La música
es sinónimo de libertad,
de tocar lo que quieras y como quieras,
siempre
que sea bueno y tenga pasión,
que la
música sea el alimento del amor.
Kurt D.
Cobain
Conmueve y emociona hasta las lágrimas
escuchar y ver a la juventud musical de Venezuela, enfrentándose a los esbirros
y matones de la dictadura castro –madurista sin más armas que sus violines,
cuatros y clarinetes.
En las reprimidas, gaseadas, baleadas,
perdigonadas, concentraciones que la oposición realiza para demandar democracia
y libertad, nuestros aguerridos jóvenes enfrentan - sin miedo - a los matasiete y bravucones
guardias, policías y colectivos, interpretando el Himno Nacional como expresión
de hermandad, para comunicar que todos somos venezolanos, hijos de la misma
Patria.
Por el contrario, encoleriza y enfurece
contemplar como la gloriosa Guardia Nacional, sin compasión o misericordia
alguna, arremete contra un humilde violinista y lo golpea sin piedad, para
luego proceder a destrozar el violín que es su compañero de vida, el
instrumento con que expresa su reclamo libertario. El llanto y la desesperación
de este joven músico venezolano ante la irreparable pérdida, es fiel ejemplo de
la infamia y la degradación de la que hacen gala nuestros insensibles guardias
nacionales.
A los jóvenes músicos se han sumado
compositores y cantantes para realizar su sonora contribución a la causa de la
libertad y la fraternidad nacional. Hay composiciones de todo tipo, pero en
especial destaca la que dedican a nuestras aguerridas mujeres, quienes, con los
pechos al aire como amazonas contemporáneas, demuestran que también tienen los
ovarios bien puestos a la hora de defender un mejor futuro para la desolada patria.
Nuestras mujeres reflejan muy bien lo escrito por Pablo Herrero Ibarz y José Luis Armenteros Sánchez en
su ya emblemática e idiosincrásica canción dedicada a Venezuela:” La mujer que quiero tiene que ser corazón, fuego y espuela, con la piel tostada como una flor de Venezuela.”
Duele ver que ahora por efecto de esta
sanguinaria y carnicera represión, nuestros jóvenes músicos ya no sólo tocan en
teatros y salas de concierto, sino que el Cementerio del Este es el espacio
para expresar su llanto y dolor por la pérdida de un colega, tal como sucedió
en el emocionante y conmovedor entierro Armando Cañizales, vilmente asesinado
en la flor de su vida.
Sobrada razón tenía el compositor Robert
Schumann cuando afirmaba que:
La música es el
lenguaje que me permite comunicarme con el más allá.
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