Wednesday, October 10, 2012

Por ahora

En: http://www.noticierodigital.com/2012/10/por-ahora%e2%80%a6/

Charito Rojas

10 Octubre, 2012
“La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva”. José Saramago (1922-2010), escritor, novelista, poeta, periodista y dramaturgo portugués. Premio Nobel de Literatura en 1998.

Quisiera darle el beneficio de la duda al Presidente Chávez cuando expresa que dará una oportunidad al diálogo, algo que un país desgarrado por la polarización pide a gritos desde hace más de una década.

Hemos escuchado antes ese discurso conciliador: el 4 de febrero, a su salida de Yare, cuando ganó la Presidencia en 1998, cuando regresó a Miraflores el 13 de abril, cuando ganó la reelección, el revocatorio y el referendo. En todas las oportunidades, la alegría o el miedo le hicieron bajar el tono… pero solo fue por momentos pues en cuanto regresó a su condición habitual, volvió al discurso agresivo e insultante, cortando así toda posibilidad de diálogo con factores políticos, económicos y sociales que no pertenecieran a su tolda roja.
Así que no sabemos si esa buena intención le durará, pero más vale que así sea, no por él mismo o su permanencia en el poder, sino por el interés del país que ojalá sea prioridad por encima del proyecto revolucionario del señor Presidente.
Seis millones y medio de venezolanos le pidieron, con su voto para la opción de Henrique Capriles, respeto hacia los que disienten, respeto hacia la propiedad, acciones contra la inseguridad, respeto a las instituciones y hacia los adversarios políticos. Seis millones y medio de venezolanos votantes le están diciendo que prefieren a un Presidente demócrata, que se preocupe por solucionar los problemas básicos de la gente, que respete a los ciudadanos, que se comporte como un Jefe de Estado, que tenga buenas relaciones con las fuerzas vivas del país, que no regale las riquezas venezolanas a otros gobiernos relegando las necesidades nacionales. Seis millones y medio de venezolanos prefirieron a Henrique Capriles Randonski no por oponerse a Chávez sino porque los convenció que había un camino distinto y mejor que el actual.
El señor Presidente debe tomar buena nota de esta cifra y sus razones: nadie puede gobernar un país con la mitad de sus ciudadanos en contra. Él no lo ha hecho, aún controlando los poderes, la Fuerza Armada y todos los recursos. Y no lo hará jamás si no gobierna para todos los venezolanos, sin exclusión de ninguna naturaleza, si no se comporta como el Presidente de todos los venezolanos, con obligación constitucional, política, moral y humana de escuchar y atender a todos por igual.
En política se gana y se pierde. Ha sido duro perder con este candidato que hizo una campaña brillante, alegre, que llenó de esperanzas los corazones, que abrió una luz al final del túnel. Capriles dio una lección de política de altura, honesta y comprometida, sin insultos ni descalificaciones. En 14 años la oposición nunca había estado tan cerca de imponer la opción democrática.
Como periodista he cubierto muchas elecciones que me han dejado lecciones fundamentales: 1) que un buen político está listo al día siguiente de su derrota para iniciar de nuevo el camino 2) que perder no significa no tener la razón 3) que, a veces, perdiendo se gana 4) que nadie triunfa antes de tiempo.
Esta elección era decisoria en la vida de muchos que esperaban el resultado para decidir su vida los próximos años. Veremos cómo familias enteras, profesionales, jóvenes universitarios, se marchan del país ante las perspectivas ciertas de un gobierno que va camino a los 20 años en el poder con un proyecto cada vez más arraigado en un socialismo que no es más que una anarquía populista con mucho dinero para gastar. A un Presidente que le duela el país debe pegarle duro que tantos venezolanos prefieran irse por la inseguridad, falta de oportunidades e irrespeto reinante.
Un Presidente al que le importe el país, no puede anteponer absolutamente nada a su obligación de brindar buenos servicios, infraestructuras modernas, vías mantenidas, seguridad personal y jurídica, condiciones para la producción nacional y desarrollo industrial, que generen empleo y prosperidad. Estoy segura que todos los venezolanos quieren esto mismo: el problema es que una parte del país cree que el Presidente puede dar esto y quiere darle 6 años más para que haga lo que no ha hecho en 14. Y la otra parte votó por una nueva alternativa, una que ofrecía eficiencia sin cháchara.
Después del primer boletín del CNE, unos celebraron y a otros se les cayeron las alas del corazón. Parecía imposible, después de una campaña tan multitudinaria, espontánea, hecha con las uñas, que lucía ganadora, perdiera ante una opción gastada, plagada de críticas de todo orden y signada por una ineptitud de proporciones monumentales.
La primera reacción de incredulidad fue rápidamente reemplazada por la ira. La pregunta dolorosa era ¿por qué perdimos? Todos conocemos las respuestas, pero pensábamos que privaría el amor por el país y la esperanza de cambio. Estas son las respuestas:
1) Porque el gobierno dispuso de todos los recursos del Estado para pagar publicidad, becas, misiones, vehículos, tarimas, regalos, movilizaciones y todo lo que hubiera que comprar para conseguir el voto. 2) Porque hay un grupo de venezolanos que venden su voto por comida, por una beca, por la promesa de una casa, por un electrodoméstico, por cualquier cosa. 3) Porque no tenemos autoridades electorales ni judiciales independientes, que impongan la ley para evitar el ventajismo electoral: mientras Capriles disponía de siete minutos diarios de publicidad, el candidato Presidente usaba en su provecho de todo el sistema de televisoras ( 36 exactamente) y de radios públicas y comunitarias (más de cuatrocientas), para hablar y hacerse publicidad las 24 horas del día; además de que hubo cadena nacional casi todos los días durante la campaña. 4) Porque los Ministerios, las Alcaldías, los organismos públicos, las Misiones, todos los funcionarios públicos estaban haciendo y financiando campaña, sin que nadie les multara o castigara por su ilegal actuación. 5) Porque es más fácil cobrar beca que trabajar o estudiar para ganar por esfuerzo propio y este gobierno se las paga con tal lo apoyen. 6) Porque hay muchos que anteponen su bolsillo a su dignidad, el miedo al coraje y creen que van a perder el puesto, el contrato o la misión si no votan rojo. 7) Porque muchos delincuentes, desadaptados, guerrilleros urbanos, ociosos, lumpen social, se sienten protegidos por la franela roja y quieren seguir viviendo del pillaje, del amedrentamiento, de la anarquía. 8) Porque hay personas que sinceramente creen que Chávez es sucesor de Bolívar, una especie de caudillo vengador de los pobres y lo tienen en su altar, junto a María Lionza y José Gregorio. 9) Porque quienes han recibido pensiones del Seguro Social, beneficios de Barrio Adentro o una casa, creen que eso se los regaló Chávez y no hay forma que entiendan que ellos se ganaron esa pensión con su trabajo y que es obligación del Estado y no una dádiva generosa del Presidente prestar ayuda a los más necesitados. 10) Porque hay muchos que están comiendo de la revolución, mucho dinero gastado a manos llenas sin contraloría, con peajes en los bolsillos de su recorrido y nadie quiere perder esa “tética”. 11) Porque hay algunos que tienen fe que en los próximos 6 años sí le van a cumplir la promesa de la pensión, la casa, la misión o el contrato. 12) Porque, sí señor, la vida boliburguesa es muy sabrosa y jamás muchos habrían disfrutado de esa vida o de esos cargos por méritos propios sino por su adhesión a la revolución.
Finalmente, aunque no menos importante, sí hay venezolanos que creen sinceramente que éste es un socialismo bueno, que hace mucho por el pueblo y que, ahora sí, va a hacer lo que ha prometido y no ha cumplido.
Muchos insultan a las personas que votan por estos motivos. Yo no, más bien me producen lástima, porque anteponen sus razones personales a costa de la destrucción de Venezuela.
Muchos creen que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen. Yo creo más bien que este gobierno tiene los seguidores que merece. Sin embargo, reconozco que son mayoría, aunque mucho lo lamente.
Para la oposición demócrata es increíble que una opción que ofrece la Venezuela que todos, incluidos la mayoría de los chavistas, queremos, haya perdido. La masiva presencia en la campaña de Capriles y la efervescencia mediática en torno a su candidatura, siembran la sospecha de un fraude, de que algo pasó, que hay votos de más o de menos. Los más radicales critican a la MUD y al candidato por haber reconocido la victoria, pero personalmente descarto el fraude, no porque el oficialismo no sea capaz de hacerlo, sino porque creo en el trabajo que ha hecho esa Mesa encabezada por un hombre tan serio como Ramón Guillermo Aveledo.
Porque creo que si la oposición no protestó cuando los resultados le fueron positivos en las parlamentarias del 2010, es absurdo que cuando pierda proteste. Ojo: no digo que el fraude no es posible (el mismo Bill Gates sugirió que las elecciones no debían ser automatizadas porque los sistemas pueden ser intervenidos), lo que digo es que si los técnicos de la MUD y Henrique Capriles tuvieran no solo sospechas sino pruebas fehacientes de fraude, jamás lo callarían, pues es la Presidencia lo que está en juego.
Capriles ha salido al paso de esta posibilidad y tiene toda la razón: la sospecha en el sistema electoral produce abstención y ahora más que nunca la oposición, que ha mostrado al mundo su fortaleza numérica y ha logrado reconocimiento como interlocutor, debe mantener su cohesión y seguir trabajando firmemente, con la vista puesta en las elecciones de gobernadores el próximo 16 de diciembre. No hay espacio para el desánimo, para la desmovilización o para la duda.
La oposición por fin tiene un líder, un líder fresco, con propuestas concretas y discurso transparente y emocional. Un líder de apenas 40 años, joven, sano pero también políticamente experimentado. Que tiene muchos años por delante para convencer a los que en esta oportunidad no pudo, de que sí hay un camino decente, recto y progresista para el país. Que en una democracia debe haber alternabilidad de personas y de proyectos. Alguien, en fin, más preocupado por la paz en Venezuela que por la paz planetaria.
Por ahora, los demócratas no lograron el objetivo. La perseverancia y la unión harán que esto sea “por ahora”.

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