MARCOS CARRILLO| EL UNIVERSAL
viernes 11 de abril de 2014 12:00 AM
El martes pasado, al momento de escribir estas líneas, hubo una reunión preparatoria de una futura mesa de diálogo. A la cita asistió una representación de la MUD y del gobierno, gracias a la intercesión de un grupo de cancilleres de Unasur. Ante la posibilidad de que se abra un proceso de negociación en torno a la crisis que hoy vive el país, hay que hacerse una serie de preguntas.
Las condiciones. Henrique Capriles, miembro fundamental de la MUD, dijo hace menos de dos meses que había que cumplir ciertas condiciones antes de sentarse a negociar, entre ellas la liberación de los presos políticos y el desarme de las bandas de hampones armados patrocinadas por el régimen. Lo primero que habría que plantearse es cómo se concretarían tales condiciones; por ejemplo, ¿hay un plan viable y capacidad para supervisar el desarme en el corto plazo o todo se quedará en un acuerdo escrito e incumplido como el de la mesa de negociación de 2002-2003 en el que se estableció el desarme de la población?
El gobierno ya ha dicho que no se dejará imponer condiciones. Habría que preguntarse si la MUD se someterá a las condiciones del gobierno, como por ejemplo, no liberar a los presos políticos o sacar del juego a la diputada María Corina Machado.
El contexto. Dijo el vicepresidente que del diálogo no surgirán "pactos sino acuerdos de trabajo"; si no habrá pactos, como lo predice el funcionario, ¿cuál es el sentido de negociar, si es ese precisamente el fin de toda negociación? ¿Se han preguntado en la MUD qué busca el gobierno con una negociación en la que no quiere pactar soluciones? ¿Procura el régimen un arreglo democrático y de buena fe o más bien ganar tiempo, relegitimarse y agrupar nuevas fuerzas para fortalecer el totalitarismo? ¿Qué planea hacer la MUD de ser éste el caso?
¿Está la oposición suficientemente fortalecida como para ir a un proceso de negociación en igualdad de condiciones? ¿Implica la negociación darle la espalda a las protestas legítimas de la sociedad civil por reivindicaciones específicas y, sobre todo, por la defensa de la democracia?
Los negociadores. ¿Quiénes serán los negociadores de las fuerzas democráticas? ¿Quiénes los del régimen? ¿Está consciente la MUD que toda decisión estará condicionada al visto bueno de la dictadura cubana?
¿Se incluirá en la mesa a los estudiantes, actores fundamentales de esta coyuntura? ¿De liberarse a los presos políticos (y aún sin hacerlo), Leopoldo López formaría parte del equipo negociador, como debe ser, o sería excluido?¿Invitarán a María Corina Machado, diputada que ha estado a la cabeza de la lucha por la democracia, o será su exclusión una condición del gobierno que la MUD cumplirá mansamente?¿Habrá algún representante de las víctimas?
La agenda. Sin duda tiene que estar condicionada por la democracia y a la vez tener como fin el retorno a ella y el respeto al estado de derecho. Para lograrlo es necesario alcanzar la independencia de poderes públicos, de modo que éste debe ser el punto central de la agenda. Por ello, la primera pregunta debe ser si el gobierno está dispuesto a cambiar un CNE y un TSJ totalmente sumisos a sus deseos, por unos independientes. (Preocupa enormemente que Ramón Guillermo Aveledo al referirse a este tema usó la expresión "un TSJ y CNE equilibrados", en lugar de la correcta: "un TSJ y un CNE independientes". La expresión de Aveledo alude a repartición de cargos, no a la elección de personas con criterios sólidos y propios así como con autonomía política).
¿Se creará una comisión independiente para investigar los crímenes o se tratará de "equilibrar" la farsa creada en la AN por Diosdado Cabello?
Las alternativas. Dado el historial de incumplimiento de convenios del régimen (tanto nacionales como internacionales) y sus constantes declaraciones en el sentido de que no traicionarán a la revolución ni al plan de la patria, ¿qué piensan hacer los negociadores de la MUD si no logran los objetivos que se han planteado o si el gobierno llega a acuerdos y no los cumple, como ya lo hizo en 2002? ¿Hay una estrategia? ¿Existe un plan B? Esto en cualquier caso es el punto más importante de toda negociación. En la medida que se tiene una sólida alternativa a la negociación el negociador es más fuerte, si no la tiene es más débil. Nadie puede sentarse a negociar sin haber planificado escrupulosamente qué hará en caso de no conseguir lo que se busca. Improvisar las alternativas a la negociación sería el más grave de los errores que se pueda cometer.
Estas preguntas y muchas otras deben ser respondidas con seriedad, honestidad y realismo por los potenciales negociadores antes de siquiera explorar la vía del diálogo. La retórica de la paz, las buenas intenciones y los deseos ingenuos no son suficientes para planificar y desarrollar un proceso de negociación exitoso. Un error de concepción o preparación conllevaría el apuntalamiento definitivo del totalitarismo.
Las condiciones. Henrique Capriles, miembro fundamental de la MUD, dijo hace menos de dos meses que había que cumplir ciertas condiciones antes de sentarse a negociar, entre ellas la liberación de los presos políticos y el desarme de las bandas de hampones armados patrocinadas por el régimen. Lo primero que habría que plantearse es cómo se concretarían tales condiciones; por ejemplo, ¿hay un plan viable y capacidad para supervisar el desarme en el corto plazo o todo se quedará en un acuerdo escrito e incumplido como el de la mesa de negociación de 2002-2003 en el que se estableció el desarme de la población?
El gobierno ya ha dicho que no se dejará imponer condiciones. Habría que preguntarse si la MUD se someterá a las condiciones del gobierno, como por ejemplo, no liberar a los presos políticos o sacar del juego a la diputada María Corina Machado.
El contexto. Dijo el vicepresidente que del diálogo no surgirán "pactos sino acuerdos de trabajo"; si no habrá pactos, como lo predice el funcionario, ¿cuál es el sentido de negociar, si es ese precisamente el fin de toda negociación? ¿Se han preguntado en la MUD qué busca el gobierno con una negociación en la que no quiere pactar soluciones? ¿Procura el régimen un arreglo democrático y de buena fe o más bien ganar tiempo, relegitimarse y agrupar nuevas fuerzas para fortalecer el totalitarismo? ¿Qué planea hacer la MUD de ser éste el caso?
¿Está la oposición suficientemente fortalecida como para ir a un proceso de negociación en igualdad de condiciones? ¿Implica la negociación darle la espalda a las protestas legítimas de la sociedad civil por reivindicaciones específicas y, sobre todo, por la defensa de la democracia?
Los negociadores. ¿Quiénes serán los negociadores de las fuerzas democráticas? ¿Quiénes los del régimen? ¿Está consciente la MUD que toda decisión estará condicionada al visto bueno de la dictadura cubana?
¿Se incluirá en la mesa a los estudiantes, actores fundamentales de esta coyuntura? ¿De liberarse a los presos políticos (y aún sin hacerlo), Leopoldo López formaría parte del equipo negociador, como debe ser, o sería excluido?¿Invitarán a María Corina Machado, diputada que ha estado a la cabeza de la lucha por la democracia, o será su exclusión una condición del gobierno que la MUD cumplirá mansamente?¿Habrá algún representante de las víctimas?
La agenda. Sin duda tiene que estar condicionada por la democracia y a la vez tener como fin el retorno a ella y el respeto al estado de derecho. Para lograrlo es necesario alcanzar la independencia de poderes públicos, de modo que éste debe ser el punto central de la agenda. Por ello, la primera pregunta debe ser si el gobierno está dispuesto a cambiar un CNE y un TSJ totalmente sumisos a sus deseos, por unos independientes. (Preocupa enormemente que Ramón Guillermo Aveledo al referirse a este tema usó la expresión "un TSJ y CNE equilibrados", en lugar de la correcta: "un TSJ y un CNE independientes". La expresión de Aveledo alude a repartición de cargos, no a la elección de personas con criterios sólidos y propios así como con autonomía política).
¿Se creará una comisión independiente para investigar los crímenes o se tratará de "equilibrar" la farsa creada en la AN por Diosdado Cabello?
Las alternativas. Dado el historial de incumplimiento de convenios del régimen (tanto nacionales como internacionales) y sus constantes declaraciones en el sentido de que no traicionarán a la revolución ni al plan de la patria, ¿qué piensan hacer los negociadores de la MUD si no logran los objetivos que se han planteado o si el gobierno llega a acuerdos y no los cumple, como ya lo hizo en 2002? ¿Hay una estrategia? ¿Existe un plan B? Esto en cualquier caso es el punto más importante de toda negociación. En la medida que se tiene una sólida alternativa a la negociación el negociador es más fuerte, si no la tiene es más débil. Nadie puede sentarse a negociar sin haber planificado escrupulosamente qué hará en caso de no conseguir lo que se busca. Improvisar las alternativas a la negociación sería el más grave de los errores que se pueda cometer.
Estas preguntas y muchas otras deben ser respondidas con seriedad, honestidad y realismo por los potenciales negociadores antes de siquiera explorar la vía del diálogo. La retórica de la paz, las buenas intenciones y los deseos ingenuos no son suficientes para planificar y desarrollar un proceso de negociación exitoso. Un error de concepción o preparación conllevaría el apuntalamiento definitivo del totalitarismo.
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