No conocía su existencia real, me dijo un amigo, apenas sabía de su insistencia en la búsqueda de la verdad, en la necesidad de encontrarse con los hechos, tocarlos, vivirlos y saber que eran ciertos a mano abierta y estrujada.
Esa pasión por la realidad y por comprobar viviendo y afincado en el barrio lo hizo un sacerdote extraño, o quizás ni tanto, solo y claramente un hombre que no fingía, que no le era necesario mostrar el rosario, vestir el hábito o adoptar el ritual del enviado de Dios en la tierra.....
Como bien lo entendió el padre Alejandro Moreno, una cosa era la prédica y la oración que le ordenaban sus superiores, y otra muy diferente era convertir las sabias palabras de Dios en acciones prácticas, sensibles, específicas, capaces de convertir la piedad y el perdón en una presencia pragmática en la realidad y el sufrimiento de los sectores más pobres y olvidados de la sociedad......
EN: https://www.elnacional.com/opinion/alejandro-el-guerrero/
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