Gustavo Coronel
La risa de las hienas
El General Vladimir Padrino López se ha referido a la celebración del natalicio de Ezequiel Zamora de
la siguiente manera:
“hoy es un día de patria, no de la antipatria. Hoy es un día de patriotas y no de apátridas. Hoy es día
de fiesta nacional”.
El
Padrino soez celebra el natalicio de un cuatrero con un día sin
trabajar y lo llama un “día de patria”.
Esta celebración constituye una consagración de la vagancia, sobre todo
porque Zamora es un “héroe” construido artificialmente por la
propaganda chavista.
¿Quién es este Ezequiel Zamora, que ha servido para que los reposeros del chavismo celebren sin trabajar?
En
su obra “La llamada del fuego” Adolfo Rodríguez, ex-rector de la
Universidad de Los Llanos, nos suministra
el antídoto en contra del veneno marxista que ha transformado en héroe
chavista a quien solo fue un resentido social. En esa obra se destruye
el intento de Federico Brito Figueroa de idealizar la figura de Zamora.
Brito Figueroa llegó hasta utilizar datos
falsos, como lo fue su grosero intento de atribuir el “asesinato” de
Zamora a alguien llamado G. Morón, un intento de insultar a Guillermo
Morón, mejor historiador que él.
En su excelente recuento del libro de Rodríguez, ver:http://www.analitica.com/opinion/opinion-nacional/el-verdadero-ezequiel-zamora/ Roberto
J. Lovera de Sola cita al autor diciendo: “Son mínimas las evidencias
acerca del contenido social de una gesta demasiado contaminada por la
ambición y los resentimientos” (p.27). Fue la vida de Zamora, dice su
biógrafo, una de “galleras, cuitas amorosas, cuentas
de casabe, apresuradas y no bien digeridas lecturas, esclavos por
cobrar, adulación en busca de ascensos, desprecio visceral en contra del
sabio José María Vargas o el prócer José Antonio Páez, padeceres porque
le pagan tarde y mal sus servicios…”. Página
29. Zamora fue “prestamista, dueño de esclavos, bodeguero, devoto de
la buena vida”, Página 28.
Rodríguez pintó a Zamora como de muy escasa cultura, mencionando su “rebullicio mental” y “su oleaje
sintáctico”.
Lovera de Sola cita a Ruth Capriles quien habla de Zamora como “un resentido social”.
Zamora
fue apresado por insurrección y su pena de muerte le fue perdonada por
Monagas, a cuyo servicio
se puso como “vasallo leal y fervoroso”. Zamora llegó a ser rico y
prestamista al 2% mensual, como en el caso de su préstamo a la Aduana de
Ciudad Bolívar. Se casó con una hermana del General Falcón. Cuando huyó
a Curazao, dice el biógrafo Rodríguez, “llevaba
plata en bruto”.
En
1859 se unió a la llamada revolución federal. Sus principios en ese
momento excitaban “a la moral,
el orden, el respeto a la propiedad, amor a la libertad, valor
denodado, generosidad, clemencia con el vencido, subordinación, y, sobre
todo, santidad de la federación, que fue sagrada para los patriotas en
1811” (p.255). Uno diría que eran principios bastante
alejados a lo que ha sido el chavismo expropiador, abusador y cruel con
los adversarios. En la práctica Zamora no fue fiel a esos principios
porque su fundamental interés era el exterminio de los godos. Su lucha
era de clases, como la lucha del igualmente
resentido social que fue Chávez.
Parece
indudable que el chavismo construyó a un Zamora ficticio como parte de
una nueva historia en la
cual existiesen “héroes” como el difunto paracaidista. La propaganda
oficial adorna hoy a Zamora con las mismas cualidades con las cuales
adorna a Chávez: un pretendido amor por los pobres, rechazo de la
riqueza, revolucionario y socialista.
La biografía sobre Zamora escrita por Rodríguez destruye todos esos mitos. Por ello es doblemente criminal
celebrar el natalicio de un fraude histórico con un día sin trabajar.
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