FRANCISCO RIVERO VALERA| EL UNIVERSAL
viernes 2 de mayo de 2014 12:00 AM
Ignorancia es la falta de conocimientos. Y es sinónimo de olvido, de oscurantismo, incultura, analfabetismo y de otras calamidades.
Y da hijos: a los ignorantes.
La ignorancia puede ser profundamente absoluta o concreta. Kant.
La absoluta o nesciencia es la ausencia total de conocimientos, algo discutible porque, aunque sea poco o mucho, todos tenemos los conocimientos básicos transmitidos por nuestros ancestros.
En cambio, la ignorancia concreta se refiere a la falta de conocimientos de uno o varios aspectos de la vida en particular. Es lo común.
O sea, sin ofender, casi todos somos ignorantes concretos. Por una sola razón: es imposible que una persona pueda tener el conocimiento total del universo. En palabras de Albert Einstein, sería: "todos somos ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas". O de Thomas Alva Edison: "no sabemos ni un cienmillonésimo de nada".
Lo contrario de ignorancia es sabiduría y ciencia. Su antídoto: la educación, como medio eficaz de minimización. Y sus resultados: progreso y bienestar individual y colectivo.
Sin embargo, en general, hay ignorantes que son tontos útiles.
Por ejemplo, muchas personas de países subdesarrollados se encuentran sumergidas en una ignorancia más absoluta que concreta. Y son aprovechadas particularmente por 2 entidades de la escala jerárquica del colectivo: por algunas clases sociales y por gobiernos con actitudes autocráticas.
Para algunas clases sociales, estos ignorantes son la fuente de explotación que les permiten aumentar y conservar sus riquezas. Como zánganos de una colmena.
Y para algunos gobiernos autocráticos: son individuos fácilmente manipulables con mentiras, constituyen la población estratégica que les permite consolidar su poder y facilitar el ejercicio del gobierno. Y son fuente de armonía social por su baja conflictividad. Quesada. Es un negocio redondo para las autocracias: baja inversión, bajo riesgo de conflictividad y alta rentabilidad. Y permanencia en el poder.
Por lo tanto, y de acuerdo con la intensidad de manipulación que reciban, estos ignorantes son capaces de hacer rico a cualquiera. O de entronizar a cualquier gobierno. Pero a un costo muy elevado: frenando el desarrollo y el avance personal y colectivo de un país. Y son fuente de calamidad pública. En palabras de Simón Bolívar sería, "nuestras discordias tienen su origen en las dos fuentes más copiosas de calamidad pública: la ignorancia y la debilidad". La Venezuela de hoy.
Sin embargo, hay un antídoto: la educación. Pero al ser utilizada como antídoto, la educación se transforma en un recurso indeseable e inconveniente para los intereses de los gobiernos autocráticos, que la manipulan con 3 aspectos: altos costos, productivo a largo plazo y de alto riesgo, por la deserción y la conflictividad. Menosprecian su rentabilidad en el desarrollo, para asegurar la permanencia en el poder. Establecen un objetivo: lograr el control del sistema educativo, desde niveles iniciales de escolaridad, hasta liquidar el nivel máximo del pensamiento universal, con el control de las universidades. Y obvian el avance del conocimiento para llevar a la gente a niveles profundos de ignorancia y subdesarrollo. El ideal del ministro Rodríguez y su entorno.
Pero, el país tiene una alternativa para salir de la ignorancia: defender a capa y espada el sistema educativo, como único medio para alcanzar la libertad y el desarrollo. Y ahora o nunca.
Comencemos ahora.
Que así sea.
Y da hijos: a los ignorantes.
La ignorancia puede ser profundamente absoluta o concreta. Kant.
La absoluta o nesciencia es la ausencia total de conocimientos, algo discutible porque, aunque sea poco o mucho, todos tenemos los conocimientos básicos transmitidos por nuestros ancestros.
En cambio, la ignorancia concreta se refiere a la falta de conocimientos de uno o varios aspectos de la vida en particular. Es lo común.
O sea, sin ofender, casi todos somos ignorantes concretos. Por una sola razón: es imposible que una persona pueda tener el conocimiento total del universo. En palabras de Albert Einstein, sería: "todos somos ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas". O de Thomas Alva Edison: "no sabemos ni un cienmillonésimo de nada".
Lo contrario de ignorancia es sabiduría y ciencia. Su antídoto: la educación, como medio eficaz de minimización. Y sus resultados: progreso y bienestar individual y colectivo.
Sin embargo, en general, hay ignorantes que son tontos útiles.
Por ejemplo, muchas personas de países subdesarrollados se encuentran sumergidas en una ignorancia más absoluta que concreta. Y son aprovechadas particularmente por 2 entidades de la escala jerárquica del colectivo: por algunas clases sociales y por gobiernos con actitudes autocráticas.
Para algunas clases sociales, estos ignorantes son la fuente de explotación que les permiten aumentar y conservar sus riquezas. Como zánganos de una colmena.
Y para algunos gobiernos autocráticos: son individuos fácilmente manipulables con mentiras, constituyen la población estratégica que les permite consolidar su poder y facilitar el ejercicio del gobierno. Y son fuente de armonía social por su baja conflictividad. Quesada. Es un negocio redondo para las autocracias: baja inversión, bajo riesgo de conflictividad y alta rentabilidad. Y permanencia en el poder.
Por lo tanto, y de acuerdo con la intensidad de manipulación que reciban, estos ignorantes son capaces de hacer rico a cualquiera. O de entronizar a cualquier gobierno. Pero a un costo muy elevado: frenando el desarrollo y el avance personal y colectivo de un país. Y son fuente de calamidad pública. En palabras de Simón Bolívar sería, "nuestras discordias tienen su origen en las dos fuentes más copiosas de calamidad pública: la ignorancia y la debilidad". La Venezuela de hoy.
Sin embargo, hay un antídoto: la educación. Pero al ser utilizada como antídoto, la educación se transforma en un recurso indeseable e inconveniente para los intereses de los gobiernos autocráticos, que la manipulan con 3 aspectos: altos costos, productivo a largo plazo y de alto riesgo, por la deserción y la conflictividad. Menosprecian su rentabilidad en el desarrollo, para asegurar la permanencia en el poder. Establecen un objetivo: lograr el control del sistema educativo, desde niveles iniciales de escolaridad, hasta liquidar el nivel máximo del pensamiento universal, con el control de las universidades. Y obvian el avance del conocimiento para llevar a la gente a niveles profundos de ignorancia y subdesarrollo. El ideal del ministro Rodríguez y su entorno.
Pero, el país tiene una alternativa para salir de la ignorancia: defender a capa y espada el sistema educativo, como único medio para alcanzar la libertad y el desarrollo. Y ahora o nunca.
Comencemos ahora.
Que así sea.
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