YON GOICOECHEA | EL UNIVERSAL
martes 21 de agosto de 2012 12:00 AM
A esta hora del día, es obvio que Chávez no tiene condición física para seguirle el ritmo de campaña a Capriles. El primero ha hecho todo lo que ha podido, echando mano de su dominación inconstitucional de los medios para mantenerse vigente, pero el contraste es evidente. Capriles recorre el país a un ritmo de 3 pueblos por día y ha movilizado a más personas en esta contienda que ninguna otra campaña presidencial en las últimas décadas. Por el contrario, Chávez yace siempre del otro lado de la pantalla, cuando no, pasea en su carroza.
Hay que tener cuidado con lo que se desea. Aquel que alguna vez derrotó a todos los medios que lo adversaron, ha quedado encerrado en su celda favorita: la televisión. De líder arbitrario e irreverente pasó a ser un maniqueísmo de laboratorios brasileños y cubanos. Ni sabemos ni sabremos si lo de cáncer fue otra de las mentiras enarboladas en nombre de "la revolución y la felicidad de los pueblos del Sur", pero es claro que este Chávez no goza de la misma salud, que antaño lo llevaría del golpista que fue al dictador que es. Ya las piernas no le dan para pararse en todas esas plazas Bolívar desde las que alguna vez predicó con éxito su resentimiento, desde las que logró ganarse a los venezolanos molestos con la vida. Ahora es su cabeza la que buscan.
¿Por qué no hablaron más del cáncer? ¿Si fue todo una mentira calculada, una estrategia, por qué nunca retomó su ritmo habitual de campaña? No hay respuestas, nunca las hay. El cáncer, real o imaginario, es un argumento comunicacionalmente desgastado. Sí le dio algunos votos, pero hizo que su figura omnipresente se volviera predecible y, a corto plazo, perecedera. ¿Quién se inmolará en la FAN para defenderle un fraude a un dictador con pronta fecha de caducidad? Chávez está en las manos del CNE porque ni tiene fuerza física para ganar, ni tiene fuerza política para imponerse con las armas. Sólo le queda el fraude para no pasar sus últimos días en una Corte Internacional. ¿Podrá?
Hay que tener cuidado con lo que se desea. Aquel que alguna vez derrotó a todos los medios que lo adversaron, ha quedado encerrado en su celda favorita: la televisión. De líder arbitrario e irreverente pasó a ser un maniqueísmo de laboratorios brasileños y cubanos. Ni sabemos ni sabremos si lo de cáncer fue otra de las mentiras enarboladas en nombre de "la revolución y la felicidad de los pueblos del Sur", pero es claro que este Chávez no goza de la misma salud, que antaño lo llevaría del golpista que fue al dictador que es. Ya las piernas no le dan para pararse en todas esas plazas Bolívar desde las que alguna vez predicó con éxito su resentimiento, desde las que logró ganarse a los venezolanos molestos con la vida. Ahora es su cabeza la que buscan.
¿Por qué no hablaron más del cáncer? ¿Si fue todo una mentira calculada, una estrategia, por qué nunca retomó su ritmo habitual de campaña? No hay respuestas, nunca las hay. El cáncer, real o imaginario, es un argumento comunicacionalmente desgastado. Sí le dio algunos votos, pero hizo que su figura omnipresente se volviera predecible y, a corto plazo, perecedera. ¿Quién se inmolará en la FAN para defenderle un fraude a un dictador con pronta fecha de caducidad? Chávez está en las manos del CNE porque ni tiene fuerza física para ganar, ni tiene fuerza política para imponerse con las armas. Sólo le queda el fraude para no pasar sus últimos días en una Corte Internacional. ¿Podrá?
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