Manuel Felipe Sierra
20 Septiembre, 2013
Las recientes declaraciones del ministro de Finanzas, Nelson Merentes, suponen sin duda (de no ser desmentidas o negadas por los hechos), aunque tímido, un viraje en la política económica. Es cierto que no es la primera vez que se hacen anuncios de este tipo, pero en este caso, más que planteamientos retóricos, el gobierno de Maduro está obligado a adoptar determinadas medidas que implican su rectificación en esta materia.
Salvo el caso de Corea del Norte, cuyas penurias suelen ser cubiertas periódicamente por las grandes potencias para atenuar de esta manera sus repetidas amenazas nucleares, todas las naciones de definición socialista apuestan hoy por la flexibilización de sus economías. China (país que se ha convertido en el principal socio de Venezuela y donde justamente Maduro inicia una gira de varios días) es el ejemplo más elocuente de cómo una estructura política implacablemente totalitaria, convive con un capitalismo que no conoce recato. También son ejemplo Vietnam y Cuba, nación que con las limitaciones propias de su actividad productiva, ha tomado decisiones para descargar al Estado del peso que significa atender las necesidades de toda la población y que ahora estimula las iniciativas individuales.
Maduro deberá enfrentar la inevitable reacción de los grupos más radicales del chavismo que, por el contrario, apuestan por una profundización y radicalización de la revolución. No en vano muchos de sus teóricos han comenzado a expresar sus discrepancias, por lo que consideran que sería una inexplicable renuncia a la visión más dogmática del socialismo en su expresión económica. No le será fácil entonces a Maduro asumir plenamente un viraje de esta naturaleza. Pero de no hacerlo, los efectos son perfectamente previsibles: se complicará el cuadro económico en unos términos en que políticamente su gobierno comenzará a perder no sólo niveles de popularidad (lo cual ya revelan las encuestas), sino también credibilidad entre quienes lo han apoyado y que ahora comienzan a expresar sus divergencias frente a lo que podría ser la única estrategia posible para asegurar futuras victorias electorales oficialistas.
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