Pudiera pensarse que dicha piedra de tranca no la constituye realmente Cuba sino el estamento militar venezolano, o al menos su alto mando. Desde mi punto de vista no es así, porque para este sector la situación no se presenta de un modo tan claro. Los militares venezolanos tienen mucho que perder en la coyuntura actual; incurren en unos costos muy elevados al asumir buena parte de la responsabilidad de la brutal represión, mientras sus monitores cubanos pasan en buena medida desapercibidos. El dilema que se les presenta al apoyar un régimen represivo y condenado internacionalmente no existe para el castrismo, el cual maneja sus hilos bajo la mesa. La posibilidad de contar con un futuro estable y digno, como individuos y como institución, se le complica a los militares con cada día que obedecen las órdenes de una pequeña cúpula corrompida que los empuja a reprimir una población desarmada y al borde de la hambruna. Un cálculo racional de los militares venezolanos, pensado a mediano y largo plazo, debería conducir a la gran mayoría de ellos a comprender que su mejor opción pasa por el desconocimiento de las órdenes represivas del régimen y por la negociación de un estatus digno y estable en el marco de un régimen constitucional, y que sus cartas para dicha negociación no hacen más que empeorar con el paso del tiempo. Muchos de ellos están a tiempo, si protagonizan un gesto de apego a la constitución, de convertirse potencialmente en esos “héroes de la retirada” de los que habla el escritor español Javier Cercas. Mi opinión en este sentido es que un inteligente consenso internacional sobre la salida negociada en Venezuela precipitaría, muy probablemente, un cambio de postura entre el grueso de los militares.
En definitiva, los militares venezolanos cuentan aún con intereses y cartas para participar en una solución negociada de la crisis, algo con lo cual no cuenta el castrismo. Para éste (que precisamente intenta poner al estamento militar venezolano en una posición que le haga imposible la salida negociada), un cambio drástico del statu quo en Venezuela constituye una seria amenaza a su supervivencia. Bien harían en reconocer este hecho los negociadores de afuera y de adentro, para plantear así una negociación que vaya más allá de los buenos deseos. Por allí parecen ir los tiros actualmente en el plano internacional, si atendemos a hechos como la reciente visita de Juan Manuel Santos a La Habana, pero aún falta más. Las opciones se están barajando, la matriz de negociación se está fraguando, y Cuba necesita también opciones para aceptar una retirada ordenada. Lo único cierto dentro de todo este incierto panorama es que la ciudadanía en Venezuela no debe perder de vista que la única garantía de que la crisis pueda conducir a un futuro mejor pasa por mantener su indoblegable voluntad, manifestada en las calles durante estos cuatro meses, de reconquistar su libertad. Esa ha sido la única forma de forzar la negociación en ciernes, y será el único modo de que ésta conduzca a un futuro en democracia y en libertad."...
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