Editorial El Nacional
Con esto de adelantar los cronómetros por orden del gobierno, algunos creen que pueden hacer lo que quieran con el tiempo. Especialmente con el tiempo de los demás. Consideran que lo pueden ajustar a su conveniencia o, mejor dicho, según la conveniencia de unos patrones para quienes el tiempo se ha convertido en una verdadera preocupación.
El nuevo huso se usa de una manera general para toda la ciudadanía, pero puede sufrir retrasos de acuerdo con los intereses de quienes creen que pueden mover las agujas del reloj partiendo de su capricho. ¿No es eso lo que pretende la rectora D’Amelio desde el CNE?
Ya la oposición recogió con creces las firmas que el reglamento electoral establece para cumplir el primer capítulo del referendo revocatorio y las entregó con la celeridad del caso, pero el perezoso cuenta tiempos de la rectora D’Amelio les sugirió que no se dieran prisa, que lo tomaran con calma, que tienen un mes para completar el trámite que el reglamento les impone en este tramo inicial para salir de Maduro partiendo de la voluntad soberana de los firmantes.
Muy amable la rectora, debido a que ofrece comodidad a los promotores del firmazo, porque no quería que se presentaran sudorosos y fatigados a su sede con un impresionante cargamento de rúbricas. Semejante cortesía se agradece, debido a que no es habitual en las maneras de las capitanas del organismo electoral, pero el huso que usa para sacar sus cuentas es sospechoso.
El reglamento concede a los promotores del revocatorio treinta días para la recolección y para la entrega de un primer lote de firmas, pero permite que se lleven antes si los recogedores y los firmantes han adelantado su trabajo partiendo de la urgencia requerida por la situación de derrumbe que experimenta la sociedad, o porque así lo quieren como simples ciudadanos.
El reglamento no se detiene en detalles que permitan a la rectora la licencia de ser generosa con el lapso anunciado de manera genérica, o que impidan a los dirigentes de la MUD proceder con la correspondiente urgencia, como en efecto lo hicieron.
La generalidad de la disposición dejó expedito el camino para la entrega inmediata de las planillas, que se llenaron en breve lapso debido a la imperiosa necesidad que mostraron los ciudadanos para despachar cuanto antes a Nicolás Maduro con las amabilidades de rutina y sin necesidad de llegar a soluciones violentas.
En estos días en los cuales se mueven los relojes con impaciencia, no solo porque el gobierno impone un huso distinto sino porque la ciudadanía mira a diario el calendario para ver cuándo se les acaba el calvario, es decir, cuándo puede despedir pacíficamente a Nicolás Maduro, llama la atención la curiosa pausa que la rectora D’Amelio pretende imponer a una diligencia que incumbe a toda la sociedad y cuya principal razón es la celeridad, esto es, la necesidad de evitar que un mal gobernante siga cavando el agujero en el cual se está hundiendo la república.
La crisis política no le permite el uso caprichoso del reloj, rectora D’Amelio, a menos que anhele usted un período de borrascas cuyo tiempo nadie puede precisar.
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