En: http://www.lapatilla.com/site/2014/10/19/marta-colomina-maduro-no-aclares-que-oscureces/
Marta Colomina
Con la historia mal contada y parcialmente inventada, en cadena y con
periodistas nacionales e internacionales, Maduro pretendió convencernos
de que el espantoso asesinato del diputado Robert Serra había sido
planificado por un “paramilitar colombiano” de nombre Leiva Padilla y
apodado “el Colombia”, quien “presionó” y “convenció” al jefe de los
escoltas del parlamentario asesinado, Torres Camacho, para perpetrar el
macabro hecho. Tal “versión” le permite a Maduro repetir su delirante
denuncia contra Uribe, Saleh, los “mayameros” e incorporar al diputado
opositor Berrizbeitia (a quien no le perdona que haya develado el
obsceno despilfarro del “presidente obrero”) y hasta involucra al preso
político Leopoldo López como supuestos (e inexistentes) “autores
intelectuales”. Maduro sabe que está mintiendo porque tiene en su poder
la reveladora confesión del escolta Torres Camacho, conocida también por
los periodistas que cubren la fuente policial (no invitados a la rueda
de prensa) y quienes desde el principio señalaron que los asesinos de
Serra pertenecían a su entorno.
Relata Nicolás que de las 6 personas que entraron en casa de Serra,
dos están “detenidos y confesos: Leiva y el escolta ( policaracas)
Torres Camacho. Los sobrenombres de los implicados en el asesinato
hablan de su condición hamponil, y no de activistas cumpliendo un crimen
político ordenado desde Colombia y Miami: Fariñes, alias “Palomino”;
Carlos García “Tintín” (ya detenido); José Padilla apodado “Oreja” y el
tal Leiva Padilla, alias “el Colombia”. Negó Maduro que una de las
razones del horrendo crimen haya sido el robo de dinero y los fusiles en
poder de Serra (irregularidad nunca citada por autoridad alguna), ni
apunta a una posible venganza, dada la saña terrible con la que fue
ultimado. Por el contrario, concluye que “el crimen tenía como objetivo
desestabilizar el país”, como si no fueran sus cuerpos de seguridad, sus
paramilitares (“colectivos”) y miles de delincuentes impunemente
sueltos en las calles quienes han robado la paz y la vida a millones de
venezolanos.
Los precios petroleros se derrumban: Arabia Saudita, Kwait y otros
miembros de la OPEP, desoyendo los lamentos de Rafael Ramírez, aumentan
su producción en un mercado sobresaturado de crudo; baja la producción
de Pdvsa con su monstruosa nómina de más de 100.000 empleados, el país
tiene vencimientos inminentes de deuda internacional que superan los
4.000 millones de dólares, más las demandas perdidas en el Ciadi. No hay
inventarios de artículos de primera necesidad, así que la escasez se
incrementa; la inflación en alimentos supera 100%; crece la criminalidad
desatada y la popularidad de Nicolás se derrumba. Y mientras todo eso
ocurre, él se empecina en acusar al “terrorismo internacional” y a
opositores nacionales del crimen de Serra y hasta del de Eliézer Otaiza.
Como le pareció pequeña la truculenta “olla”, le añadió los intentos de
asesinato de Diosdado Cabello y del ministro Héctor Rodríguez. “El
Colombia” -acusa Maduro- es jefe de una organización paramilitar que
convence y contacta al escolta Torres (…) y recibió mucho dinero de otro
colombiano, que es el que los está conduciendo”. Ante tan grave
acusación viene este lunes a Venezuela la canciller colombiana y
seguramente traerá un expediente con la historia sórdida de un crimen
cuyos detalles oculta el gobierno, pero ya conoce la opinión pública a
través de las redes sociales y de periodistas que lo publican en su
cuenta Twitter, censurados como están en los medios.
La colega Thabata Molina denuncia en esa red social: “Lo que no dice
Nicolás es que el Colombia era el pran de los edificios de la Misión
Vivienda de La Paz. El Colombia era uno de los tantos delincuentes que
vive en Misión Vivienda La Paz, conocido como Rodeo I y Rodeo II” . En
un segundo tweet Thabata añade: “Lo que no dice Nicolás es que el lunes
en la noche hubo otro tiroteo en la Misión Vivienda La Paz donde mataron
a otro de los que participó en el crimen”. Así que a través de la
colega Thabata sabemos que el Colombia es un delincuente a quien el
gobierno le adjudicó un apartamento a través de la Misión Vivienda, y
fue convertido en “pran” del conjunto residencial donde también habita
el escolta Torres. ¿Cómo Maduro puede seguir sosteniendo la historia del
“terrorismo internacional” como autor intelectual de un crimen que
exhibe la inocultable podredumbre del gobierno?
A propósito del submundo político oficial, nos viene a la memoria la
anécdota del presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt, fuerte
sostenedor de la dictadura de Anastasio Somoza. Cuando uno de sus
asesores le sugirió no seguir apoyando al dictador nicaragüense porque
“Somoza era un hijo de p…” Roossevelt le contestó: “Sí, pero es nuestro
hijo de p…”. Imaginamos entonces que con el dossier del Colombia en
mano, la canciller Holguin rechazará las acusaciones de Maduro este
lunes diciéndole: “Nicolás, el Colombia es tu hijo de p…”
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