José Machillanda
El ambiente político real de Venezuela muestra tal grado de desesperación, además de fatiga en el cuerpo social y la inexistencia de un liderazgo político cierto, que aparece de manera interesada -de nuevo- la sombra del golpe de Estado. El golpe de Estado es una operación militar encubierta, cuesta arriba en el momento actual, como consecuencia de la desarticulación de la estructura del cuerpo armado ejecutado por Chávez, en donde pululan el comisario político, el caporal y el delator. Esta realidad impide ejecutorias encubiertas a lo interno del cuerpo armado razón por la cual no existe posibilidad de emplear la violencia militar para desplazar al actual régimen.
El ambiente político real refleja, ciertamente, la existencia en la ecuación política de condiciones necesarias y condiciones suficiente para una insubordinación militar, como son la corrupción política, la existencia de un narco-Estado, una grave crisis económica que afecta directamente a los cuadros medios del cuerpo armado, afrentas a los valores corporativos del militar y grandes amenazas al interés del cuerpo armado. No obstante, en el entorno interno militar no existen vasos comunicantes inter e intra fuerzas para consolidar una acción de fuerza, como lo es el golpe de Estado, a pesar de que existan condiciones que pudiesen justificarlo.
El golpe de Estado no resuelve, ni resolvería jamás, el proceso de regresión política a la cual ha sido sometida la República por el régimen autocrático-militarista que ha convertido al cuerpo armado en un partido político en armas como gobierno. Gobierna, además, a un país quebrado económicamente, fracturado socialmente, pero sobre todo con una exponencial crisis moral a tal punto que el régimen se entiende como un narco-Estado. Narco-Estado que ha sido develado por el sistema internacional al existir una acusación pública, comunicacional y notoria que compromete a altos dirigentes del actual gobierno.
El golpe de Estado como acción violenta jamás podría re-ordenar la democracia en Venezuela. En consecuencia, además de su imposibilidad, el ambiente político real muestra que la solución de la grave crisis que afecta a la República no es por la vía de las bocas de fuego, sino por el camino del civismo. Este civismo opera como una República elemental y el camino asertivo, político e históricamente necesario encamina hacia la “obligación cívica”, que debe ser leída y entendida como la predisposición ética de los ciudadanos demócratas para la participación político contendiente.
Los ciudadanos demócratas deben entender el costo de la democracia, comprender que la transición política es un proceso lento, aciago y difícil en el cual deben convertirse en proa inteligente para iniciar el paso de la autocracia militarista anárquica a la restitución democrática de las instituciones cívicas. Tarea político social de enorme dificultad habida cuenta la carencia de líderes, la flacidez de los partidos políticos, la minimización de las organizaciones sociales causales todas, para requerir en el presente difícil momento, de prohombres.
No es, entonces, el golpe de Estado como expresión de la violencia de las bocas de fuego que puede servir de referente, aliento o maniobra en febrero de 2017 al sistema político venezolano, ¡NO!. Tampoco pareciera que los endebles partidos políticos bajo un grupo de operadores políticos que no terminan de consustanciarse con el ciudadano demócrata -ese que el 6D acudió masivamente, incluyendo a las periferias de la sociedad, para elegir a los 112 diputados- para demandar un cambio político categórico y hacer posible el establecimiento de un nuevo orden social en Venezuela.
No es el golpe de Estado, ni las organizaciones políticas tradicionales, es el sistema político venezolano el cual requiere de una gran energía para entender la virtud de la participación política y el esfuerzo ejemplar del demócrata venezolano. Entonces, la solución de la coyuntura actual no puede desviarse mediante una información interesada sobre el componente armado que no está fundamentada en el análisis de entorno interno militar, sino más bien, parece una maroma o treta comunicacional para aumentar la confusión y el desespero del venezolano. Reside, sí en el accionar de la obligación cívica de esta Venezuela como República elemental cercana al caos.
Ciudadanos demócratas no es el golpe de Estado. La democracia será restituida mediante la participación política contendiente, bajo la responsabilidad de una mayoría venezolana que se niega a vivir en una situación de caos y está dispuesta a lucir su civismo frente a la barbarie del régimen autocrático y sobre todo contra la sombra de la violencia política representada por la maniobra comunicacional en un imposible golpe de Estado.
Es auténtico,
Dr. José Machillanda
Director de CEPPRO
@JMachillandaP
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