Es muy
desagradable comparar horrores. Pero resulta que dos países importantes de
América Latina están viviendo momentos terribles en el campo de los derechos
humanos y vale la pena señalar las semejanzas y diferencias entre ambas
situaciones. 40 estudiantes asesinados en México y en Venezuela también. Dos países
agobiados por la violencia, los secuestros, la corrupción. El narcotráfico con
ramificaciones en todas las ramas del Gobierno. La sociedad civil cansada,
agotada de tanta impunidad. El país anonadado ante la muerte violenta y la
crueldad de los asesinos. Los jóvenes en la calle protestando a diario la
violencia en contra de sus compañeros. Enorme riqueza y pobreza desesperante.
Desconfianza en la clase política de antes y la de ahora también. Corrupción,
siempre corrupción.
Chávez y Maduro han
ido acabando con todas las instituciones de Venezuela
Pero allí
terminan las terribles semejanzas. En México, una lucha contra el narcotráfico,
enfocada como un combate militar, ha desembocado en una desatada violencia. En
Venezuela, ahora pieza importante en el tráfico mundial de drogas, los
militares con su famoso Cartel de los Soles no luchan contra el narcotráfico
sino forman parte activa del mismo. En México los 40 estudiantes fueron
asesinados en una zona remota, en donde aparentemente no llega el poder del pusilánime
Gobierno central. En Venezuela los estudiantes fueron asesinados en las calles
de las principales ciudades del país, con pleno conocimiento y apoyo del
Gobierno de Maduro. En México, los culpables, los asesinos mismos y los autores
intelectuales están presos y repudiados por todos. En Venezuela, los asesinos
de los estudiantes están sueltos, no hay un solo culpable y el Gobierno no ha
expresado pesar alguno por esas muertes.
Ante
la muerte de los estudiantes, Peña Nieto demostró debilidad y torpeza política
El
Procurador en México se ha manifestado agobiado, “cansado” de tanto horror
mientras que su equivalente en Venezuela, la Fiscal Ortega Díaz, es una
furibunda militante del partido de gobierno que culpabiliza a los
manifestantes. La defensora del pueblo ha llegado incluso a justificar la
tortura, con argumentos muy parecidos a los que usan los militares en
Guantánamo. La tortura en Venezuela se ha vuelto tan generalizada en las
cárceles, que aún la ONU, que suele ser paquidérmica en sus pronunciamientos
sobre derechos humanos, ha llamado la atención sobre lo que ocurre en las
cárceles.
A
Leopoldo López, líder principalísimo de la oposición se le aplican maltratos
psicológicos, dentro de un aislamiento prolongado y torturas primitivas con
excrementos humanos, como nunca se habían visto en la violenta historia del
país. La Comisión de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, donde el Gobierno
de Maduro tiene numerosos amigos, se ha pronunciado por la liberación inmediata
de Leopoldo López, sin que el Gobierno haga un gesto por obedecer. Que yo sepa,
en México no hay ese tipo de presos políticos, ni se somete a los presidiarios
a torturas sistemáticas avaladas por las más altas autoridades gubernamentales.
Ante la
muerte de los estudiantes, el presidente Peña Nieto demostró debilidad y
torpeza política, culminando en un criticado viaje a China en vez de acercarse
a sus compatriotas de Guerrero. Ante el asesinato de los estudiantes, Maduro
los culpa como autores de “guerras económicas”, “agentes de la ultraderecha”,
“hijitos de papá”, sin mostrar el menor arrepentimiento por la terrible
represión que ha habido durante su Gobierno. Mientras México asume con dolor y
dignidad la tragedia ocurrida y busca explicaciones dentro de su propio sistema
y sus enormes fallas, Maduro y sus cómplices culpan de todo lo que ocurre en el
país a paramilitares colombianos, a Uribe, al imperio. Incluso a Obama, que
según ellos hasta conspira para que no llegue el papel higiénico a los baños
venezolanos.
La Casa
Blanca de la esposa de Peña Nieto ha causado indignación por fundadas
acusaciones de conflicto de intereses y corrupción, aunque la señora dice
que la mansión fue pagada con sus ingresos como conocida artista de
telenovelas. En Venezuela, los “enchufados” no tenían —según ellos mismos
confesaban— “donde caerse muertos” cuando llegaron al Gobierno. Ahora son
banqueros, propietarios de mansiones fortificadas en Venezuela, palacetes en Europa,
edificios en Florida, yates, aviones, caballos de carrera, cotos de caza y pare
Usted de contar. La fortuna de Diosdado Cabellos se calcula en miles de
millones de dólares. En los periódicos salió una noticia, pronto silenciada,
según la cual al ministro petrolero Ramírez le investigan 40 (sí, 40) cuentas
bancarias en Suiza. Los ingresos petroleros mayores de la historia han
desaparecido en los bolsillos de losrobolucionarios en el Gobierno.
México logrará
superar la tragedia. Ojalá pudieramos decir lo mismo de Venezuela
México
tiene una clase media pujante, empresarios cuyo éxito es de talla mundial y
sigue siendo —a pesar de la violencia— un destino turístico privilegiado.
Venezuela es un país que ya no tiene el dinero para importar todo lo que se ha dejado
de producir en estos 15 años. Los boliburgueses basan su éxito
en la corrupción y no en empresas. El turismo ha desaparecido después del
asesinato de unos cuantos forasteros incautos.
Pero lo
más importante para México es que allí sobreviven, y probablemente se harán más
fuertes cuando se supere la tragedia de Guerrero, instituciones sólidas,
independientes de la presidencia. En cambio, los Gobiernos de Chávez y de
Maduro han ido acabando, una por una, con todas las instituciones de Venezuela,
quedando solo un Ejecutivo ineficiente y acorralado por los problemas que ellos
mismos han creado. México logrará superar la horrible tragedia de sus
estudiantes muertos. Ojalá pudiéramos decir lo mismo de Venezuela.
Maruja Tarre es
profesora en la Universidad Simón Bolívar. Twitter @marujatarre
Vía El País. España
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