El miércoles, la alianza opositora MUD trató de llevar al centro de Caracas su legítima protesta por la tramposa negativa del CNE a procesar la solicitud ciudadana de un referéndum revocatorio del mandato presidencial de Nicolás Maduro. Como era de esperar, no pudo hacerlo. La Guardia Nacional, actuando una vez más como guardia pretoriana al servicio exclusivo de los intereses político-partidistas de Miraflores, recurrió a dispositivos “antimotines” viejos y nuevos para cerrar a cal y canto el ingreso de los manifestantes al municipio Libertador. No hubo violencia extrema como en otras ocasiones, pero sí represión violenta de los derechos civiles de quienes pacíficamente exigían al Poder Electoral poner en marcha el mecanismo revocatorio consagrado en el artículo 72 de la Constitución.
En la rueda de prensa convocada por la dirigencia política de la MUD para analizar lo sucedido y denunciar la reacción antidemocrática del régimen, Jesús Chúo Torrealba anunció que la oposición no abandonaría las calles de Venezuela hasta que las instituciones públicas en manos del chavismo remuevan los obstáculos con que Maduro y sus lugartenientes pretenden impedir la celebración del referéndum o, en el peor de los casos, forzar su progresivo aplazamiento hasta el año que viene, cuando la derrota de Maduro ya no surtiría el deseado efecto de cambiar de gobierno.
En el terreno de los hechos reales, con esta declaración, Torrealba, Henry Ramos Allup y Henrique Capriles, las cabezas más visibles de la oposición en esta rueda de prensa, reiniciaban, o sea, reivindicaban, y este puede resultar siendo un paso decisivo en la solución de la crisis, el ciclo de confrontación puesto en marcha por los estudiantes de la Universidad de los Andes en febrero de 2014, al que de inmediato se sumó el estudiantado de todo el país y los movimientos políticos que dirigen Leopoldo López, Antonio Ledezma y María Corina Machado. Fue precisamente entonces cuando el trío “radical”, mediante manifiesto a la nación, planteó fijarle a las protestas universitarias un contenido político muy concreto, cuyo objetivo central sería la salida de Maduro de la Presidencia de la República y el cambio anticipado de gobierno.
Esta decisión de la MUD de tomar a partir de este momento las calles hasta que sea necesario, si se mantiene, le daría un giro significativo a la estrategia de la oposición, que ha venido perdiendo el rumbo durante estos últimos tres meses. Para nadie es un secreto que el impulso inicial que comenzó a sentirse tras el aldabonazo del 6-D sufrió duros golpes a medida que el Tribunal Supremo de Justicia anulaba las acciones legislativas de la nueva Asamblea Nacional, sin fuerza ni capacidad de maniobra para ponerse a la altura de un conflicto de poderes que no se había previsto. Ahora, sin embargo, este desfallecimiento de la oposición, que lucía irremediable, gracias a la bandera del revocatorio, auténtico y formidable estandarte de lucha, bien podría transformarse en una segunda vuelta de “la salida”, con una ventaja concluyente, pues esta vez sería con toda la oposición unida en torno, no a esta o aquella candidatura, sino al propósito de sacar a Maduro de Miraflores cuanto antes y cambiar de gobierno.
En febrero de 2014, un sector de la oposición se desentendió de la tesis de la salida y generó una grave crisis interna de la MUD. Ese fue el principio del fin de las protestas, pero también causa de la sustitución de Ramón Guillermo Aveledo por Jesús Chúo Torrealba, sin duda, la razón determinante de un cambio en la estrategia opositora y de la victoria electoral del 6 de diciembre. Ahora, con esta contundente declaración de firmeza política, se inicia una nueva etapa en la confrontación del régimen con la inmensa mayoría de los venezolanos, que reclaman el inmediato y fiel cumplimiento de la Constitución y la restauración de los valores de la democracia y la racionalidad económica, y nos permite afirmar, sin mucho temor a equivocarnos, que de seguir transitando la oposición por este camino, haga el régimen lo que haga para impedirlo, la llamada revolución bolivariana está llegando a su punto final.
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