ALEXANDER GUERRERO E.| EL UNIVERSAL
viernes 31 de enero de 2014 12:00 AM
Venezuela registra desde 2013 una severa crisis fiscal y de balanza de pagos seguida de una contracción económica con una fuerte caída del consumo e inversión, en ruta hacia un colapso fiscal hiperinflacionario, que impondrá elevados costos por incumplimientos de pagos tanto de Pdvsa como del gobierno, contratistas, proveedores, acreedores diversos, trabajadores, pasivos en general, que agrega la de Cadivi con empresas privadas internacionales con caída libre de la factura petrolera independiente que el precio del barril marque $100, la renta petrolera se evalúa a menos de la mitad de ese precio.
En esa ruta, la economía se moverá, entre la hiperinflación y la escasez, la cual el gobierno tratará de sistematizarla con racionamiento entre la represión económica con represión social y política y un "estado de excepción" militarizado y en marcha con la Ley Habilitante como marco institucional para alinear la guerra que el Presidente libra contra el capital privado, léase capitalismo, y por baranda, contra el "pueblo".
Las decisiones políticas y no económicas del gobierno emergen en un primer plano, con poderes extraordinarios y Ley Habilitante una agenda de controles sobre precios, ganancias e importaciones, y viniendo de la razzia para descapitalizar y arruinar al sector comercio, las fuentes de oferta de hoy hasta un mañana han sido infartadas por el gobierno. Maduro probablemente ignora junto con sus ministros, que ello empujará la economía hacia una depresión, pero inflacionaria lo que junto al desempleo irá calentando la caldera social, de eso no hay duda. Una acción colectiva de rechazo y protesta ya no es un evento teórico. Desafortunadamente la oposición bajo shock de perplejidad no logra reconocer su responsabilidad, luce cansada y prisionera del status, se dirige por Twitter, Facebook y smartphones, se le olvidó la calle y cuando oyen la crítica pierden la cordura que muestran como oposición política. De todos modos, el caldo de una acción colectiva cuece.
En un 2do. plano, encontramos los falsos dilemas, especie de bunkers donde se acoraza el gobierno, donde el instinto de perder el poder en medio de un tsunami socioeconómico, ha corrido hacia adelante y nos amenaza de acabar con lo que queda de democracia, que es poco, en un desesperado esfuerzo por mantenerse el poder y resistir la eyección. Como –todo– dilema, no tienen solución óptima, Maduro juega topo a todo, y con tanta gente que lo rodea con rabo 'e paja y muchas cuentas que presentar, el camino escogido "pareciera" ser el más apropiado.
El segundo falso dilema del gobierno parte de su decisión en mayores controles en los precios y en importaciones, ante la posibilidad de flexibilizar, algo con lo cual la sociedad rentista venezolana se conformaría. Es evidente y obvio que bajo el espectro de la depresión los controles servirán para acelerar el camino a un colapso fiscal en medio de una presión hiperinflacionaria, porque la negativa de ajustar su gasto y disminuir su colosal déficit fiscal –hoy en 26% del PIB– no le deja otro camino, por escasez de reservas internacionales que monetizar su déficit, algo que el retornado Presidente del BCV a su puesto habitual conoce a perfección, está allí para eso. Esto debo explicarlo. Como sabemos que no hay dólares. Solo leyendo pasivos financieros y no financieros de Pdvsa basta, ello nos dice, junto a sus estados financieros que la renta del petróleo se llevó ¡el mismísimo demonio! Lo demás falta por las calles.
Esta urgencia por bolívares inflacionarios, causados por la escasez de dólares, está acompañada de los controles mencionados, lo que unido a la escasez y racionamiento ya embutido en las leyes y violencia política sobre el sector productivo, constituiría para el gobierno una tabla de salvación –política, pero un contrasentido en las actuales condiciones económicas caracterizadas por crisis en pagos por escasez de divisas –caras– y abundancia de bolívares infraccionados –baratos– en un entorno de elevado servicio por endeudamiento, contracción económica, desempleo y caída de la renta petrolera, éste, el origen de esa grotesca crisis de pagos.
Pero quizás sea Lenin quien en forma de pajarito le susurre a Maduro, "haz como yo lo hice en 1921 cuando decidí acabar con la burguesía envileciendo la moneda imprimiendo sin límites". En 1923 Lenin convocó al CC para retornar al capitalismo porque no había pan en las despensas, Lenin murió asesinado en el intento. Maduro imprimirá dinero a discreción y deuda pública, acotamos que esta última en condiciones hiperinflacionarias como la que vivimos, es similar a dinero circulante, su impacto será ídem inflacionario. Ese monopolio sobre el bolívar y dólar, contra natura, –ellos no lo entienden– sí producirá un terrible impacto social y altamente peligroso: el acelerado empobrecimiento de las clases medias. El gobierno se mueve en un resbaloso terreno de inestabilidad política, los ministros viven su propio calvario de nervios, han apostado topo a todo.
En esa ruta, la economía se moverá, entre la hiperinflación y la escasez, la cual el gobierno tratará de sistematizarla con racionamiento entre la represión económica con represión social y política y un "estado de excepción" militarizado y en marcha con la Ley Habilitante como marco institucional para alinear la guerra que el Presidente libra contra el capital privado, léase capitalismo, y por baranda, contra el "pueblo".
Las decisiones políticas y no económicas del gobierno emergen en un primer plano, con poderes extraordinarios y Ley Habilitante una agenda de controles sobre precios, ganancias e importaciones, y viniendo de la razzia para descapitalizar y arruinar al sector comercio, las fuentes de oferta de hoy hasta un mañana han sido infartadas por el gobierno. Maduro probablemente ignora junto con sus ministros, que ello empujará la economía hacia una depresión, pero inflacionaria lo que junto al desempleo irá calentando la caldera social, de eso no hay duda. Una acción colectiva de rechazo y protesta ya no es un evento teórico. Desafortunadamente la oposición bajo shock de perplejidad no logra reconocer su responsabilidad, luce cansada y prisionera del status, se dirige por Twitter, Facebook y smartphones, se le olvidó la calle y cuando oyen la crítica pierden la cordura que muestran como oposición política. De todos modos, el caldo de una acción colectiva cuece.
En un 2do. plano, encontramos los falsos dilemas, especie de bunkers donde se acoraza el gobierno, donde el instinto de perder el poder en medio de un tsunami socioeconómico, ha corrido hacia adelante y nos amenaza de acabar con lo que queda de democracia, que es poco, en un desesperado esfuerzo por mantenerse el poder y resistir la eyección. Como –todo– dilema, no tienen solución óptima, Maduro juega topo a todo, y con tanta gente que lo rodea con rabo 'e paja y muchas cuentas que presentar, el camino escogido "pareciera" ser el más apropiado.
El segundo falso dilema del gobierno parte de su decisión en mayores controles en los precios y en importaciones, ante la posibilidad de flexibilizar, algo con lo cual la sociedad rentista venezolana se conformaría. Es evidente y obvio que bajo el espectro de la depresión los controles servirán para acelerar el camino a un colapso fiscal en medio de una presión hiperinflacionaria, porque la negativa de ajustar su gasto y disminuir su colosal déficit fiscal –hoy en 26% del PIB– no le deja otro camino, por escasez de reservas internacionales que monetizar su déficit, algo que el retornado Presidente del BCV a su puesto habitual conoce a perfección, está allí para eso. Esto debo explicarlo. Como sabemos que no hay dólares. Solo leyendo pasivos financieros y no financieros de Pdvsa basta, ello nos dice, junto a sus estados financieros que la renta del petróleo se llevó ¡el mismísimo demonio! Lo demás falta por las calles.
Esta urgencia por bolívares inflacionarios, causados por la escasez de dólares, está acompañada de los controles mencionados, lo que unido a la escasez y racionamiento ya embutido en las leyes y violencia política sobre el sector productivo, constituiría para el gobierno una tabla de salvación –política, pero un contrasentido en las actuales condiciones económicas caracterizadas por crisis en pagos por escasez de divisas –caras– y abundancia de bolívares infraccionados –baratos– en un entorno de elevado servicio por endeudamiento, contracción económica, desempleo y caída de la renta petrolera, éste, el origen de esa grotesca crisis de pagos.
Pero quizás sea Lenin quien en forma de pajarito le susurre a Maduro, "haz como yo lo hice en 1921 cuando decidí acabar con la burguesía envileciendo la moneda imprimiendo sin límites". En 1923 Lenin convocó al CC para retornar al capitalismo porque no había pan en las despensas, Lenin murió asesinado en el intento. Maduro imprimirá dinero a discreción y deuda pública, acotamos que esta última en condiciones hiperinflacionarias como la que vivimos, es similar a dinero circulante, su impacto será ídem inflacionario. Ese monopolio sobre el bolívar y dólar, contra natura, –ellos no lo entienden– sí producirá un terrible impacto social y altamente peligroso: el acelerado empobrecimiento de las clases medias. El gobierno se mueve en un resbaloso terreno de inestabilidad política, los ministros viven su propio calvario de nervios, han apostado topo a todo.
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