En: http://www.lapatilla.com/site/2014/09/22/hernan-castillo-un-falso-dilema/
Hernán Castillo
La semana pasada, un sector importante de la sociedad civil,
personalidades, Organizaciones No Gubernamentales ONGs e
individualidades, y un grupo de organizaciones políticas entre las que
destaca Voluntad Popular VP, a través del alcalde del municipio El
Hatillo, David Smolansky, le anunciaron al país el inicio de la
organización de un proceso político nacional hacia una Asamblea
Constituyente. No obstante, a finales del próximo año 2015, deberíamos
tener la realización de unas elecciones nacionales parlamentarias.
Ahora bien, el comienzo en estos meses de un Proceso Constituyente y
la campaña electoral el año que viene, para la Asamblea Nacional, no
son dinámicas excluyentes; al contrario, ambas dinámicas si son bien
coordinadas pueden ser complementarias. Una puede servir para acumular
fuerzas y reforzar la otra. La clave es que ambas dinámicas, por una
parte el esfuerzo Constituyente y por la otra la campaña electoral para
la Asamblea Nacional, están orientadas finalmente a cambiar, entre otras
cosas, los poderes públicos del Estado por métodos pacíficos,
constitucionales, democráticos, ciudadanos y electorales. De tal manera
que plantearse escoger entre la participación en las elecciones
parlamentarias el año que viene o el inicio ahora de un proceso
constituyente, en las difíciles circunstancias políticas y económicas
por las que atraviesa Venezuela, es un falso dilema. Si algo está
ampliamente demostrado es que no se debe bajar la presión social y la
protesta política al gobierno petromilitar de Nicolás Maduro, y ambas
dinámicas y esfuerzos, el Constituyente y el Parlamentario, están
orientadas en la dirección correcta: la organización y la movilización
popular. A lo único que este régimen medio respeta y es susceptible, es a
la presión social y política a la cual responden siempre con la
violación de los Derechos Humanos y una brutal represión, como nunca
antes vista en este país.
La situación del gobierno es excesivamente frágil, hasta el punto en
que una vez más, los principales cambios en las políticas
gubernamentales se reducen a enroques de funcionarios fracasados en la
gestión pública; y por falta del amplio piso político necesario y
antagonismos irreconciliables no han podido implementar mínimas medidas
para estabilizar el país.
En dos meses de protesta la represión dejo más de cuarenta muertos,
jóvenes torturados y miles con regímenes de presentación; las cárceles
atestadas de presos muriéndose; la escasez de alimentos y medicinas,
generalizada; los servicios públicos no funcionan, especialmente salud,
educación y policía; la inflación, la más alta del mundo; todas las
empresas del Estado, quebradas; la infraestructura física nacional
arruinada; el delito común en alianza con sectores corrompidos del
Estado, dominan las ciudades del país; el Parlamento como “caja de
resonancia” de la sociedad, cerrado; las reservas del Banco Central,
agotadas; los medios de comunicación social privados, aplastados; el
llamado Diálogo con el gobierno, fracasado.
En fin, estamos ante el declive y agonía de un proyecto petromilitar,
autocrático, mesiánico, estatista, y castrocomunista que a duras penas
se sostiene. Y si realmente somos oposición, debemos comportarnos
políticamente como oposición.
Si en el 2007 logramos derrotar la propuesta de reforma
constitucional de Chávez, luego obtuvimos la mayoría en las últimas
elecciones parlamentarias, e incluso Maduro dice que ganó las elecciones
presidenciales con unos resultados cuestionados, hoy estamos en una
mejor situación para movilizar el país hacia el cambio de los poderes
públicos. El gobierno, entre la muerte de Chávez en marzo y las
elecciones presidenciales del 10 de octubre, perdió cerca de un millón
de votos. Y fueron unas elecciones presidenciales en las que
participamos contra el abusivo y ventajista peso de un Estado
Petromilitar, en donde incluso llegaron al extremo de sacar de los
centros de votación a nuestros representantes, a plomo.
En los próximos meses con toda certeza, la crisis nacional tiende a
agudizarse. De tal manera que estamos en las puertas de un momento
estelar para aumentar la presión política y social. En estas
circunstancias y las que se aproximan, escoger entre el camino
Constituyente o las elecciones parlamentarias puede ser un error, cuando
ambas dinámicas políticas se pueden complementar perfectamente, para
imprimirle un definitivo rumbo a Venezuela hacia el Progreso y el
Desarrollo.
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