Friday, July 7, 2017

Leopoldo López Gil: Cubazuela

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¿Qué ínsula ha de encontrar el viajero que no aparecía en mapa alguno hasta solo ayer?
Para sorpresa de muchos, solo los más acuciosos estudiosos del terreno político en Venezuela veían un fenómeno de extraña ocurrencia en el mundo contemporáneo, la aparición de una nueva polis producto de la conquista por un invasor acostumbrado a la dominación y el sometimiento de sus súbditos. Tal es el caso de la toma de la antigua Venezuela por los déspotas cubanos.
Érase una nación orgullosa de su pasado, patria fecunda que había dado al continente hombres ilustres y valientes, esos que procedían de familias que les ofrecían una vida de comodidades, pero que ellos cambiaron por otra de servicio público, por amor a su tierra y su gente; así conquistaron nuestra independencia para que pudiésemos determinar nuestro destino.
No se pudo imaginar nuestro admirado Libertador, Simón Bolívar, que vendrían unos sátrapas que al hacerse con el poder de la República entregarían el país para transformarle en servil lacayo de una isla.
Enigma que historiadores, sociólogos y psiquiatras juntos no han podido explicar ni científica ni trivialmente, pues es tan amplio el conglomerado sumado a esta treta que va desde quienes han jurado defender la patria con su vida hasta mercenarios de turno que siempre han merodeado a los gobernantes en búsqueda de tesoros.
La nueva Barataria no cuenta con Sancho Panza, quien ante la lisonja dijo: “Prefiero ir como Sancho al cielo que como gobernador al infierno”, y soñó con cumplir su deber.
Cuanto recuerdo produce el 5 de Julio, nuestro Día de la Independencia, mientras más afloran las memorias de una patria orgullosa, más acechan las realidades de una oscura etapa, plena de traiciones a principios y valores fundamentales de la Venezuela modelo, fragua de hombres y mujeres ejemplares que destacaron en todos los campos en los últimos dos siglos.
Seremos capaces de recuperar ese sendero de luz o estaremos condenados a sumergirnos en el fango de los antivalores, la conquista de los gerifaltes de la droga, de la corrupción y de la inconsciencia social.
La demostración de los jóvenes valientes y la admirable postura de algunos dirigentes de oposición nos alientan al constatar que aún hay sangre patriota en las venas de los venezolanos, que no todo lo ha podido engatusar el poderío de la droga, el engaño cubano ni la brujería caribeña.
Es significativo que haya sido precisamente el día de mayor sentimiento patrio cuando las fuerzas de quienes han vendido nuestro futuro a chinos, rusos y cubanos intentaron doblegar a los legítimos representantes de nuestra Asamblea, solo para confirmar que no todos ellos harían como Andueza Palacio y sí pelearían “enchiquerados”, pero no dejarían vacante la curul de la dignidad.

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