Editorial El Nacional
Los uniformados ocupan
un sitio de envergadura en el régimen del presidente Maduro, quien ha aumentado
su participación en altos cargos del gobierno. Por eso son más visibles y
sujetos al escrutinio de la sociedad. Uno puede pensar que no los ha escogido por
el poder que representa el control de las armas y el dominio de los cuarteles,
sino por el cúmulo de sus cualidades cívicas. ¿Por qué? Todos han pasado el
examen de pulcritud que, se supone, debe exigir el primer mandatario a los
funcionarios que selecciona como compañía estelar.
Si no todos, casi todos.
Se ha ordenado la investigación de uno de ellos por supuestos manejos ilícitos
en Cadivi. El resto permanece con su reputación incólume. Pese a que tienen en
sus manos el control de numerosas responsabilidades, pero también el manejo de
cantidades inmensas de dinero, el mandatario que los ha escogido no ha visto ni
siquiera un asomo de corrupción, un traspiés esperable, un detalle que le
aconseje mirar con cuidado los pasos de los militares ubicados en áreas en las
cuales abunda el dinero público y sobre las que se requiere cuidadoso
seguimiento.
La tranquilidad
presidencial no guarda relación con los hallazgos llevados a cabo por un equipo
de investigación de El Nacional, cuyos miembros, después de una
expedición cuidadosa por Cadivi, han topado con oficiales cabalmente
identificados a quienes se puede relacionar con hechos de corruptela. El
presidente cuenta con una Fiscalía a cuyo cargo queda la atención de los delitos
contra la cosa pública, pero hasta ahora apenas ha posado la vista en un solo
oficial de la fuerza armada. No ha tocado al resto ni con el pétalo de una
rosa.
Ese resto entre cuyos
miembros no se ha advertido hasta ahora ningún tipo de irregularidad, proviene
del gobierno anterior. Son oficiales crecido bajo la sombra del desaparecido
comandante Chávez. Algunos son hijos del juramento de Güere y figuras de la
primera asonada contra la democracia.
De allí saltaron a los
altos cargos, o los hizo saltar el mandatario desaparecido. Desde entonces han
circulado rumores en torno a hechos ilegales en los despachos que coparon con
su presencia, pero nadie les ha puesto el cascabel a unos gatos verde oliva.
De los voceros de la
revolución ha brotado la alarma. Aseguran que en la liquidación de divisas se
han esfumado 25 millardos de dólares. Después de esas alarmas, salió a
investigar el equipo de El Nacional, y a publicar el resultado de
sus indagaciones, sin que el jefe del Estado se haya sentido concernido por los
contundentes hallazgos de los periodistas. Tampoco la Fiscalía.
Lo cual nos conduce a la premisa planteada al
principio: son gente decente, son burócratas escrupulosos a quienes solo
importa la felicidad de la patria, se parecen como gotas de agua a los
arcángeles del cielo. Por eso algunos trabajan sin contratiempos desde la época
de Chávez, por eso los puso Maduro donde los puso. Para que acumulen su
futuro en dólares.
Vía El Nacional
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