre verdadero. / Escóndete,
reniega de tu origen, / no vuelvas la cabeza / Tu mundo se acabó ¿era tu mundo?
// Sal a la luz. Hay luz, es clara y tibia. / Deja que la sonrisa te visite de
nuevo. / Haz con el miedo el último gazpacho / y bebe a tu salud //. Pero no le
perdones, porque sí sabe lo que hace.
Enrique Gracia Trinidad
No me refiero al
film estadounidense RoboCop de 1987, película del género ciencia ficción y acción, dirigida por Paul Verhoeven. RoboCop trataba crudamente temas amplios y
variados como la manipulación mediática, la resurrección, la gentrificación, la corrupción política, la privatización, el capitalismo, la masculinidad y las vilezas de la naturaleza humana.
No, me refiero más bien a un bochornoso, ignominioso,
vergonzoso y ofensivo hecho en Socialismo que, con ojos de estupor, de no puede
ser, de no me lo puedo creer, contemplan - atónitos, estupefactos, pasmados -, la
sociedad venezolana y la comunidad internacional: como nuestras fuerzas
represivas oficiales se han dedicado de manera descarada y verdulera a robar
las pertenencias de los que asisten a las marchas de la oposición…son
verdaderos Robocop que hacen del
robo, del atraco, su divisa.
De manera vil y cobarde se han ensañado especialmente
contra las valerosas mujeres venezolanas que demandan democracia, justicia y
libertad en las calles, autopistas y avenidas de esta ensangrentada patria. Les
roban los celulares, los relojes, las joyas, los zapatos y cualquier objeto de
valor que portan. Brabucones los guardias y policías nacionales se saben
impunes, amparados y protegidos por la alta oficialidad chavista, que aplaude y
celebra en los cuarteles y salas situacionales, estas continuadas atrocidades
cometidas por aquellos llamados a preservar el orden y
defender al ciudadano común.
Las fotos y videos son elocuentes, hablan por sí solos,
son la expresión del más cruel agavillamiento, cayapa, aprovechamiento
colectivo de los más débiles e indefensos. Mientras el gobierno se jacta de tener
ministras para defensa de la mujer: las calles registran todo lo contrario:
atropellos de género, violencia machista patrocinada y apadrinada desde las
altas esferas gubernamentales.
Profunda razón tiene el poeta peruano - salmantino
Alfredo Pérez Alencart cuando sostiene que:
La
razón no entiende; la emoción no soporta más descargas de feminicidios a la
diestra y a la siniestra del mundo, abusos y agresiones allende y aquende … Las
normas legales contra la violencia de género y protección de las víctimas
pueden ayudar, pero resultan insuficientes: conmueve saber de otra y otra
muerte (luto enorme, lágrima donde se cuelga media humanidad). Apedreada antes
y hoy –literalmente en ciertos países–, la mujer remonta el caudal de las
libertades, es cierto, aunque todavía encalla en el muro mental de los
violentos, incansables a la hora de no disfrazar su cobardía.
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