Saturday, May 21, 2016
Receso
Nota del Blog: Estaremos de receso hasta la primera semana de junio. Gracias, suerte y hasta entonces, Dios mediante.
Por los solitarios pasillos de Miraflores
EN:
FAUSTO MASÓ21 DE MAYO 2016 - 12:01 AM
Bájense de esa nube, Maduro, como hubiera ocurrido con Chávez, no cambiará aunque cuente con un ínfimo apoyo popular. Si abriera los ojos, si pusiera los pies en la tierra, comprobaría que no lo siguen más que un montón de desdichados. Con el precio del petróleo como lo tuvo Chávez, y el mismo Maduro, se podía creer que la tierra fuera plana y que Marx en persona los llevaba a la tierra prometida. Todo eso se derrumbó y cada vez hay menos chavistas, pronto se contarán con los dedos de la mano.
Qué tontería el invento de la guerra económica “promovida por los sospechosos habituales: la oligarquía y el imperialismo yanqui. La verdad es que el enorme agujero fiscal, que hoy alcanza 20% del producto interno bruto, no tiene un solo culpable. Es una suma de despilfarro, corrupción, políticas económicas destructivas, el asalto incesante al tesoro público y, last but not least, el monstruoso derroche de la última campaña presidencial de Hugo Chávez, algo que han reconocido y documentado sus propios ministros”.
Con precios altísimos del petróleo, Chávez y Maduro hubieran podido ser hasta testigos de Jehová. Los venezolanos indolentemente disfrutamos de una bonanza que se atribuían los apóstoles de la nueva verdad revelada y votábamos por ellos. Pero, repetimos, todo acabó. En Venezuela las ilusiones políticas las ha pagado el petróleo. Alguna vez fuimos la democracia modelo del continente, Chávez creyó inventar el socialismo del siglo XXI. Tonterías. Ahora solo nos queda la triste figura de Maduro, que cuando sale en televisión no convence ni a su familia. Dicen que la propia Cilia Flores anda desengañada, no será otra heroína.
¿Cómo salimos de esto? Nadie tiene una respuesta, pero todos están seguros de que no llegamos a diciembre, o a principios del próximo año. ¿Y si nos equivocamos? No hay chavistas en Venezuela, ni tampoco maduristas, y el gobierno se mantiene porque la oposición no se ha unido. El madurismo perderá todas las elecciones, y si la oposición se unificara el final de Maduro se contará en días.
Ah, pero no es tan fácil, porque solo hay una silla en Miraflores, no como en la Asamblea donde había sillas que repartir. Ahora se trata de controlar el futuro.
Maduro no sabe qué hacer. Cuentan que insomne se pasea de noche por Miraflores, arrastrando una angustia infinita, sin saber qué rumbo tomar, porque ya, dicen, Maduro no es chavista. Chávez no le envía un mensaje del más allá y desde la isla bendita quieren recibir dólares, billetes verdes, no salvar a la revolución venezolana. Evo anda en lo suyo, en Argentina los amigos perdieron el poder, en Brasil Lula trata de no ir a la cárcel, en Ecuador Correa quiere pasar agachado. No hay chavistas ni en la Luna, hasta al propio Maduro solo le queda la inmensa soledad de Miraflores, porque el chavismo ya no es una cleptocracia, hay poco que robar y muchos se lo disputan. Maduro todas las noches llora sobre los hombros de Cilia y le pide que no lo deje…
Chávez no pasará a la historia como un Gómez cuya huella se preservó en el país y que gobernaba con plomo y sin dinero. Chávez fue una pesadilla y Maduro no es nada.
Ah, finales tristes no sirven en telenovelas ni tampoco en política. Chávez soñaba con ser un personaje de El derecho de nacer.
Por los solitarios pasillos de Miraflores en la madrugada se escuchan las pisadas de un hombre angustiado.
¿Cómo salimos de esto? Por Dios, que alguien haga un milagro.
El impresentable
EN:
Editorial El Nacional
Editorial El Nacional
En este espacio aludimos recientemente a la carta y comentarios de Luis Almagro respecto a la conversión de Nicolás Maduro en un dictadorzuelo más del montón de gobernantes tercermundistas, ungidos e improvisados, que traicionan a sus pueblos y degradan el ejercicio político. En su pendencia con el secretario general de la OEA –con lo que evidencia su vocación camorrera y su nula disposición (¿o capacitación?) para el debate– el abanderado de los camisas rojas ha sido pródigo en insultos y muy avaro en ideas, pero ha dado pie para que incluso aquellos que podrían ser tenidos por amigos o aliados se desmarquen de él. Y Almagro no es voz solitaria que clame en el desierto.
Podemos, la mercenaria agrupación española, subsidiada por el chavismo, que se encaramó en la carreta del populismo, lo ha comparado nada menos que con uno de los archienemigos, Mariano Rajoy, que, según delira, integra el satánico eje que conspira en su contra.
Mientras, también por el canal izquierdo, circuló el diagnóstico que Pepe Mujica hiciese no ya de su gestión, sino de su proceder. “Está más loco que una cabra”, dijo el ex presidente uruguayo, apreciación por cierto que es compartida por un buen número de analistas dentro y fuera de Venezuela.
El País, uno de los más prestigiosos diarios españoles, que no es precisamente vocero de la derecha, ha publicado en lo que va de año al menos cuatro editoriales sobre lo que aquí sucede –la sola mención de sus títulos, nos ahorrará ahondar en su contenidos: “Emergencia en Venezuela” (19-1), “Venezuela, triste aniversario” (21-2), “Realismo mágico venezolano” (28-4) y “A la desesperada” (16-5)–, y anuncia para mañana un reportaje (“Un extravío llamado Venezuela”) en el que aborda el día a día de los venezolanos y “la amarga paradoja de ser el país rico más pobre”.
Hace algunos días la Deutsche Welle emitió un largo y crudo reportaje con impactantes imágenes de las interminables colas que provocan el racionamiento y la escasez y, mediante entrevistas a los afectados, narró las peripecias de sus padecimientos ocasionados por la falta de medicinas, la crisis energética y el monopolio de las divisas. Era como ver un documental sobre las vicisitudes que le ha tocado vivir a los más desamparado pueblos africanos. También la BBC ha reportado lo que ya es motivo de consternación a gran escala en el ámbito internacional.
Copioso es el repertorio de medios que se han ocupado de analizar la situación de un país crónicamente enfermo y de determinar las causas de sus males, todas las cuales apuntan a un agente transmisor, Nicolás Maduro, que ni siquiera se da por enterado.
Y el lector y el espectador se preguntan cómo hemos llegado a este punto en el que las mediaciones, como la de Rodríguez Zapatero, apestan a alcahuetería, las negociaciones sólo buscan ganar tiempo y la única salida del atolladero pareciera ser la renuncia o la revocación de quien ya es no es más que un impresentable desecho histórico.
Venezuela se queda sin dinero para pagarse a si misma
EN:
Héctor Silva Michelena
Héctor Silva Michelena
La mayoría de personas estaremos de acuerdo en que Venezuela es un país singular, gustos aparte. Gran productor de petróleo, afortunado en recursos naturales y paraíso para el turismo, Venezuela vive unos de los momentos más tristes de su historia: ya no tiene siquiera dinero para pagarse a sí misma.
Venezuela ha emitido miles de millones de nuevos billetes, como consecuencia de la inflación galopante que vive el país, señala Bloomberg. Los precios suben sin control y el dinero es como papel mojado: pronto no servirá prácticamente para nada. Hace unas semanas el Fondo Monetario avisaba que los precios subirán este año en el país alrededor del 720% y el que año que viene la inflación rondará entre el 1.650% y el 2.200%. En esta situación, cincuenta puntos porcentuales por arriba o por debajo es lo de menos.
Opinión de Bloomberg
Según Bloomberg, hay miles de millones de nuevos billetes en circulación y se requieren aún más. La inflación rampante significa mochilas llenas de dinero en efectivo para la cena. La escasez épica de Venezuela no es nada nuevo al respecto. Sin pañales o piezas de automóviles o la aspirina: ya todo ha sido bien documentado. Pero ahora el país está en riesgo de quedarse sin dinero en sí mismo.
En una historia que pone de relieve el caos de la inflación desenfrenada, Venezuela está luchando para imprimir nuevos billetes lo suficientemente rápido para mantenerse al día dado el intenso ritmo de aumento de los precios. La mayor parte del dinero en efectivo, como casi todo lo demás en el país exportador de petróleo, es importado. Y con las reservas de divisas hundiéndose a niveles críticamente bajos, el Banco Central está haciendo los pagos tan lentamente a los proveedores extranjeros que éstos decidieron renunciar y emprender otros negocios.
En Venezuela, en otras palabras, la bancarrota es tan grande que ahora es incapaz de tener suficiente dinero para pagar su propia impresión de dinero.
Este artículo está basado en entrevistas con ejecutivos de una docena de industrias, diplomáticos y ex funcionarios, así como los documentos internos de la empresa y de los bancos centrales. Todas las compañías declinaron un comentario oficial; el Banco Central no respondió a las numerosas solicitudes de entrevistas y comentarios.
Los bancos, atestados de gente
La historia comenzó el año pasado cuando el gobierno del presidente Nicolás Maduro intentó aplacar una creciente escasez de divisas. Se pidió a los fabricantes de divisas que imprimieran varios millones de dólares antes de las elecciones y fiestas de diciembre, cuando los venezolanos se aglomeran los bancos para cobrar sus bonos navideños.
En un momento dado, en lugar de un proceso de licitación pública, el Banco Central convocó a una reunión de emergencia y pidió a las compañías producir tantas cuentas como sea posible. Las empresas cumplieron y sólo para hallar pagos no siempre llegaban.
Billetes, billetes, billetes
La inflación rampante en Venezuela está estimulando un enorme incremento de M2.
El mes pasado, De La Rue, el fabricante de monedas más importante del mundo, envió una carta al Banco Central donde se queja de que se le deben $71 millones e informaría a sus accionistas si el dinero no fuera inminente. La carta fue filtrada a un sitio web de noticias de Venezuela y confirmada por Bloomberg News.
“Resulta un caso sin precedentes en la historia que un país con tan alta inflación no puede obtener nuevos billetes”, dijo José Guerra, diputado de la oposición y ex director de investigaciones económicas en el Banco Central. A finales del año pasado, el Banco Central ordenó imprimir más de 10 mil millones en billetes de banco, superando los 7,6 miles de millones que la Reserva Federal de EE.UU. ha pedido este año para una economía muchas veces el tamaño de la de Venezuela.
La inflación más alta del mundo
La crisis monetaria arroja luz sobre la magnitud de los problemas financieros del país y su capacidad limitada para remediarlos con petróleo —el pilar de su economía— cuya producción continúa en línea plana. Se espera que la inflación de Venezuela, la más alto del mundo, aumente este año a cerca de 500%, según el Fondo Monetario Internacional.
Los primeros signos de la escasez de divisas datan desde 2014, cuando el gobierno comenzó a aumentar los envíos de billetes de banco como si fueran fajos de una cartera que revienta de dinero en efectivo, lo que ya era necesario para las transacciones simples. Los venezolanos pasan horas esperando en la cola para el consumo básico, haciendo filas primero en los bancos y cajeros automáticos, llevando a menudo los billetes en las mochilas y bolsas deportivas, para pagar la cena.
Antes de las elecciones legislativas de 2015, el Banco Central pidió dinero al De La Rue de Reino Unido, la francesa Oberthur Fiduciaire y la alemana Giesecke & Devrient, para traer unos 2,6 millones de dólares, de acuerdo con documentos bancarios y personas familiarizadas con las ofertas. Antes de que se cumpliera la entrega, el banco se acercó a las empresas directamente para obtener más. De La Rue se llevó la parte del león del orden de 3 mil millones de billetes y contó con la Canadian Bank Note Company, con sede en Ottawa, para asegurar que podría cumplir un apretado plazo a fin de año.
Francotiradores ocultos
El dinero llegó en docenas de aviones jets 747 y aviones fletados, al amparo de las fuerzas de seguridad y los francotiradores, y fue trasladado en caravanas blindadas que los llevaron al Banco Central en la oscuridad de la noche. Mientras el dinero seguía llegando —a veces, varios aviones cargados al día— las autoridades habían puesto sus ojos en el próximo año. A finales de 2015, el Banco Central había más que triplicado su orden original, ofreciendo a algunos ofertas de 10,2 mil millones de billetes de banco, según fuentes del sector.
Pero las compañías de divisas estaban preocupadas. De acuerdo con documentos de la empresa, ya en junio De La Rue comenzó a experimentar retrasos. Del mismo modo, el banco era lento para pagarle a Giesecke & Devrient y Oberthur Fiduciaire. Por eso, “al principio, sus ojos se pusieron tan grandes como platos de comida”, dijo una persona familiarizada con la materia. “Una orden tan grande como para llenar su fábrica durante un año, ¿pero desea usted exponerse completamente a un país tan riesgoso como Venezuela?
Para complicar aún más las cosas se requiere una gran cantidad de dinero necesario para las operaciones básicas. El billete de 100 bolívares a penas sirve para pagar un cigarrillo suelto en un kiosko de la calle.
Territorio inexplorado
Ya en 2013, el Banco Central encargó estudios para emitir billetes de 200 y 500 bolívares, dicen ex funcionarios monetarios. A pesar de las repetidas garantías, no se han ordenado nuevas denominaciones, empujando a Venezuela a un territorio desconocido por su negativa a producir billetes grandes y por dejar de pagar totalmente proveedores.
Las empresas están trabajando a baja capacidad. Con sus socios tradicionales, ahora entusiasmados en conseguir nuevos negocios, el Banco Central está en negociaciones con otros, incluyendo a Russia’s Goznack, y tiene un contrato con una sucursal en Boston, de acuerdo a los documentos y fuentes de la industria.
Dinero, según documentos y fuentes industriales
Steve Hanke, profesor de Economía Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, que ha estudiado la hiperinflación durante décadas, dice que para mantener la fe en la moneda, cuando los precios suben en espiral, los gobiernos a menudo añaden ceros a los billetes de banco en lugar de inundar el mercado. Hanke dijo:
“Es una muy mala señal ver gente corriendo con carretillas llenas de dinero para comprar un perro caliente. Aún la economía de dinero en efectivo comienza a hacer aguas”.
Para entender el problema con un poco de perspectiva, basta señalar que en España tenemos deflación; es decir, los precios han bajado en el último año un 0,8%, y que no se espera que ningún país llegue al doble dígito este año dentro de la Unión Europea.
Venezuela lleva ya varios meses sin suministro de cosas tan esenciales como pañales, piezas de recambio para los coches o aspirinas. Ahora, entra en riesgo de quedarse sin dinero para pagar por su propio dinero.
De momento, el gobierno de Maduro está luchando para imprimir nuevos billetes lo suficientemente rápido para mantenerse al día con el intenso ritmo de aumento de los precios. Pero la mayor parte del dinero en efectivo, como casi todo en el país, es importado. Y con las reservas de divisas hundidas hasta niveles críticos, el banco central está repartiendo sus pagos tan lentamente a los proveedores extranjeros que algunos ya no quieren recibir pedidos de Venezuela.
Si las cosas siguen por ese camino, es posible que pronto no tenga dinero suficiente ni siquiera para pagar sus emisiones de moneda. La historia comenzó el año pasado, cuando el gobierno del presidente Nicolás Maduro intentó contrarrestar la creciente escasez de divisas realizando pedidos de billetes por valor de varios millones de dólares a diversos ‘fabricantes’ de divisas.
La decisión se tomaba antes de las elecciones, cuando los venezolanos se aglomeran en las puertas de los bancos para cobrar sus bonos. Una decisión electoralista, de esas que traen soluciones a corto y problemas a largo plazo. Maduro se está metiendo en un callejón sin salida y no tiene el carisma de Chávez. Le vendría bien contratar a algún técnico que le ayude a encarrilar el país y alejarse de aduladores que le nublan la vista. Pero, según las encuestas, Maduro sufre de incapacidad para manejar la economía.
He examinado con varios colegas el Decreto de Excepción y Emergencia Económica: concluimos que no resolverá en absoluto la grave crisis socioeconómica, porque su diagnóstico (expresado en los considerandos), es equivocado. Se trata de un decreto militar destinado principalmente a controlar cualquier disidencia y a tratar de disolver progresivamente a la Asamblea Nacional. Fascismo, pues.
Pasado, presente y futuro del decreto de emergencia económica
EN:
Anabella Abadi M. y Carlos Garcia Soto
Anabella Abadi M. y Carlos Garcia Soto
En la Gaceta Oficial N° 6.227 extraordinario de 13 de mayo fue publicado un nuevo Decreto de Emergencia Económica. En realidad, el Presidente dictó un Decreto de Estado de Excepción y de Emergencia Económica, el cual no sólo abarca aspectos económicos, sino también sociales y políticos. Las materias señaladas en el Decreto, a partir de las cuales pueden restringirse derechos sociales y políticos, son particularmente graves y delicadas. Sin embargo, sólo nos referimos aquí al pasado, al presente y al futuro de la vertiente económica del Decreto.
El pasado Decreto de Emergencia Económica
El primer Decreto de Emergencia Económica dictado este año fue el Decreto N° 2.184 de Emergencia Económica (Gaceta Oficial N° 6.214 extraordinario de 14 de enero de 2016). Comoexplicamos en aquella oportunidad, ese Decreto habilitó al Presidente para tomar medidas en los siguientes ámbitos:
1. Mayor arbitrariedad presupuestaria
2. Se le otorgaron facultades que ya le habían sido otorgadas anteriormente
3. Se le otorgaron facultades para incrementar la producción e inversión, si bien no se garantizaron las condiciones adecuadas
4. Se le otorgó mayor control sobre la distribución de bienes
5. Se le otorgó la facultad de restringir el ingreso o egreso de moneda venezolana de curso legal en efectivo y de las operaciones comerciales, financieras y por medios electrónicos.
2. Se le otorgaron facultades que ya le habían sido otorgadas anteriormente
3. Se le otorgaron facultades para incrementar la producción e inversión, si bien no se garantizaron las condiciones adecuadas
4. Se le otorgó mayor control sobre la distribución de bienes
5. Se le otorgó la facultad de restringir el ingreso o egreso de moneda venezolana de curso legal en efectivo y de las operaciones comerciales, financieras y por medios electrónicos.
A pesar de que la Sala Constitucional había declarado mediante la sentencia N° 4 del 20 de enero que el Decreto de Emergencia Económica era ajustado a la Constitución, la Asamblea Nacional, en ejercicio del control político que le reconoce la Constitución, desaprobó el Decreto el 22 de enero, con lo cual no podía entrar en vigencia. Sin embargo, para reafirmar la validez del Decreto, la Sala Constitucional dictaría la sentencia N° 7 de 11 de febrero, por la cual advirtió que el Decreto “entró en vigencia desde que fue dictado y su legitimidad, validez, vigencia y eficacia jurídica-constitucional se mantiene irrevocablemente incólume, conforme a lo previsto en el Texto Fundamental”. Luego, el presidente Maduro dictaría el Decreto N° 2.270 del 11 de marzo, mediante el cual se prorroga por sesenta (60) días el plazo establecido en el Decreto 2.184 del 14 de enero. Y, por supuesto, la Sala Constitucional también declararía como ajustado a la Constitución ese Decreto de prórroga, a través de la sentencia N° 184 de 17 de marzo.
Como este último Decreto no podía ser prorrogado nuevamente, porque el artículo 338 de la Constitución sólo permite una prórroga, la estrategia seguida fue dejar transcurrir el lapso de su prórroga. Y una vez vencida esa prórroga, se dictó el nuevo Decreto de Emergencia del 16 de mayo. Lo cual es una forma inconstitucional de evitar la prohibición de segunda prórroga que se deriva del artículo 338 de la Constitución.
¿Cuáles efectos sobre la economía tuvo el pasado Decreto de Emergencia Económica?
Cifras extraoficiales muestran una inflación acumulada entre enero y abril de 2016 en 86,4%, la más alta registrada por el Banco Central de Venezuela en ese período. Con esto, la inflación anualizada llega a 397,4%. Esto, sin contar los precios de los productos en mercados negros, que son bastante más altos que los precios en los mercados formales y que no son registrados por la autoridad monetaria. En este contexto de alta inflación se perdió con creces la capacidad de compra de los aumentos de salario mínimo de 20% en el mes de febrero y de 30% en el mes de mayo.
Por su parte, según Datanálisis, en febrero de 2016 la escasez de productos regulados en Caracas se situó en 82,3% y en los hogares en 41%. Además, en abril de 2016 la Federación Farmacéutica Venezolana reportó una escasez de medicamentos básicos de 85% en las farmacias y la Federación Médica Venezolana reportó que los hospitales tienen apenas 5% de las medicinas e insumos necesarios para operar con normalidad.
Además de las crecientes colas y protestas por la creciente escasez de productos básicos, un fenómeno que ha venido tomando lugar es el de los saqueos. El Observatorio Venezolano de Conflictividad Social registró 122 saqueos y 165 intentos de saqueo en 2015; y sólo entre enero y abril de 2016 registró 94 saqueos y 72 intentos de saqueo.
El nuevo Decreto de Emergencia Económica
El nuevo Decreto de Estado de Excepción y de Emergencia Económica también otorga facultades a favor del Presidente en materia económica, entre otras:
— Mayor discrecionalidad fiscal. El Ejecutivo Nacional podrá aprobar erogaciones con cargo al Tesoro Nacional y otras fuentes de financiamiento que no estén previstas en la Ley de Presupuesto. Además, podrá celebrar contratos de interés público para la obtención de recursos financieros y estratégicos, sin sometimiento a autorizaciones o aprobaciones de otros Poderes Públicos. (Art. 2).
— Continuar la lucha contra la “Guerra Económica”. Se prevé el combate contra el “bachaqueo”, el acaparamiento, la usura, el boicot, la alteración fraudulenta de precios, el contrabando de extracción y otros ilícitos económicos. Para esto se habla de asegurar “el apoyo del sector productivo privado” e incluso de la intervención de la FANB y los órganos de seguridad ciudadana. (Art. 2).
— Continuar las políticas de intervencionismo económico. Se prevé “el establecimiento de rubros prioritarios para las compras del Estado y la asignación directa de divisas para su adquisición”. Además, se menciona explícitamente la continuación de las políticas de racionamiento de productos, al autorizar “a los Ministros o Ministras competentes para dictar medidas que garanticen la venta de productos regulados según cronogramas de oportunidad que respondan a las particulares características de la zona o región” (Art. 2). El artículo 4 señala que:
“El Ministerio del Poder Popular con competencia en materia de banca y finanzas podrá efectuar las coordinaciones necesarias con el Banco Central de Venezuela a los fines de establecer límites máximos de ingreso o egreso de moneda venezolana de curso legal en efectivo, así como restricciones a determinadas operaciones y transacciones comerciales o financieras, restringir dichas operaciones al uso de medios electrónicos debidamente autorizados en el país”.
Esta facultad ya estaba incluida en el Decreto anterior y estuvo relacionada con la entrada y salida de bolívares por la frontera.
— Respuesta ante la creciente ola de saqueos y creciente inseguridad. Se prevé “dictar medidas y ejecutar planes especiales de seguridad pública” y se atribuyen funciones de vigilancia y organización a la FANB, la PNB, los Cuerpos de Policía Estadal y Municipal y las organizaciones de base del Poder Popular “para mantener el orden público y garantizar la seguridad y soberanía en el país” (Art. 2). Además, en el artículo 5 se prevé que “se podrá suspender de manera temporal el porte de armas en el territorio nacional” y el artículo 7 prevé que el Poder Judicial y el Ministerio Público cumplan con sus competencias a fin de “reforzar la lucha contra el delito e incrementar la celeridad procesal, así como las atribuciones que le correspondan en la ejecución del presente decreto”.
Además, en el nuevo Decreto de Estado de Excepción y de Emergencia Económica se incluyeron facultades para que el Ejecutivo Nacional tome medidas paliativas ante la crisis eléctrica nacional –incluyendo, por ejemplo, la implementación de medidas como el ajuste de la jornada laboral, privada y pública–, así como para tomar medidas de defensa ante supuestos ataques externos y limitar las competencias de control político de los demás Poderes Públicos.
El futuro del Decreto de Emergencia Económica
Tras la victoria de la oposición en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2015, el Gobierno Central ha hecho todo lo posible por bloquear las actuaciones de la nueva mayoría,resaltando el bloqueo del TSJ a prácticamente toda actuación de la Asamblea Nacional. El nuevo Decreto de Estado de Excepción y de Emergencia Económica es un paso más en este camino.
El Decreto de Estado de Excepción y de Emergencia Económica, al responder a intereses de carácter político, no busca atacar los principales problemas económicos que agobian a los venezolanos –como son la inflación y la escasez–. El Decreto busca garantizar poder y control a un Gobierno Central que pierde popularidad con cada día que pasa.
En la medida que el Gobierno Central no haga profundas reformas de su modelo económico, la población venezolana seguirá presa de una crisis que tiene su origen en políticas intervencionistas que, más que intentar concretar la suprema felicidad de los venezolanos, busca garantizar el control del poder.
El crepúsculo del chavismo
EN:
Boris Muñoz
Boris Muñoz
A mediados de 2014, cuando el presidente Nicolás Maduro había logrado extinguir con una brutal represión la oleada de protestas denominadas #LaSalida, su gobierno comenzó a discutir un programa de ajustes para remediar la crisis económica que ya era imposible negar. Pese a los nubarrones, el petróleo estaba a 90 dólares por barril. Se flexibilizarían el control cambiario y los controles de precios y se revisarían las leyes laborales.
Había todavía margen de maniobra.
El plan había sido preparado por economistas competentes. No representaba un verdadero cambio de modelo, ni una panacea. Pero hubiese aliviado algunas de las aristas más dañinas de la crisis y podía haber sido el principio de un nuevo de rumbo.
La población estaba consciente de la necesidad de darle un giro a la economía. Pero los intereses particulares de los distintos grupos del chavismo privaron sobre el interés nacional.
En cuanto al poder de esos intereses, vale recordar tan solo que el programa le costó la cabeza a Rafael Ramírez, su principal arquitecto, entonces todopoderoso Ministro de Petróleo, quien era considerado un pilar del régimen chavista.
Ni entonces ni después se tomaron los correctivos indispensables.
Lo cierto es que en menos de dos años, la economía venezolana, dependiente en más de 90% del ingreso petrolero, ha llegado a la parálisis casi total.
Estos son temas que Nicolás Maduro ha querido esconder debajo de la alfombra usando el subterfugio de una supuesta “guerra económica”, promovida por los sospechosos habituales: la oligarquía y el imperialismo yanqui. La verdad es que el enorme agujero fiscal, que hoy alcanza 20% del Producto Interno Bruto, no tiene un solo culpable.
Es una suma de despilfarro, corrupción, políticas económicas destructivas, el asalto incesante al tesoro público y, last but not least, el monstruoso derroche de la última campaña presidencial de Hugo Chávez, algo que han reconocido y documentado sus propios ministros.
Durante casi una década, el boom petrolero y el endeudamiento imprudente lograron crear el espejismo de una movilidad social ascendente. No importa si sólo se trataba de una redistribución de la renta petrolera que Chávez repartía entre la población pobre en forma de lavadoras, carros, apartamentos y comida, como si él fuera el animador de un show de concursos. El dispendio tuvo sentido mientras Venezuela recibía los petrodólares de su mayor bonanza histórica. Cuando murió Chávez y se acabó la bonanza se hizo evidente que la prosperidad era un acto de ilusionismo, sin sostén en las capacidades económicas reales del país.
Esto es un dato revelador sobre la naturaleza del chavismo: no es una revolución ni una democracia, sino una cleptocracia sustentada en los hombros de un líder carismático.
La crisis que hoy se vive en Venezuela se ha irradiado a todos los ámbitos de la sociedad con una velocidad exponencial, arrasando todo a su paso y generando los peores vicios de una economía del desastre dirigida por un Estado no sólo ineficiente y autoritario sino profundamente corrupto.
La respuesta de Maduro ha sido más controles, confiscaciones e intimidaciones al sector privado, y más represión para la oposición. Como si intentara apagar un incendio con gasolina, ha acelerado el deterioro apostando por las mismas fórmulas fallidas.
Pero el problema real de Venezuela es que la economía es solo un aspecto sintomático de cuestiones que son estructurales.
Chávez agravó todos los problemas históricos asociados con un modelo económico basado en la extracción de riquezas naturales. Pero para operar ese modelo le añadió la monopolización total de las instituciones. Tras 17 años de chavismo en el poder, el control es hoy tan absoluto que la sociedad no tiene mecanismos para defenderse. Quienes sufren la violencia no tienen autoridades que hagan justicia. Quienes van a los hospitales los encuentran en ruinas. Quienes hacen colas para comprar alimentos, medicinas y artículos del sustento diario no encuentran casi nada. Y cuando lo encuentran la inflación (que puede alcanzar 100% de un mes a otro en ciertos rubros) ya ha devorado su dinero. Pero lo peor es que quienes quieren remover a Maduro democráticamente, a través de un referéndum presidencial, no pueden hacerlo porque el Consejo Nacional Electoral y todos los poderes públicos, salvo el Parlamento, están férreamente controlados por el chavismo.
En un chat de WhatsApp que mantengo con mis compañeros de escuela primaria y secundaria, María Zenayda Fuentes, una amiga, que vive en Puerto La Cruz, ciudad en la costa oriental del país, resume el espíritu de los tiempos:
“No sólo en Caracas hay hambre, sino en todo el país. Caracas es donde menos se ha sufrido la miseria. Ya [los gobernantes] no pueden mantener la mentira, ya no pueden callar las voces de los barrios. Chávez le temía a eso. Sabía que era el punto débil. Hoy no tienen como callarlos y si Caracas explota será el fin de la revolución, el resto del país hará como indica el himno nacional: ‘Seguid el ejemplo que Caracas dio’”
Este clamor crece cada día. La gente que es obligada a hacer colas declara que está harta de la demagogia de los voceros oficiales y que está blindada contra la manipulación. Quiere soluciones. Encuestas recientes confirman el malestar popular. Más de 70% de la población no cree en el discurso del gobierno. Escenas de saqueos, linchamientos y represión policial circulan profusamente todos los días por las redes sociales y es cada vez más común escuchar que la crisis no se arreglará por vías pacíficas y democráticas, sino de manera violenta.
Observadores como Michael Penfold creen que se ha llegado al punto en que las apuestas son tan altas que ni el gobierno ni la oposición ni los empresarios ve ningún beneficio en trabar acuerdos con el adversario. Cada quien en su trinchera cuida su interés particular.
El deterioro de las condiciones de vida es el caldo de cultivo para un estallido social como El Caracazo, la ola de saqueos de 1989 que fue salvajemente reprimida por el ejército y dejó más de 300 muertos. Esta coyuntura creó las condiciones que hicieron posible la llegada de Hugo Chávez al poder una década más tarde. Un evento así perturbaría aun más el forzado balance de poder existente alternado radicalmente el tablero político.
La incógnita es si los militares respaldarán a Maduro saliendo a la calle a reprimir o si dejarán que las cosas pasen sin usar la fuerza, una tácita señal de que le han retirado su apoyo al gobierno.
El Vaticano está trabajando intensamente por una solución. Se sabe que ha habido reuniones con altos funcionarios del gobierno chavista, como el vicepresidente Aristóbulo Istúriz y la canciller, Delcy Rodríguez. En la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos, en Washington, se evalúan medidas posibles, incluyendo la aplicación de la Carta Democrática Interamericana. Dado que lo que piensa el estamento militar es una caja negra, el enigma militar sólo será despejado si hay un gran acontecimiento. Pero, en cualquier escenario, los militares son vistos como un factor decisorio.
Lo que vive Venezuela es el dilatado crepúsculo de una utopía arcaica basada en el delirio de un caudillo.
No hay dudas de que Chávez y el chavismo seguirán dando de qué hablar durante largos años. Pero, en rigor, los sueños que Chávez encendió cuando irrumpió en la escena política se han apagado. Aunque el gobierno continúe, Chávez es una estrella muerta cuya luz mortecina podemos seguir viendo largamente después de su extinción.
No es la primera vez que esto sucede en la historia venezolana, marcada por golpes, revoluciones y caudillos monstruosos y delirantes, como lúcidamente lo captó el historiador Jesús Sanoja Hernández. Décadas después de la muerte del tirano Juan Vicente Gómez, sus acólitos seguían hablando de “El Benemérito”. Incluso sus víctimas más torturadas lo evocaban sin querer cuando se referían al pasado terrible como “En los tiempos del general…”.
Vasco Szinetar: el hombre que inventó el "selfie"
EN:
Domenico Chiappe
Domenico Chiappe
Entre el protagonismo del narrador que centra la trama en su propia experiencia y la invisibilidad y omnipresencia de quien se sitúa fuera de la acción, la narración en segunda persona permite sublimar lo íntimo, aflorar la introspección, confesar. Decir aquello que a nadie más se diría. Sólo a ese “otro” a quien va dirigida la palabra. Ese “tú” que en ocasiones se presta también a la duplicación del sujeto narrativo. Un desdoblamiento, un mirarse en el espejo. Para escucharle, para observar las imágenes que se crean por gestualidad y por écfrasis hay que agüeitar, agazapados como fisgones, al emisor y al oyente.
Superado el debate de la objetividad fotográfica, y abiertos los caminos para documentar la realidad desde el punto de vista autoral, la narración visual se nutre de recursos que antes parecían propios de la literatura (y dentro de la escritura, de la ficción). El fotógrafo, según quiera contar su universo retratado desde adentro o desde afuera, asume una perspectiva desde la que traza una estrategia para mirar el tema. Una mirada que luego transmitirá con la obra fotográfica, en la que se volcarán también, como en el texto, criterios estéticos. Si se quiere contar desde “adentro” de la acción, recurrirá a la primera persona, el autorretrato. Si se narra desde “afuera”, la tercera persona, mediante la elección de alguien a quien convertir en personaje, en eje de esa historia.
Pero el fangoso territorio de la segunda persona, tan difícil de lograr con coherencia en literatura, estaba muy poco explorado en la fotografía. Mucho antes de que surgiera, con el impulso y la venia de las redes sociales, lo que Fontcuberta teorizó como “reflectogramas”, que eran los retratos en el espejo, sobre todo de baños y dormitorios, usualmente eróticos, había un fotógrafo que desde los ochenta trabajaba ese retrato en el espejo, con una retórica todavía más compleja que la del autorretrato especular popularizado en Internet.
En Venezuela, Vasco Szinetar se dedicó a retratar a artistas y creadores alejado del tradicional discurso de la tercera persona que se ha mantenido en este género fotográfico desde sus inicios. Szinetar eligió la mirada susurrante de la segunda persona para mostrar ese diálogo entre él, fotógrafo, y su retratado. Lo hizo en una doble vertiente. Por una parte, eligió los servicios de hoteles, casas, despachos, donde encontrar un espejo y allí hacía la fotografía que, más que un retrato, era una narración con dos tramas. La del fotógrafo y la de su acompañante, desubicado por la originalidad.
Al igual que en los reflectogramas que surgieron más de dos décadas después, quien acciona la cámara se desnuda. En el caso de Szinetar, no de manera literal. No insinúa ni muestra la piel. Es aún más profunda, y por eso la segunda persona funciona con la eficacia literaria: su desvelamiento es intelectual, y surge por confesión: a quién admira, con qué alegría lo captura para su propia biografía. Borges, Rushdie, García Márquez, Vila-Matas… además, algunos de estos retratos capturan el rictus más espontáneo de estos intelectuales, acostumbrados a la pose pero no a la locura contagiosa de su interlocutor.
Nosotros, el público que observa la obra de Vasco Szinetar nos entrometemos, por esta magia de una perspectiva bien elegida, entre dos personas que parecen no querer testigos. Y sin embargo, ahí estamos, escuchando el murmullo que surge de esa mirada.
Otra vertiente de este mismo proyecto vital de Szinetar, quizás menos conocida que sus (auto)retratos en el espejo pero que data de la misma fecha y en ocasiones con los mismos sujetos, es la que produjo volteando la cámara, calculando a pulso el enfoque y adaptándose a la distancia del brazo. Fue esta escasa lejanía la que obligó a los retratados a acercarse, a rozar sus rostros y sentir, uno y otro, desprotegidos, la tersura de la carne. En esta serie llamada Cheek to cheek (cachete a cachete, en venezolano) se percibe la suavidad de las sienes, la aspereza de la barba, la espesura del sudor. En la visión que nos llega se mezcla tacto y olor.
La habilidad del fotógrafo fuerza el primer plano donde, más que insistir en la duplicación (por partida doble) que permitía el espejo como eco de la segunda persona narrativa, se viraba la perspectiva para aumentar la narración del Yo. El autorretrato de plano cerrado donde el contexto se suprime por efecto de esa mínima distancia que no deja respirar al obturador, pero también por la intención del autor, pionero en ese plano que treinta años después deviene en “selfie”, y exacerba la exploración del mundo alrededor del ego. El Yo convertido en superyó.
Aunque precursor del selfie, la obra de Szinetar poco puede vincularse a esta forma de expresión fotográfica, cercada por el amateurismo y la banalidad. En sus primeras imágenes, datadas en 1982, e incluso en las de mediados de los noventa, los rostros atentos al lente, denotan concentración y expectación. Miguel Otero Silva, Arthur Miller, Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Nicanor Parra… Eran tiempos en que sólo la complicidad con el fotógrafo allanaba la duda de tal experimento. En las fotografías más recientes, instaurado el selfie como especie de autógrafo, como suvenir y sucedáneo de la memoria, los rostros se relajan, habituados ahora a esa cercanía, que pone fin al experimento de Sz
Subscribe to:
Posts (Atom)