FRANCISCO GÁMEZ ARCAYA | EL UNIVERSAL
miércoles 10 de octubre de 2012 12:00 AM
Es lunes y ya he borrado varias veces los primeros párrafos de muchos artículos naufragados. No intento hacer fabricaciones artificiales. Tampoco quiero dar esperanzas ficticias, ni ocultar decepciones, que son muchas. Solo pretendo hacer un análisis sobre lo concreto, despejando la contaminación propia de las emociones, que nublan en cierto grado la razón.
En primer lugar, se debe observar que la oposición por primera vez vota por una alternativa, por un proyecto y por un líder. Los años anteriores habían estado signados por el antagonismo con respecto a la figura del presidente Chávez. Hoy, un sólido 45% de la población votó por un modelo distinto, por un plan lleno de ideas para una Venezuela de inclusión. Henrique Capriles recorrió el país y casa por casa fue contagiando de esperanza a casi la mitad de los venezolanos. El domingo, quienes votamos por Henrique, no lo hicimos motivados por un voto contrario a Chávez, sino que votamos por un proyecto de progreso para todos.
Otro signo evidente del domingo es que existen dos Venezuela incomunicadas. Dos realidades con pocos contactos entre sí. Dos mitades que no se conocen ni se reconocen como conciudadanos de un mismo país. Dos visiones radicalmente distintas en apariencia, pero que poco conocemos de sus fundamentos. Es una tentación pensar que el 54% de los venezolanos apoya el discurso central del chavismo. Un discurso que solo habla a un sector y que se apoya en la división y el odio contra todo aquel que no adopte fanáticamente los preceptos de la revolución. También es tentador pensar que ese bloque chavista piensa que es odiado y repugnado por el otro 45% del país. De eso, poco conocemos.
Igualmente, luego de los resultados, el Gobierno debería reconocer que le es imposible gobernar atropellando al 45% de la población, que le adversa y que crece. Venezuela no cuenta con más de seis millones de burgueses imperialistas, ni individuos confundidos o manipulados. Son, por el contrario, venezolanos que aspiran tener un país mejor. A pesar de una campaña electoral marcada por el ventajismo, el Presidente debe reconocer, que en igualdad de condiciones, estaría fuera de la escena política venezolana. Que al menos el 45% del país quiere un cambio de rumbo, algo distinto a este proyecto político excluyente y personalista. Además, debe comprender que jamás será legitimado por ninguna elección si persiste en atentar contra la dignidad de las personas que le adversan.
Finalmente, el país entero debe un reconocimiento a dos venezolanos. A Ramón Guillermo Aveledo, el artífice de una unidad real, sólida y coherente que debe seguir dando frutos duraderos. Y a Henrique Capriles Radonski, quien logró construir una alternativa positiva y aglutinar en torno a ella el sueño de una Venezuela mejor, de un país para todos, de una esperanza y de un nuevo liderazgo. ¡Hay un camino!
En primer lugar, se debe observar que la oposición por primera vez vota por una alternativa, por un proyecto y por un líder. Los años anteriores habían estado signados por el antagonismo con respecto a la figura del presidente Chávez. Hoy, un sólido 45% de la población votó por un modelo distinto, por un plan lleno de ideas para una Venezuela de inclusión. Henrique Capriles recorrió el país y casa por casa fue contagiando de esperanza a casi la mitad de los venezolanos. El domingo, quienes votamos por Henrique, no lo hicimos motivados por un voto contrario a Chávez, sino que votamos por un proyecto de progreso para todos.
Otro signo evidente del domingo es que existen dos Venezuela incomunicadas. Dos realidades con pocos contactos entre sí. Dos mitades que no se conocen ni se reconocen como conciudadanos de un mismo país. Dos visiones radicalmente distintas en apariencia, pero que poco conocemos de sus fundamentos. Es una tentación pensar que el 54% de los venezolanos apoya el discurso central del chavismo. Un discurso que solo habla a un sector y que se apoya en la división y el odio contra todo aquel que no adopte fanáticamente los preceptos de la revolución. También es tentador pensar que ese bloque chavista piensa que es odiado y repugnado por el otro 45% del país. De eso, poco conocemos.
Igualmente, luego de los resultados, el Gobierno debería reconocer que le es imposible gobernar atropellando al 45% de la población, que le adversa y que crece. Venezuela no cuenta con más de seis millones de burgueses imperialistas, ni individuos confundidos o manipulados. Son, por el contrario, venezolanos que aspiran tener un país mejor. A pesar de una campaña electoral marcada por el ventajismo, el Presidente debe reconocer, que en igualdad de condiciones, estaría fuera de la escena política venezolana. Que al menos el 45% del país quiere un cambio de rumbo, algo distinto a este proyecto político excluyente y personalista. Además, debe comprender que jamás será legitimado por ninguna elección si persiste en atentar contra la dignidad de las personas que le adversan.
Finalmente, el país entero debe un reconocimiento a dos venezolanos. A Ramón Guillermo Aveledo, el artífice de una unidad real, sólida y coherente que debe seguir dando frutos duraderos. Y a Henrique Capriles Radonski, quien logró construir una alternativa positiva y aglutinar en torno a ella el sueño de una Venezuela mejor, de un país para todos, de una esperanza y de un nuevo liderazgo. ¡Hay un camino!
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