Saturday, December 24, 2016

Descrédito y sufrimiento

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Eddy Reyes Torres

El pasado 4 de diciembre, las autoridades del BCV anunciaron la decisión de modificar el cono monetario. La medida era necesaria pero tardía. En un artículo que publiqué en este diario, a finales de mayo de 2015 (“La crisis del cono monetario venezolano”), señalé que por los niveles de inflación de entonces el BCV debería estar ordenando la ampliación del cono monetario. Sugerí en aquella ocasión la impresión de billetes en el rango de 1.000 y 50.000 bolívares, así como la acuñación de monedas de 100, 250 y 500 bolívares, entre otras. Allí también indique que las autoridades del instituto tenían que parar la emisión de dinero inorgánico. Nada de lo aconsejado se hizo y se decidió finalmente actuar con el agua ya próxima al cuello.
De modo que, cuando apenas se había anunciado la acción que a futuro “bajaría” la presión por el uso intensivo del billete de 100 bolívares, Nicolás Maduro sorprendió al país informando que había decidido revocar el curso legal del mismo, el cual tendría validez por cuatro días más. La razón de Estado tras la explosiva medida era atacar las supuestas mafias que operan desde Colombia contrabandeando billetes. En su perorata, resaltó que la operación contra el país involucraba a mafias internacionales y a Estados Unidos. Además destacó, que el billete de 100 era usado para falsificaciones de papel moneda que pasaban por una red internacional que operaba en varios países. Según él, se calcula que de los 6 millardos de billetes de 100 que estaban en circulación, la mitad salieron de contrabando fuera del país, quedando inventarios-léase bien- para tres días en el BCV (2% del total de esos billetes).
Lo cierto es que la desesperada acción de Maduro pretende ocultar las serias limitaciones que, como consecuencia de la inflación, han tenido los venezolanos para disponer con libertad de sus depósitos en la banca nacional y obtener billetes de alta denominación, a fin de hacer más manejables sus operaciones. La experiencia diaria obligaba al público a recibir menos dinero del que deseaba retirar y, además, aceptar la mayor parte de los fondos en billetes de baja denominación. De allí que casas de cambio de la frontera colombiana y muchos comerciantes venezolanos pusieran en práctica el llamado “cambiazo”: el interesado en conseguir billetes de 100 los compraba a través de transferencias electrónicas que incluían el pago de una jugosa comisión. Un negocio lucrativo que se vio incentivado por la falta de suficientes billetes y monedas de las denominaciones que recién se acaban de aprobar.
No se necesitaba ser adivino para saber que la tardía decisión del BCV y la descocada acción presidencial conducirían al desmadre que se ha escenificado en varias ciudades y pueblos del país, con pérdidas cuantiosas de bienes, la muerte de varios compatriotas y cientos de detenidos. Producto de esos acontecimientos, este domingo 18, el batuqueado presidente de la República anunció que había extendido el plazo de vigencia del billete de 100 bolívares hasta el 2 de enero. Avanzando sobre escombros, su victoria pírrica la esbozó patéticamente así: “Yo dije que el pueblo no perdería su dinero, y no lo perdió, se le revalorizó”. También confesó que el nuevo billete de 500 bolívares llegaría en la tarde de ese domingo. En otras palabras, se lanzó al país por un precipicio sin antes haberse recibido los billetes de mayor denominación y sin contar con una solución real y verdadera del problema de fondo.
El descrédito a lo interno y externo es el precio que ahora paga el conductor de Miraflores. Y, lamentablemente, el pueblo también ha debido pagar con sufrimiento la brutal decisión del líder de la ya gris y maltrecha revolución bonita. No se necesita ser un genio, ni mucho menos miembro de un prestigioso “think tank” (laboratorio de ideas), para anticipar que, a corto plazo, incluso con los billetes de 500 en circulación, los problemas que ahora experimentamos se potenciarán a paso de vencedores a causa de la mayor inflación que nos espera en 2017; a menos que haya un cambio de gobierno y de rumbo en muy corto plazo. Capiscisignore  Presidente.

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