Pedro Mario Burelli Briceño
En estas últimas dos décadas Venezuela ha tenido elecciones ‘cruciales’ o de esas que tildamos de ‘las mas importantes de la historia democrática del país’. La elección presidencial del 7 de octubre es ambas cosas y quizá más. La degradación institucional, material y moral que ha sufrido el país en las últimas décadas, y sobre todo a partir del 2002, definen el inmenso reto que tendría por delante la oposición si gana, como ahora es factible, o sería el punto de partida para un declive aun más brusco y calamitoso si prevalece el oficialismo.
En un trabajo anterior titulado ‘Venezuela: Cambio Brusco de Circunstancias’, ya apostábamos a lo que hoy muchos ven y presienten. Ha continuado la cadena de errores del cada vez más errático Hugo Chávez mientras que Henrique Capriles Radonski ha hecho una campaña impecable - en muchos sentidos admirable.
Esto nos sitúa en la antesala de la elección más reñida que hemos tenido en décadas y ciertamente una que definirá si Venezuela entra en una fase de espinosa recuperación o se precipita por un barranco de profundidad desconocida. Es al borde de este barranco, a solo tres días de la elección, que escribimos estas líneas.
Escenarios electorales
La misteriosa dolencia física de Hugo Chávez, sumado a sus trastornos emocionales de siempre, han condicionado su bizarra campaña política donde los insultos, las amenazas (a suyos y a nuestros) y el uso dispendioso – e ilegal - de recursos del estado, delatan un nerviosismo que no habíamos visto desde el 2002-04. No es la actitud típica de quien va en la delantera y busca ampliar su margen, sino de quien sabe bien que no le dan los números y busca socavar el terreno electoral – e inclusive la paz - sin entender que son el sostén de su alicaída legitimidad.
Insistir en la reelección en condiciones menos que óptimas debe haber sido un coctel de narcisismo y paranoia mas una falta evidente de una mejor opción para su entorno más íntimo de socios, cómplices y familiares. Hoy se siente el desaire entre sus seguidores y sobretodo el menguado compromiso de quienes presienten que han amalgamado su destino al de un moribundo físico y político.
Los escenarios electorales que consideraremos están derivados de las más recientes encuestas y reflejan las tendencias que en ellas se perciben:
1. Chávez se impone por 2% o menos sobre Capriles Radonski
2. Capriles Radonski se impone por 2% o menos sobre Chávez
3. Capriles Radonski se impone por mas de 6% sobre Chávez
Dejamos fuera dos escenarios que creemos son ya relevantes. Son estos: un triunfo holgado de Chávez y una suspensión súbita de las elecciones.
Explorando los escenarios donde el triunfo/derrota es por escaso margen
Los dos primeros escenarios son reflejo de lo que varias firmas encuestadoras definen como un empate técnico, diferencias que están dentro del margen de error de los sondeos. Ambos están preñados del riesgo de violencia si el lado perdedor opta por no legitimar el triunfo de su contrincante por tan exiguo margen.
Parecería que el oficialismo ha comenzado a considerar estos dos escenarios y mientras le dedican mucho tiempo a crear la matriz según la cual la ‘oposición se prepara para desconocer el triunfo de Chávez’, tras bambalinas comienzan a imaginar lo que implica el desbordamiento de la violencia para un gobierno que al final tendría la necesidad imperiosa de contenerla y sofocarla. Presumimos que hoy entenderán mucho mejor aquello de que “quien siembra vientos cosecha tempestades”.
Por supuesto que Hugo Chávez podría ganar por un margen pequeño, pero es muy factible que la mayoría del país atribuya ese margen al ventajismo oficial y fraude procesal que resulta del cúmulo de artilugios y trampas que han viciado mucho del transcurrir pre-votación. Esto no es un problema atribuible a los ciudadanos, o a la oposición, sino a los tramposos. La ilegitimación a priori de uno de los resultados factibles es consecuencia directa de atropellos que se denunciaron sin que hubiese rectificación alguna.
Podemos aseverar que el gobierno y el árbitro electoral minaron – conciente o inconcientemente - la legitimidad de lo que ahora parece ser el mejor escenario para el oficialismo, una victoria muy ajustada de Hugo Chávez sobre un Henrique Capriles Radonski que parece tener todo a su favor en este final de campaña. Un Hugo Chávez vencedor tendría que remontar con tino pero sin garantía de éxito, una inmensa montaña de incredulidad.
Un triunfo por poco margen para Capriles Radonski tendría una lectura muy distinta. Sería una derrota política gigantesca para quienes pregonaban hasta hace días que ganarían por 20%. En la política termina uno juzgado contra las expectativas que uno mismo genera. No sería un triunfo por 2%, sino un vuelco de 22% que sería penoso explicar aun para un régimen charlatán. La comparación con aquello de David versus Goliat sería muy apta. Sin embargo, considerando los inmensos costos de perder el poder sería este un resultado muy difícil de digerir por parte del gobierno y sus más arduos seguidores locales y aliados externos.
Lo que pudiera validar y blindar una victoria por estrecho margen del candidato unitario es el aparataje que se ha montado para limitar el margen de maniobra del oficialismo y sus tentáculos dentro del Consejo Nacional Electoral (CNE). La defensa del voto ha sido un aspecto crucial del esfuerzo opositor y es el complemento justo – e indispensable - al esfuerzo titánico de Henrique Capriles Radonski. Habiendo remontado una brecha importante en las encuestas todo descansará el domingo en minimizar aquellas cosas con las cuales el oficialismo contaba para abultar lo que una vez creyó sería una victoria segura.
En cualquiera de estos dos escenarios Henrique Capriles Radonski, con su credibilidad y estatura política acrecentada por la forma que compitió y asumió el reto de representar la voluntad unitaria de la oposición política al régimen, jugará un rol crucial. De cómo aborda Capriles Radonski un resultado donde pierde o gana por escaso margen depende la respuesta de sus seguidores y de muchos gobiernos y personalidades influyentes en el mundo.
Si bien la rabia, el miedo y la frustración se pueden desbordar, Capriles Radonski tiene que ganar ganando o ‘ganar’ aun si tiene que reconocer una estrecha derrota. Si no ha caído en una sola trampa o tentación hasta ahora, podemos asumir que tampoco lo hará en la noche larga del 7 y los días subsiguientes.
Si nos remitimos al pasado tendríamos que estar prestos para el mal perdedor (y mal ganador) que ha sido Hugo Chávez. La pataleta arrogante del militar golpista que no sabe competir, que desecha a su conveniencia las formas y prácticas democráticas. Es por esta diferencia abismal en el talante de los contrincantes que hay tanto nerviosismo en cuanto a estos dos primeros escenarios.
Ojalá mentes sensatas dentro del chavismo (han aparecido algunas a medida que la enfermedad de Chávez los obliga – in pectore, por ahora - a imaginar un futuro sin el cobijo de su popularidad o la confortable impunidad del poder), en la oposición y fuera de Venezuela contribuyan a aplacar los demonios que podrían dar al traste con lo que hasta la fecha ha sido, dentro de todo, un proceso civilizado y mucho menos violento de lo que algunos anticipábamos.
El escenario inesperado: Capriles Radonski gana por un cómodo margen
Una sorpresiva y amplia victoria de Henrique Capriles Radonski parecía impensable hasta hace unos días. De repente se ha comprobado, y así lo mostraron las últimas encuestas, que el momentum está casi totalmente del lado de Capriles Radonski. Esa sensación de que la campaña y el candidato cuajan en el momento preciso tiene un reflejo innegable en la calle, o mejor dicho en las muchas calles que han servido de escenario para culminar un esfuerzo jamás visto por conectar con los venezolanos, por entender honestamente sus problemas y por cambiar el tono y los protagonistas de la política en el país.
Si bien no se puede traducir movilizaciones en votos seguros, tampoco se puede ignorar lo que hemos visto en pueblos chicos y en ciudades de todo tamaño, en zonas donde se presumía era dominante el chavismo y en áreas ya bajo control político opositor. Además, la espontaneidad sumada a la magnitud nos confirma que Capriles Radonski conectó, emocionó y muy posiblemente convirtió en suyos a muchos votantes que antes eran de su contrincante, o se mantenían tercos en ese limbo incoloro llamado Ni-Ni.
La economía del voto, es decir apostar al ganador, podría ampliar el margen una vez que Capriles Radonski irrumpe, no como cabeza de un gran movimiento de disidentes sino convertido en autentico líder de una alternativa de gobierno que los venezolanos no habían tenido desde que Henrique Salas-Romer fue derrotado en 1998 por Chávez.
La presencia de una alternativa viable es un fenómeno palpable y podría motivar adicionalmente un voto sorpresa (o castigo) de quienes concluyen que votando por Capriles Radonski se puede derrotar la intimidación y el chantaje bajo el cual hasta ahora habían acudido a votar, o peor aun, bajo el cual muchos funcionarios públicos, militares o simples beneficiarios de algún programa estatal viven el día a día. El ‘si votas por mi te doy casa, y de lo contrario no te doy ni agua’, y todas sus variantes, son una manera terriblemente primitiva de retener voluntades.
Para Capriles Radonski lo mas importante era llegar al día de las elecciones no con la certeza del triunfo, pero si con la percepción generalizada de que podría ganar. Y en efecto así – y quizá hasta un poco mejor - es que llega.
Una victoria amplia de Capriles Radonski posiblemente aplacaría de forma natural a los grupos de choque de una ‘revolución’ que se jacta de estar armada. De hecho un triunfo cómodo de Capriles Radonski podría desatar una reacción colectiva de alivio y jubilo similar a las que a la caída del Muro de Berlín, cuando el fracaso del golpe contra Gorbachev, o cuando la repentina huida de un Marcos o un Fujimori. En todos esos casos la celebración ahogó la sed de venganza y los derrotados asumieron su condición con resignación y no con furia.
Quizá esto suene a cuento de hadas, pero no perdamos de vista que muchos de los grandes momentos de la historia vinieron precedidos por tensión, rumores y miedo. El discurso de Henrique Capriles Radonski claramente abonó el terreno para este bienvenido escenario de distensión. Muchas veces ha dicho que el único derrotado el 7-O será Hugo Chávez y el único despedido de PDVSA, caja grande y chica de la ‘revolución’, será su presidente el también Ministro de Energía Rafael Ramírez. En días recientes, en el estado Bolívar, Capriles Radonski solicitó a los malandros que no voten por él, que voten por Chávez que es una buena opción para ellos. Mensajes todos muy efectivos por lo fácil que es comprenderlos.
Obviamente otros individuos dentro del régimen Chavista no se podrán dar el lujo de asumir que el pueblo o la justicia serán magnánimos con ellos, y por tanto no sería sorprendente, en los escenarios donde pierde la ‘revolución’, amanecer y descubrir que ya no están en Venezuela un grupo de funcionarios y militares que se saben particularmente vulnerables por lo extremo de sus fechorías o por lo vulgar de su fanatismo. Y quizás – por ahora – seria mejor tenerlos por fuera hasta que llegue el momento de llamarlos a rendir cuentas frente a una justicia remozada y confiable.
Habiendo explicado los tres escenarios cabría preguntar sobre las probabilidades que le asignamos a cada uno a solo días del 7-O. Aunque esto ya es mera especulación diríamos que hay 70% de probabilidad que nos encontremos entre el 1. y el 2. y un 30%, pero con tendencia creciente, que nos topemos para sorpresa de todos y jubilo de muchos - con el tercero.
Otras consideraciones
Varios temas merodean toda discusión sobre las elecciones y no podemos dejar de abordarlos. Lo haremos de forma escueta y hasta cierto punto abrupta pues darían para mucho más y lo que interesa aquí es enmarcar los macro escenarios electorales. En el trabajo de febrero se tocan muchos temas que definen la infinita complejidad del panorama post electoral, a ese trabajo nos remitimos para complementar este análisis mas puntual.
I. ¿Cual es la posibilidad de fraude?
El proceso electoral venezolano está totalmente taimado. Desde los informes de observación electoral de la OEA y la Unión Europea cuando las elecciones legislativas del 2005, se han documentado múltiples irregularidades en el proceso que van mucho mas allá del escrutinio el día de la elección. La oposición hasta ahora ha estado dispuesta a competir en elección tras elección sin exigir remedio definitivo a las muchas irregularidades plasmadas en dichos informes y otras de más reciente data.
Henrique Capriles Radonski optó por subirse al cuadrilátero a sabiendas que las reglas no eran justas y que el favoritismo de Presidente Chávez seria obsceno. Esto ha sido criticado por algunos en Venezuela y no les falta razón; sin embargo, ya a estas alturas del juego será Henrique Capriles Radonski el que determine como defiende su victoria y también como reclama si es derrotado con el tipo de trampa burda que se puede hacer el día mismo de una elección (intimidación de los votantes en los centros de votación o camino a ellos, saboteo de proceso de votación, intento de manipular el escrutinio).
Creemos firmemente que Capriles Radonski no ha puesto su vida a riesgo para luego claudicar ante la trampa. El y quienes lo han acompañado en su campaña saben donde está la voluntad del pueblo y como en su mayoría sus escuderos son jóvenes - dueños aguerridos del futuro de Venezuela - estamos seguros que ellos y millones de venezolanos de bando y bando - impedirán mas abuso de autoridad o un arrebato demostrable de votos.
III. ¿Que papel jugará la Fuerza Armada Nacional Bolivariana?
Demostrar que la FANB le es incondicional ha sido la principal obsesión del Teniente Coronel Chávez desde que llegó al poder. Hoy podemos concluir que las FANB están tan divididas que nadie puede arrogarse el mando efectivo. Eso no es bueno ni para Chávez ni para quienes aspiramos que, llegada la hora, la institución armada cumpla cabalmente su elemental papel de garante de la paz democrática.
Si bien hemos sido testigo de la politización extrema (vulgar y ridícula) de algunos altos oficiales de las FANB no es menos cierto que estos hombres y mujeres no son suicidas. Todos saben que una orden irracional no será obedecida en REDIs, ZODIs, ADIs, divisiones, brigadas, batallones, compañías y pelotones. Aunque es posible que en los próximos días sigamos oyendo bravuconadas los hombres y mujeres serviles a un hombre y no a algo superior serán los primeros en entender la fragilidad de su mando, lo endeble de su autoridad, lo precario de su circunstancia
Toda la oficialidad de las FANB, sin distingo de su preferencia política, tiene memorizado el siguiente artículo de la Constitución Bolivariana:
Artículo 25. Todo acto dictado en ejercicio del Poder Público que viole o menoscabe los derechos garantizados por esta Constitución y la ley es nulo, y los funcionarios públicos y funcionarias públicas que lo ordenen o ejecuten incurren en responsabilidad penal, civil y administrativa, según los casos, sin que les sirvan de excusa órdenes superiores.
Por todo esto nos atrevemos a vaticinar que la posición instintiva de las FANB en un momento de crisis será la parálisis reflexiva. Luego, ojalá que no demasiado tarde, tendrán que asumir activamente la función esencial de ser garantes de la Constitución y las Leyes del único país al que en un momento juraron defender.
A modo de reflexión podemos agregar que no se recuperará fácilmente la institución armada si por complicidad o miedo o traición permite que se diluya su monopolio de la violencia. En todos los escenarios descritos contamos con el mismo comportamiento de los militares, aunque evidentemente algunos oficiales de las FANB se verán afectados de manera muy distinta según sea el escenario que se presente.
IV. ¿Que se puede esperar de la Comunidad Internacional?
Mientras en Venezuela existía una formidable pero desarticulada disidencia a un popular (o hábil y/o muy tramposo) Hugo Chávez era poco lo que podían hacer las naciones verdaderamente democráticas del mundo. Los gobiernos y los organismos internacionales se entienden preferentemente con gobiernos y en su defecto con quienes pueden llegar a serlo. Si los venezolanos no éramos capaces de construir una alternativa de gobierno esta nunca nos iba a venir de afuera.
Hoy tenemos una alternativa atractiva, forjada del esfuerzo, del sacrificio de muchos y que tiene su mandato legitimado por unas primarias inéditas donde participaron 3 millones de ciudadanos concientes del riesgo de quedar de nuevo marcados como opositores, por una campaña con sabor a epopeya y por unos sondeos que le dan posibilidades ciertas de alzarse con el triunfo.
Nunca una elección en Venezuela tuvo la potencial inherencia de, y el potencial impacto en, tantas naciones. Esto sin duda se debe al híper activismo internacional de un gobierno que ha buscado exportar a toda costa - y con dinero de sobra – una ‘revolución’ y un modelo anti-sistémico que aunque no ha funcionado si ha dado lugar a alianzas inéditas y la presencia importante de cubanos, rusos, chinos, iraníes, bielorrusos y otros en su territorio. Esta presencia a su vez ha despertado sospecha de muchos países que buscan contener las acciones políticas y no tan políticas de estos mismos actores.
Este giro dramático en el panorama electoral hace que muchos países estén más pendiente que nunca de lo que ocurre en Venezuela. Bien porque desean ver un cambio o porque temen a un cambio. Lo que está claro es que robarse una elección el día de la votación cuando tantos están pendientes – aun cuando no haya formalmente la figura de observación electoral - será muy complejo y asumimos hoy que sería imposible.
No creemos que en primera instancia ningún país pueda afectar el resultado de las elecciones, pero está claro que algunos tomaran bandos en el caso de un resultado disputado. Tenemos entonces que tomar en cuenta que los intereses de algunos países o grupos de países pueden complicar aun más esos escenarios donde la tensión resultante pone a riesgo la paz en el país.
A la hora de la verdad serán los EEUU, China, Canadá, Brasil, Colombia, Cuba y quizá la Unión Europea los que tendrán mayor capacidad de evitar que la sangre llegue al río, que prevalezca la cordura y sobreviva – y se fortalezca - la democracia. Confiamos que llegada la hora estos gobiernos sabrán contribuir a contener los ánimos y facilitar el dialogo indispensable bajo todos y cada uno de los escenarios aquí descritos. Alguno de los países mencionados ha errado totalmente en su posicionamiento con los demócratas venezolanos. Pero como en las relaciones internacionales predomina el cinismo y el oportunismo asumimos también que corregirán sus errores tarde pero seguro.
Conclusión
Cuando en febrero escribimos que percibíamos un cambio brusco de circunstancia, muchos opinaron que eran simples ilusiones producto de combinar ciertos datos y desechar la ‘inmensa popularidad y habilidad del Presidente Chávez”.
Decíamos entonces, “La encrucijada en la que nos encontramos es el resultado irreversible de mas de una década de ‘revolución’ caótica, de un monoteísmo político anacrónico y de circunstancias que fueron surgiendo de forma planificada y de manera fortuita. Venezuela, país que por décadas fue exportador neto de practicas y aliento democrático, no deja de sorprender. A pocos pasos de perder la lucha por la libertad, se encuentra ante un camino lleno de tropiezos, pero colmado de oportunidades.”
Hoy podemos decir que lo que fundamentó ese análisis ha sido validado y Venezuela ha entrado en la fase de purga de una ‘revolución’ que bajo la bandera de la inclusión sustituyó la democracia y la convivencia por el conflicto permanente y el caudillismo enajenador.
Hoy los venezolanos parecen entender que el bienestar de unos no necesariamente implica el malestar de otros. También entienden, pues lo sufren a diario, que los delirios de grandeza de un hombre han cercenado las expectativas de crecimiento de todo un pueblo. Estos mensajes iban siempre a tomar tiempo en calar, pero también necesitaban de un líder que estuviese dispuesto a conciliar realidades con expectativas, que combinara principios con coraje y ganas de servir (y don de mando) con humildad.
Venezuela se haya de pie, expectante, nerviosa, ante su mas compleja encrucijada. Hay un camino y hay un barranco. Que Dios permita a los venezolanos reflexionar sobre esta obvia disyuntiva en las pocas horas que quedan para salvar lo que aun queda de lo que fue un gran país lleno de contradicciones pero también colmado de posibilidades.
4 de octubre de 2012
No comments:
Post a Comment