En: http://www.lapatilla.com/site/2014/09/11/vladimiro-mujica-la-cacotopia-venezolana-y-el-plan-de-la-patria/
Vladimiro Mujica
Con este término se denota a un lugar con el gobierno más
mediocre imaginable: adivine usted. Una curiosa meta del chavismo:
convertir al país en una potencia social, económica y política.
Los orígenes de la palabra cacotopía son un poco controversiales,
algunas fuentes se la atribuyen a Anthony Burgess en un ensayo sobre el
libro de Orwell 1984 , aunque otras señalan que el término fue
acuñado en 1818 por el reformista inglés Jeremy Bentham;
independientemente de su origen, se trata esencialmente de un sinónimo
de distopía y lo opuesto de utopía. Una cacotopía vendría pues a ser un
lugar imaginario con el peor gobierno posible u otras características
asociadas con un declive cataclísmico de la sociedad.
Cacofónico es a armónico, lo que cacotopía es a utopía.
El asunto es relevante para los venezolanos para tratar de entender
el colosal divorcio entre las palabras y el programa del chavismo y en
lo que se ha terminado por convertir nuestro país. En 2013, el entonces
candidato y Presidente en funciones Hugo Chávez, ungido ahora a la
condición de ser celestial, presentó al país el así llamado Plan de la
Patria, que posteriormente su heredero Nicolás Maduro haría aprobar por
la Asamblea Nacional como especie de ley sustituta de la Constitución
Nacional, dado que el documento del Comandante para la campaña electoral
contradice abiertamente postulados centrales de la Carta Magna. Más
allá de sus numerosas carencias e inconsistencias, el Plan de la Patria
es presentado por la oligarquía chavista como la ruta hacia una sociedad
socialista utópica donde el pueblo presumiblemente alcanzaría “la mayor
suma de felicidad”. Cabe entonces la pregunta: ¿Se están verdaderamente
cumpliendo los supuestos necesarios para el avance del Plan de la
Patria? Si la respuesta a esta interrogante es negativa, estaríamos en
presencia de una traición monumental al legado de Chávez.
El Plan de la Patria contempla cinco “grandes objetivos históricos”:
I.Defender, expandir y consolidar el bien más preciado que hemos reconquistado después de 200 años: la Independencia Nacional.
II.Continuar construyendo el socialismo bolivariano del siglo
XXI, en Venezuela, como alternativa al sistema destructivo y salvaje del
capitalismo y con ello asegurar la `mayor suma de seguridad social,
mayor suma de estabilidad política y la mayor suma de felicidad’ para
nuestro pueblo.
III.Convertir a Venezuela en un país potencia en lo social, lo
económico y lo político dentro de la Gran Potencia Naciente de América
Latina y el Caribe, que garanticen la conformación de una zona de paz en
Nuestra América.
IV.Contribuir al desarrollo de una nueva Geopolítica
Internacional en la cual tome cuerpo un mundo multicéntrico y pluripolar
que permita lograr el equilibrio del Universo y garantizar la Paz
planetaria.
V.Preservar la vida en el planeta y salvar a la especie humana.
Hay que leerlos con cuidado, ponerse en el lugar de alguien que cree
en el así llamado proceso revolucionario y que siente que ahí está
marcada la ruta hacia la utopía socialista de la máxima felicidad, y
luego hacer el ejercicio de contrastar esa visión bucólica con la
realidad de la cacotopía que amenaza nuestras existencias en un país
enfrentado y poseído por la anomia y el abuso de poder.
Uno puede escoger su objetivo preferido del Plan de la Patria para
contrastarlo con la terca realidad que indica que vamos a contramarcha.
Destaca de manera prominente el número V, por que es sencillamente
delirante, podría uno concluir, viendo la forma en que se irrespeta la
vida humana en Venezuela y la porción de la Tierra que nos ha tocado
resguardar. Se trata de un ejercicio de arrogancia sin límites pretender
darle lecciones al planeta y al universo entero cuando ni tan siquiera
podemos vivir tranquilos en casa. Pero el más cercano al ejercicio de
traición al pueblo en que se ha convertido la gestión de la oligarquía
chavista es el número III.
Todos los indicadores relacionados con la economía, la calidad de
vida, la seguridad, la educación, la infraestructura, la salud y el
ambiente muestran con sostenida tozudez que Venezuela no solamente no
marcha por el camino de convertirse en un “país potencia”, sino que
prosigue en picada hacia el fondo de las naciones del mundo, al tiempo
que literalmente estamos nadando en un mar de recursos conferidos sobre
nosotros por la Madre Naturaleza.
En una dirección que me toca especialmente en razón de mi oficio de
científico, llama sobremanera la atención que tanto en el Plan de la
Patria como en las Cinco Revoluciones esbozadas por Maduro, a propósito
de su cambio de gabinete, el conocimiento juega un papel esencial.
Y uno se pregunta: ¿Cómo el empobrecimiento de nuestras universidades
y de la calidad de educación de nuestros niños y adolescentes se
traduce en conocimiento para la patria? Cuando creíamos que la palabra
cacotopía describía un lugar imaginario, nos tropezamos de frente con
Venezuela.
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