MIGUEL BAHACHILLE M. | EL UNIVERSAL
lunes 31 de octubre de 2011 12:00 AM
Más allá del acoso permanente y de las sanciones pecuniarias contra Globovisión para borrarla del espectro televisivo, se vislumbra un inicuo plan, nada oculto, destinado a monopolizar y transmitir solo las informaciones necesarias pues, como declaran los autócratas, hay que proteger al pueblo de las otras: las no necesarias. De allí que las autoridades denunciaran que solo a ellos competía cualquier información relacionada con las armas cosechadas por los reclusos de El Rodeo. Así pues familiares, vecinos, periodistas, transeúntes, estaban obligados, por ley, a borrar de sus mentes las imágenes de refriegas entre Pranes y 4.000 soldados que sitiaron el lugar. Por cierto el término PRAN (Preso, Rematado, Asesino, Nato), venido de Puerto Rico, usado por los mandos para marcar a los presos peligrosos, no los dignifica como tanto lo pregona el régimen. ¡Todo por culpa de Globovisión!
¿Qué se busca? Basta sintonizar VTV y sus filiales para percibir cómo se fabrican, procesan, refinan y tejen imágenes de noticias compelidas con el designio de uniformar opiniones, actitudes y, en última instancia, conductas colectivas. Cuando esos mensajes no concuerdan con la realidad del país, se recurre a la fuerza. Es forzoso pues amodorrar medios, como Globovisión, que develan el montaje de una maniobra cicatera orientada a instituir una falsa conciencia sobre todo entre los más pobres.
En otras palabras, a las élites dominantes del chavismo poco les importa la verdad. Ellos persisten en forjar el delirio entre las masas malversando los abundantes petrodólares del erario. Cuando la manipulación prospera, lo que no está ocurriendo, la gente no considera otras opciones por las que podría optar. Como el régimen intuye el fracaso recurre a amaños, como el castigo ejemplarizante, otra vez, contra Globovisión.
Pero ello no basta. El Gobierno se vale de numerosos medios que controla; de los poderes públicos bajo su égida y los fabulosos ingresos petroleros, para incitar la confrontación entre venezolanos. Sin embargo, después de 12 años el pueblo sigue padeciendo de una creciente condición de pobreza. Las llamadas Misiones lograron sustituir la producción de bienes básicos por la dádiva exasperada. Gracias a la revolución se han incrementado la desigualdad social, pobreza, y división de clases. Como Globovisión no se inscribe en el sainete informativo pro gubernativo, debe desaparecer.
El funcionamiento normal de una economía de mercado fundado sobre la propiedad privada, único que permite incorporaciones constantes a estratos medios y superiores, está siendo sustituido por un sistema igualitario que mira hacia abajo. Importantes sectores de clase media han sido degradados al punto de irrumpir en actividades frusleras luego de ejercer labores productivas para el país. Por oír a los afectados Globovisión incurre en infidelidad. ¿Puede coexistir esta planta con la revolución?
El Presidente no soporta que solo el éxito de la clase empresaria, y no él, puede viabilizar los cambios institucionales necesarios. De allí que no pierda ocasión para hundir a empresarios industriales, agrícolas, de tecnología y comunicación. La categórica experiencia del avance de Europa Oriental, una vez salida de la quimera del comunismo, poco importa al presidente. La facilidad con que esos pueblos acogieron el modelo corporativo multinacional privado, nada significa ante la posición digna del admirable Fidel quien ha pernoctado en el poder durante 50 años a costa de la ruina del pueblo cubano. Como Globovisión ha osado desnudar esta farsa debe sufrir el escarmiento adecuado.
La Presidencia, según la mitología chavista, está más allá de los intereses particulares. En consecuencia, las instituciones deben estar bajo su égida al igual que la empresa privada, el comercio, el petróleo, y lo que se le ocurra al jefe en cualquier arranque onírico. Cuando se trata de sancionar a los medios, como Globovisión, la Presidencia es un ente neutral que está por encima del choque entre intereses antagónicos. La sanción contra la televisora ocurrida en ausencia del presidente, demuestra la independencia de las instituciones venezolanas. ¡Qué cinismo! Solo con el voto 2012 puede desmontarse este modelo centralista, rancio y opresor.
Nota aparte. ¿Dónde está Marta Colomina? Sacada bajo presión de Televen; comprimida a mínima expresión en los espacios informativos de Unión Radio y, ahora, fuera de la emisora. Nuestro apoyo a esta excelente comunicadora sometida a los avatares del poder.
¿Qué se busca? Basta sintonizar VTV y sus filiales para percibir cómo se fabrican, procesan, refinan y tejen imágenes de noticias compelidas con el designio de uniformar opiniones, actitudes y, en última instancia, conductas colectivas. Cuando esos mensajes no concuerdan con la realidad del país, se recurre a la fuerza. Es forzoso pues amodorrar medios, como Globovisión, que develan el montaje de una maniobra cicatera orientada a instituir una falsa conciencia sobre todo entre los más pobres.
En otras palabras, a las élites dominantes del chavismo poco les importa la verdad. Ellos persisten en forjar el delirio entre las masas malversando los abundantes petrodólares del erario. Cuando la manipulación prospera, lo que no está ocurriendo, la gente no considera otras opciones por las que podría optar. Como el régimen intuye el fracaso recurre a amaños, como el castigo ejemplarizante, otra vez, contra Globovisión.
Pero ello no basta. El Gobierno se vale de numerosos medios que controla; de los poderes públicos bajo su égida y los fabulosos ingresos petroleros, para incitar la confrontación entre venezolanos. Sin embargo, después de 12 años el pueblo sigue padeciendo de una creciente condición de pobreza. Las llamadas Misiones lograron sustituir la producción de bienes básicos por la dádiva exasperada. Gracias a la revolución se han incrementado la desigualdad social, pobreza, y división de clases. Como Globovisión no se inscribe en el sainete informativo pro gubernativo, debe desaparecer.
El funcionamiento normal de una economía de mercado fundado sobre la propiedad privada, único que permite incorporaciones constantes a estratos medios y superiores, está siendo sustituido por un sistema igualitario que mira hacia abajo. Importantes sectores de clase media han sido degradados al punto de irrumpir en actividades frusleras luego de ejercer labores productivas para el país. Por oír a los afectados Globovisión incurre en infidelidad. ¿Puede coexistir esta planta con la revolución?
El Presidente no soporta que solo el éxito de la clase empresaria, y no él, puede viabilizar los cambios institucionales necesarios. De allí que no pierda ocasión para hundir a empresarios industriales, agrícolas, de tecnología y comunicación. La categórica experiencia del avance de Europa Oriental, una vez salida de la quimera del comunismo, poco importa al presidente. La facilidad con que esos pueblos acogieron el modelo corporativo multinacional privado, nada significa ante la posición digna del admirable Fidel quien ha pernoctado en el poder durante 50 años a costa de la ruina del pueblo cubano. Como Globovisión ha osado desnudar esta farsa debe sufrir el escarmiento adecuado.
La Presidencia, según la mitología chavista, está más allá de los intereses particulares. En consecuencia, las instituciones deben estar bajo su égida al igual que la empresa privada, el comercio, el petróleo, y lo que se le ocurra al jefe en cualquier arranque onírico. Cuando se trata de sancionar a los medios, como Globovisión, la Presidencia es un ente neutral que está por encima del choque entre intereses antagónicos. La sanción contra la televisora ocurrida en ausencia del presidente, demuestra la independencia de las instituciones venezolanas. ¡Qué cinismo! Solo con el voto 2012 puede desmontarse este modelo centralista, rancio y opresor.
Nota aparte. ¿Dónde está Marta Colomina? Sacada bajo presión de Televen; comprimida a mínima expresión en los espacios informativos de Unión Radio y, ahora, fuera de la emisora. Nuestro apoyo a esta excelente comunicadora sometida a los avatares del poder.