En pocas palabras. Javier J. Jaspe
Washington D.C.
La semana que recién concluye ha visto la consagración de Michael Phelps, como el más grande nadador y atleta olímpico de todos los tiempos, tras obtener 22 medallas, l8 de ellas de oro. Luego de esta apoteosis, al haber dejado claro que no volverá a competir en natación en las próximas olimpíadas de Río de Janeiro, resulta lógico que ya se hagan comentarios sobre cuál será el camino que seguirá Michael en los tiempos por venir.
El mismo atleta, quien en la noche del lunes 6 de Agosyo aprovechó de estrenar públicamente su novia, http://olympics.yardbarker.com/blog/olympics/article/michael_phelps_makes_appearance_with_girlfriend_megan_rossee/11392363), se ha encargado de arrojar algunas pocas luces sobre las nuevas actividades que lo ocuparán en el futuro, entre ellas, la de viajar con más frecuencia para visitar sitios del planeta que llaman particularmente su atención, dedicar mayor tiempo a practicar el golf, y en lo posible ocuparse más directamente de las labores de la fundación que ha creado para promover y facilitar el ejercicio de la natación por parte de niños que carecen de recursos. Este último, sin duda, un esfuerzo altamente encomiable, que demuestra su sensibilidad y solidaridad con causas nobles. Tampoco sería descartable que opte por retomar y concluir sus estudios universitarios, o decida aceptar la invitación que habría recibido para formar parte del equipo olímpico de clavados de los Estados Unidos.
El hecho de que Michael Phelps ya considere varias opciones como las antes reseñadas, incluso antes de que cierren las presentes olimpíadas de Londres, resulta altamente positivo y constrasta con la situación vivida por el atleta, luego de su rotundo triunfo en las olimpíadas de Beijing en el 2008. En aquella época, la vida de Michael Phelps entró en un período depresivo y erratico, el cual lo llevó a experimentar con drogas, cuando no a ser victima de la adicción a los video-juegos, hiriendo de gravedad la explotación de la marca comercial que gira en torno a su nombre y los triunfos obtenidos en la natación olímpica. Aunque el atleta se arrepintió y superó esta situación con entereza, algunas de las importantes firmas empresariales que estaban utilizando su imagen, no dudaron en rescindirle los contratos en aquél entonces, ante los problemas que podían causarse a los productos patrocinados en comerciales que iban destinados a estimular su consumo por parte de la población joven de los Estados Unidos.
Si bien todavía circulan versiones sobre su adicción a los video-juegos, pareciera que la impecable conducta deportiva observada por Phelps en los últimos tiempos, especialmente puesta de relieve a raíz de su contundente victoria en los juegos olímpicos de Londres, ha empezado a abonar sustancialmente el terreno para que el mundo empresarial y la sociedad en general se decida a darle de nuevo amplia aceptación a su imagen. Sinembargo, hará falta un esfuerzo adicional del atleta para dar muestras de que tiene claramente definido un camino y nuevas metas capaces de orientar sus pasos en los próximos años de su ya extraordinaria vida. Esto, porque, de todos es sabido, que la especie humana se encuentra entre las pocas especies del género animal que es capaz de incurrir dos veces en el mismo error. Por tanto, un nuevo vacío de ánimo acompañado por otro período erratico, como el vivido después de las olimpíadas de Beijing, podría causarle al atleta daños de consideración y difícilmente superables.
En pocas palabras, a sus 27 años, luego de la apoteosis de su triunfo en Londres, para lo cual ha contado con el apoyo invalorable de su mamá, hermanas y entrenador, Michael Phelps enfrenta la necesidad impostergable de tomar e implementar las decisiones que muestren al mundo que ha crecido y se encuentra maduro para enfrentar por si mismo los próximos años, en actividades distintas a las competencias de natación que se suceden en los juegos olímpicos de verano cada cuatro años. Abrigamos la esperanza de que así será. Veremos….
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