Venezuela está jugando hoy un juego muy peligroso: es el juego de la
gallina. Nicolás Maduro y la oposición venezolana (especialmente luego
de la apoteósica demostración del domingo 16 de julio) van,
inexorablemente, a un choque de trenes, a menos que alguien desvíe el
volante primero. Quien lo haga pierde, aunque probablemente salve el
país. En el juego, además, está involucrada nada menos que la salida de
Maduro.
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